En este artículo para los lectores de El Trueno, Martín Duarte reseña las ideas centrales sobre el origen del peronismo del libro «Historia económica, política y social de la Argentina (1889-2003)» del historiador Mario Rapoport.
En el monumental libro de Mario Rapoport, Historia Económica, Política y Social de la Argentina (1880-2003), el historiador argentino ofrece importantes líneas de interpretación de los gobiernos peronistas del periodo 1946-1955. En este sentido, pasaré a reseñar algunos puntos relevantes para su comprensión, en tanto fenómeno novedoso que sigue marcando el presente del país vecino.
En primer lugar, hay que recordar que Perón inició su accionar en la esfera pública con el golpe militar del 1943, el cual puso fin a la denominada «década infame» argentina: una sucesión de gestiones originadas en el fraude electoral, destinados a restaurar la hegemonía conservadora luego de que ésta fuera desplazada por la conducción yrygoyenista de la Unión Cívica Radical.
El proyecto de reforma política liderado por el conservadorismo y cristalizado en la apertura electoral propiciada por la Ley Sáenz Peña (1912), había tenido consecuencias imprevistas en los cálculos electorales y políticos de las coaliciones conservadoras. La Unión Cívica Radical, conducida por el estilo personalista de Yrygoyen, obtuvo victorias electorales a nivel país, quedando así superado el modelo oligárquico de la concentración del poder en pocas familias tradicionales, hasta entonces imperante.
En este contexto, desde 1943, el coronel Perón inició un acercamiento a los sectores sindicales, cuya formación y capacidad organizativa data de un largo periodo de conquistas y retrocesos. Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, el emergente líder político impulsó un proceso de regulación y racionalización del mercado laboral. Así, puso en marcha un modus operandi en el cual el Estado pasó a erigirse en arbitro y regulador de las distintas fuerzas sociales antagónicas en expansión. Se profundizó el intervencionismo estatal, no solo en lo económico, sino también en lo social; se crearon convenios colectivos de trabajo, se propició la sindicalización de los trabajadores, así como también la agremiación de los patrones en sus propios organismos corporativos.
Pero ¿en qué consistió la innovación fundamental del peronismo? El intervencionismo estatal, así como el proceso de industrialización derivada del desarrollo de las sustituciones de importaciones no fueron un invento del peronismo. Son fenómenos que datan de la década del 30, en continuación durante todo el periodo de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, dicho intervencionismo e industrialización se daban de forma espontánea, como respuestas coyunturales a los cambios en el comercio de importación y exportación, sin estar contenidos en un plan coherente e integral de política económica nacional.
El historiador Rapoport sostiene que las ideas económicas del primer peronismo pueden resumirse en cuatro columnas que rompieron con las concepciones tradicionales del pasado: un nacionalismo económico, la orientación mercado-internista, el estatismo y el rol central del proceso de industrialización.
A esto debe sumarse la novedad más radical del peronismo en comparación a administraciones precedentes: su política laboral, orientada a una fuerte redistribución del ingreso en favor de los sectores laboral empobrecidos, estimulando de este modo la capacidad adquisitiva de la clase trabajadora y nuevas formas de consumo que contengan la expansión del sector industrial.
Asimismo, fueron relevantes las políticas económicas de trasferencia de ingresos desde el sector agropecuario hacia las ramas de la industria. En este sentido, el peronismo no buscaba simplemente adaptar la economía local a los cambios en la coyuntura internacional, sino que su objetivo radicaba en trasformar el perfil productivo y socioeconómico argentino.
Sin embargo, estas políticas económicas y sociales del primer peronismo respondían más a las necesidades de una alianza política entre el régimen y la clase trabajadora organizada que a los requerimientos económicos de un determinado modelo de acumulación capitalista, orientada a ampliar la estructura productiva del país.
Recordemos que la doctrina peronista tuvo sus fuentes en elementos tomados del anarquismo, el socialismo, el fascismo y el comunismo. Con definiciones imbuidas por el marco de un cristianismo humanista, encontró afinidades electivas con el catolicismo integral e intransigente, la llamada tercera vía frente al capitalismo liberal y al comunismo.
Así también, el peronismo recogió elementos de FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), de contenidos nacional-populares y movimientistas. De esta agrupación salieron reconocidos intelectuales, tales como Raúl Scalabrini Ortiz y Arturo Jauretche, entre otros.
El peronismo original compartió una ideología en la cual la sociedad debía estar por encima del individuo, en el marco de una comunidad organizada al amparo del Estado como instancia de articulación y conciliación de intereses contrapuestos.
Por ultimo, como lo demuestra el estudio de Rapoport, resulta innegable que el régimen peronista tuve rasgos autoritarios, de regimentación de la sociedad civil: cercenó la autonomía de las organizaciones del movimiento sindical, que a cambio logró unidad y hegemonía centralizada bajo control del Estado. Es así como la CGT, antes reducida al papel de mediadora entre los sindicatos y el Estado, pasó a ocupar cada vez más un rol represivo: disciplinar al movimiento obrero y ejecutar las políticas gubernamentales en el seno del movimiento sindical.
Este rasgo autoritario y verticalista ya se encontraba en estado naciente cuando Perón ordenó la disolución del Partido Laborista- que encarnaba la pretensión de autonomía del ciertos dirigentes gremiales- y formó provisoriamente el Partido Único de la Revolución Nacional. Sin embargo, la mayoría de los sectores dirigentes del movimiento sindical reconocían que la victoria electoral se debía a la popularidad del entonces coronel Perón, y no a las bases propias del Partido Laborista.
Comprendieron además la audacia de Perón, dado que era el único líder político que, hasta entonces, se proponía incorporar social y políticamente al movimiento obrero, considerándolo como interlocutor legítimo en la vida política y social. Por lo tanto, la alianza con el flamante líder popular ofrecía mayores horizontes políticos y sociales al movimiento sindical, aun a costa de la pérdida relativa de autonomía.