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sábado, noviembre 23, 2024

Justicia argentina condena a 42 y 45 años de cárcel a sacerdotes pederastas

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En un emblemático juicio, la justicia argentina condenó a dos sacerdotes por abuso sexual de -al menos- una decena de menores en un albergue religioso para niños con problemas auditivos, en la provincia de Mendoza.

El sacerdote italiano Nicola Corradi, de 84 años, es uno de lo que fueron hallados culpables por un tribunal mendocino en el vecino país. Lo encontraron responsable del abuso de varios niños en el Instituto Próvolo de la provincia de Mendoza, durante 11 años, entre el 2005 y el 2016.

Otro de los curas hallados culpables por el tribunal penal 2 de Mendoza es Horacio Corbacho, quien deberá cumplir una condena de 45 años por los mismos delitos que Corradi.

Ambos fueron condenados por «abuso sexual con acceso carnal agravado por la guarda y la convivencia preexistente con menores, en concurso real con corrupción de menores». Corbacho fue condenado por 16 abusos, mientras que Corradi fue el responsable de 6 abusos, según la justicia argentina.

Entre 5 y 17 años de edad tenían las victimas al momento de que ocurrieron estos horribles actos, que fueron confirmados por desgarradores testimonios que narraron los abusos de parte de los curas, así como también contaron que eran obligados a tener sexo entre ellos para que puedan ser observados por los hoy condenados. Incluso salió a la luz el caso de una niña de 5 años que tuvo que usar pañales para controlar el sangrado producto del ultrajo que recibió.

El Instituto Provolo, un establecimiento religioso para niños sordos, se develó como el escenario donde tuvo lugar el siniestro accionar de dos curas, uno de ellos su director, quienes abusaron de niños pupilos indefensos.

Los dos sacerdotes, con ayuda de un jardinero que también fue condenado, seleccionaban a los alumnos más sumisos para someterlos a estos horripilantes actos. Esto se suma a que los niños que frecuentaban el Instituto eran sordos, por lo que  no podían hablar para contar las penurias que estaban viviendo.

Las víctimas dieron sus desgarradores testimonios los cuales, sumados a las pericias médicas y psicológicas, sirvieron de elemento probatorio para condenar a los monstruos que se ocultaban tras una sotana.

Este caso, es uno de los casos emblemáticos de pederastia en el vecino país, que con esto obligará a pasar muchos años en prisión a estas personas que valiéndose de su posición e influencia, ultrajaron y corrompieron a varios menores dentro de la institución religiosa.

Además de constituir un horror en sí mismo, el caso es muy llamativo y tiene repercusión internacional puesto que uno de los curas, Corradi Soliman, ya tenía antecedentes de abuso sexual a menores en otra sede del instituto en Verona (Italia), adonde se desempeñó hasta 1969.

Lastimosamente, en lugar de exponerlo a la Justicia, en ese momento la Iglesia Católica decidió «exiliarlo» en América del Sur, donde siguió cometiendo abusos contra menores. De esta manera, este juicio expuso la política de «traslados» que tuvo la Iglesia, ocultando los aberrantes hechos para preservar tanto su imagen y como para asegurar impunidad a los responsables.

Hasta hoy, como tantos otros condenados por delitos sexuales, Corradi y Corbacho continúan teniendo investidura como sacerdotes.

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