En su entrega de hoy, Paranaländer escribe acerca de la vida y obra de Laura Márquez, pionera del arte moderno paraguayo, fallecida recientemente a los 92 años.
Por: Paranaländer
«Laura Márquez hizo una breve información de las razones que la llevaron a realizar en esta oportunidad, su conocida obra “Puertas inútiles”. En primer término, dijo, por considerar que esta obra suya, creada en 1967 en la Bienal de San Pablo, reunía en sí su mejor momento de fe en la obra de arte. El hecho muy especial que el Uruguay le ofrecía la oportunidad de dejar establecida esta obra en un lugar público, y en materiales resistentes (hierro). Como forma e idea, responde a distintas premisas del momento actual, arquitectura móvil, «ocupación del espacio, etc., que en el propio simposio se vertían, además de todas las implicancias metafísicas que la concepción puede otorgar al espectador» (Suplemento cultural de ABC color, domingo 1 febrero de 1970).
«Laura Márquez viaja hoy a Sao Pablo para concurrir a la famosa Bienal de Arte de esa ciudad. Nos dice que va con su obra y ésta está constituida nada menos que por 50 puertas blancas, de más de 3 metros de altura y con un peso que supera los 700 kilos. “La razón de esta obra quizá pueda hallarse en el simple hecho de que siempre me gustó la ventana de mi casa”» (La Tribuna, 7 setiembre de 1967)
«Laura Márquez acaba de volver de la Bienal de San Pablo, la IX, en la que expuso su obra «Las puertas inútiles», Consiste en treinta y cinco grandes marcos de hierro con enormes paneles de tela blanca, a manera de puertas, que se abren y se cierran. La obra, ocupa un espacio de diez metros cuadrados, aproximadamente» Hasta ya le dieron un nombre a mi investigación: «modificación del espacio». «Las características de mi obra son: se inscribe en la corriente del arte frío, es de carácter arquitectónico. Se basa en una razón muy lógica: cualquier habitación, decoración, después es trasformada por las personas que las habitan. Mi obra ya da ese espacio alterado y permanece siempre como lo quiso el artista, porque es una arquitectura inútil» (ABC, 3 de octubre de 1867).
«Para esta exposición la mencionada artista presentó sus conocidas «Puertas inútiles» pero en menor cantidad que las que envió a la última Bienal de San Pablo. Entonces eran cincuenta. Pero ahora, por razones de espacio sello presentó 20. «MI proyecto -explica, creaba un clima de laberinto, un tanto asfixiante por su color de tanta fuerza de blanco y por su tamaño». Es así como obtuvo uno de los seis primeros premios de cuatrocientos mil pesos argentinos» (ABC; martes 24 ix 1968).
«este es el tiempo de los nuevos hombres que se separan de la Tierra, para entrar en el Espacio, libre de fronteras» (ABC, lunes 22 de abril de 1968).
Por lo visto ut supra, no es del todo cierto lo que afirma en el catálogo de exposición de “Gráficos 1965-73”, de la galería Arte/sanos en setiembre de 1980, el crítico Ticio Escobar, “Laura Márquez es conocida en el Paraguay fundamentalmente como pintora”. De “artista suramericana” se define ella misma en el catálogo de exposición de “Work in Progress, Laura Márquez, Una Retrospectiva”, de mayo del 2006, en el Centro Cultural Manzana de la Rivera. Es decir, nada de pintora y menos de paraguaya. Recién ese año se vio en Paraguay “Puertas inútiles”, donada al Museo de Barro en 1984 y que a lo largo de 22 años nunca fue expuesta como había sido acordado a través de documentos legales.
Laura Márquez nació en Asunción 1929, su padre vendía licor elaborado en una fábrica familiar con sede en Buenos Aires, a los 18 se mudó a Buenos Aires donde estudió en la Academia de Bellas Artes de Buenos Aires, realiza en 1959 su primera exposición individual de pinturas (serie “Musical” muy kandinskyana) en el Café y Bar Capri y en el Unión Club en 1962 la segunda, en 1960 se había casado con Juan Carrera Buján, artista argentino, compañero de estudios y luchas estudiantiles, es una de las fundadoras del Museo de Arte Moderno de Asunción (1965), se mudó en 1970 a Nueva York donde frecuentó los happenings, volvió en el 2013 a Asunción -después de un período de cuarenta años de residencia en Nueva York-, donde murió el jueves pasado.
Su otra obra maestra, “Seis meses de silencio” (1967), quizá más ejemplo del llamado cool art o minimal art (nomenclatura usada por la propia artista) que una denuncia del régimen estronista como sugiere la tesinante Breyer (si hubiera querido denunciar un dictadura militar no hubiera participado en la Bienal de Sâo Paulo, donde el presidente Marechal Arthur da Costa e Silva fue homenajeado): “un círculo brillante flotando en un ambiente vacío producido por el silente opaco negro del espacio exterior”.
Márquez no sabía dónde le llevaba el viaje de la vanguardia, el viaje de los vagabundos que nunca llegan tarde ni temprano, pero nosotros la vimos atravesar los laberintos de puertas que no usaba porque prefería las ventanas, la ilusión óptica de los ñandutíes florecidos, el balón del futbol del club Manuel Ferreira en forma de bola de discoteca, el silencio negro en la alfombra mágica de ese círculo de pintura sintética…