Días sin comer, 40 de ellos sin poder bañarse, interminables caminatas de madrugada, son algunos de las traumáticas experiencias sufridas por un secuestrado del EPP.
A raíz del abatimiento de tres combatientes del EPP, el sobrino de uno de los secuestrados por la banda criminal, Hans Lindstrom, relató en su cuenta de Twitter los duros padecimientos que aquel debió soportar durante su cautiverio.
Me hacían cargar una pesada mochila, decía mi tío, todos debíamos cargar una y la mía era probablemente la más pesada porque era la que llevaba todas las cosas del campamento, me tenían como su sirviente. Caminábamos todas las noches hasta el amanecer. pic.twitter.com/6YHtce0XxF
— Hans Lindstrom (@hanstrom_) November 21, 2020
“Esta imagen para mi es la más fuerte de todas, mas que la de los cuerpos abatidos anoche por la #FTC. Les cuento lo que ve y recuerda una víctima de secuestro por el resto de su vida, comienza su relato.
“Me hacían cargar una pesada mochila, decía mi tío, todos debíamos cargar una y la mía era probablemente la más pesada porque era la que llevaba todas las cosas del campamento, me tenían como su sirviente. Caminábamos todas las noches hasta el amanecer”.
A veces comíamos bien, cuando estábamos cerca de alguna población comíamos pollo y hasta gaseosas, pero había días que estábamos lejos y así te daban una cucharada de miel de abeja a la mañana y otra cucharada a la noche y era todo lo que comíamos en el día pic.twitter.com/ooN51T5PFg
— Hans Lindstrom (@hanstrom_) November 21, 2020
“Uno de ellos tenía una pequeña radio a pila con un cable largo atado a su antena. Por las mañanas arrojaba el cable bien alto por la rama de un árbol para captar señal y así escuchar las noticias del día. Sabíamos por la prensa lo que hacía la policía”, añade.
“A veces comíamos bien, cuando estábamos cerca de alguna población comíamos pollo y hasta gaseosas, pero había días que estábamos lejos y así te daban una cucharada de miel de abeja a la mañana y otra cucharada a la noche y era todo lo que comíamos en el día”.
Cuando salíamos a algún camino, para cruzar primero cruzaba uno adelante y dejaba una huella, después todos teníamos que cruzar pisando esa misma huella y el último se ponía una raqueta tipo pyta jovái por la bota para borrar la huella así nadie sabría cuántos cruzamos ni adonde pic.twitter.com/hB9DhwLlRf
— Hans Lindstrom (@hanstrom_) November 21, 2020
“Te daban una botella de agua y con eso te tenías que manejar, no les gustaba ir a buscar agua. Si te dan una botella de agua nomas qué vas a hacer, te vas a bañar o vas a guardar para tomar? No me pude bañar en 40 días!”, agrega.
“Cuando salíamos a algún camino, para cruzar primero cruzaba uno adelante y dejaba una huella, después todos teníamos que cruzar pisando esa misma huella y el último se ponía una raqueta tipo pyta jovái por la bota para borrar la huella así nadie sabría cuántos cruzamos ni adonde”, puntualiza la desgarradora historia.
Foto: Diario ABC Color.