26.9 C
Asunción
domingo, noviembre 24, 2024

Hacia el vacío

Más Leído

Paranaländer escribe hoy sobre la extensa obra de Saigyô (1118-1190), monje y poeta japonés de finales de la era Heian y comienzos de la era Kamakura.

Por: Paranaländer

«Qué es no lo sé/pero de gratitud/ se me caen las lágrimas»

Increíblemente, no me enteré de la existencia de Saigyô no por Basho sino por Salinger, en un cuento ambientado durante la segunda guerra mundial.

Saigyô (1118-1190), dejó este mundo como quiso, el día de la extinción de Buda. Es decir, el decimosexto día del segundo mes lunar del primer año de Kenkyû. De acuerdo con su deseo, su alma estaba esparcida en diminutas partículas de polvo en el torbellino de mil flores de cerezo. El templo Kôsenji, el lugar donde se había alojado en el último momento de su vida, se dice que es el sitio por excelencia de los cerezos en flor (sakura). Ocho siglos tras su muerte, se conservan allí su ermita y su tumba en forma de terrón de tierra.

Las obras completas de Saigyo recopiladas por Kubota Jun (Nihon koten bungaku kai, 1982), están organizadas en tres partes.

La primera reúne todo lo que pertenece a la obra poética: el Sanka shû (Colección de la morada en la montaña); el Bunsho shû (Colección de poemas escuchados y anotados); el Zan shû (Colección de otros poemas); la Saigyô shônin shû (Colección del monje Saigyô); el Sanka shinjû shû (Colección de la salvación de la morada en la montaña); el Mimosusogawa uta-awase (Poemas reunidos del río Mimosuso); la Miyagawa uta-awase (Poemas reunidos del río Miya). A los que se añade el Saigyô waka shûsei (Colección de poemas de Saigyô extraídos de las colecciones de otros poetas).

La segunda parte incluye los diarios y la carta destinada a Teika (donde en dos páginas Saigyô expresa sus pensamientos poéticos). Y la última parte contiene un conjunto de historias y relatos relacionados con la vida del poeta y que son obra de escritores posteriores.

La Sanka shû, una colección compilada por Saigyô a lo largo de su existencia y que en la forma que conocemos (libro de Yômei bunko) cuenta con 1552 poemas, que representan casi las tres cuartas partes de las obras atribuidas a Saigyo. La colección se clasifica según la lógica de los temas: las cuatro estaciones, el amor, la separación, viajes, nombres de cosas, agravios y otros temas diversos (zô).

Dos años después de entrar en la vida monástica, Saigyô visitó Yorinaga. Esto es lo que el estadista escribió sobre Saigyô en sus memorias Taiki: «Habiéndole preguntado su edad, respondió que tenía 25 años. Saigyô se llamaba Hyôei Norikiyo, es decir, el hijo del teniente Yasukiyo encargado de vigilar la puerta izquierda: por lo tanto, era de una buena familia que cuenta en su genealogía convalecientes guerreros, habiendo servido al emperador. Pero, mientras aún estaba en el siglo, el budismo lo atrajo. Joven, optó por el estado monástico, y la gente mostró una gran admiración por su decisión».

Los poemas recogidos en el Sanka shû ilustran la existencia del poeta que no rompió completamente con la sociedad cortesana o con el círculo de poetas. A lo largo de su vida estuvo a veces viajando y otras en una ermita, lo que lo convierte en un eterno itinerante (fûryû) según la imagen conservada por la posteridad. Fûryû: «fluir como el viento». Manera de vivir en el despojo de mente y cuerpo mientras se aleja de actividad social en beneficio de la investigación espiritual y estética.

El budismo esotérico Shingon (Palabra verdadera) fue transmitido desde China por Kûkai (774-835) quien fundó la escuela Shingon en el monte Koya. Había dos corrientes en la práctica; una tendencia ascética de origen popular que dio a los ascetas de montaña, shugendô y, entre la nobleza, una tendencia meditativa filosófica. Saigyô se sintió atraído por ambas corrientes.

Hacia el final de su vida, explicó su poesía a sus discípulos: «Para poder componer un poema, el estado debe ser muy diferente del estado ordinario. Tocado por la emoción que despierta una flor, un cuco, la luna, la nieve, cualquier cosa que tenga forma, ya sea falaz, ocupa el campo de la vista y llena los oídos. ¿No son todas las palabras dispuestas en verso la Palabra Verdadera? Entonces es la poesía la encarnación real tangible de Nyorai (Nyorai es el cuerpo metafísico del que emanan los seres de los diez mundos de existencia). Cada vez que se compone un poema, existe la sensación de que se acaba de hacer una imagen de Buda. Cuando un verso ocupa la mente, es como si se recitara la verdadera palabra de las misteriosas profundidades. Gracias a los poemas sucede de vez en cuando que la ley se realiza. Pero si practicamos este arte indiscriminadamente, nos perdemos y nos atascamos en caminos de error«.

Mi más querido deseo

morir bajo las flores de cerezo

dispersarse en el universo

durante la luna llena                

el décimo mes

                                                             

Fuente, edición francesa de poemas de Saigyô, Vers le Vide (2004) de Éditions Albin Michel.

                                                                                                             

Más Artículos

Últimos Artículos