Reclusos relatan pésimas condiciones de vida en la principal penitenciaría del país. Reclaman que autoridades del Ministerio de Justicia reaccionen antes que el hacinamiento derive en una situación irreparable. Culpan a guardiacárceles de estar en connivencia con delincuentes.
Llegan los meses de intenso calor y los problemas se agravan aún más en la penitenciaría de Tacumbú. El hacinamiento se torna inmanejable, al punto que se solicita la rápida intervención de las autoridades correspondientes.
Internos del sector “Baldosería” del penal se pusieron en comunicación con “El Trueno” para hacer pública la situación que les toca vivir en una cárcel que hace demasiado tiempo se encuentra sobrepoblada y casi sin margen de negociación posible.
Los reclamos transmitidos guardan relación con las siguientes situaciones:
-Maltrato sicológico, verbal y físico por parte de los guardias de seguridad hacia los internos.
-Alimentación: las raciones no alcanzan a todos los internos por causa de funcionarios venales, que venden gran parte de los productos que tienen que utilizar en las recetas.
-Atención médica escasa. “Ni aunque estés a punto de morir te dan importancia los mismos encargados en esa área”, relata un interno.
-Drogas: los estupefacientes tienen libre circulación dentro del penal y hasta existirían guardias de seguridad implicados en el tráfico de las sustancias. “Al entrar la visita, la primera imagen que tendrá la persona que viene a verte va ser de gente drogándose libremente, a espaldas nomás de los guardias, a los que no les importa un carajo esta realidad”.
-Ellos mismos, los guardias, ingresarían drogas y bebidas alcohólicas, y hasta cobran a cada interno por el uso de aparatos celulares.
Cabe recordar que el constante maltrato o el trato denigrante derivan luego en casos de ajuste de cuentas, como aconteció a mediados de año, cuando un guardiacárcel de la penitenciaría de San Pedro fue baleado cuando transitaba a bordo de su motocicleta.
Por otra parte, un guardiacárcel que trabajó largo tiempo en Tacumbú, Mario Lezcano Mereles, también fue asesinado en 2016 junto con su hijo.
