Una crítica habitual a la industria cinematográfica suele ser la obsesión con patrones de belleza inalcanzables. Se ha escrito mucho sobre los estragos que esto causa en miles de jóvenes que buscan identificarse con actores y actrices de cuerpos perfectos.
Como se sabe, Hollywood es un dispositivo que moldea gestos, hábitos, formas de hablar e innumerables hábitos de consumos. Sin embargo, poco se suele hablar de quienes desempeña papeles de personajes que contrastan con estos parámetros, mucho menos se habla de que sus características físicas son habitualmente asociadas, de manera violenta, a lo humorístico.
Esto último denuncia la famosa actriz australiana Rebel Wilson, protagonista de innumerables comedias, como Dando la nota, Mejor solteras, Timadoras compulsivas, etc. Alega que fue presionada de manera salvaje para llegar a pesar más de 100 kilos, poniendo en riesgo su salud física y mental, como se lee en el diario español El país.
Los hechos ponen en tela de juicio, o valdría decir echan por tierra, la supuesta apuesta «progresista» de ciertos productos culturales de Hollywood. Generalmente estas grandes producciones tienen una visión marketinera de las identidades, confundiendo simples catálogos de estereotipos con inclusión. De ese modo, lejos de ofrecer una verdadera visión multicultural del mundo, promueven la discriminación de las personas.
