En esta entrega, Paranaländer escribe sobre el mitólogo italiano Furio Jesi (1941-1989), y trae a colación algunos aspectos importantes de su vida y obra.
Por: Paranaländer
“Del pasado, lo que de veras importa es lo que no se recuerda”
El mitólogo italiano Furio Jesi (Nacido en Turín, en 1941, y muerto prematuramente en Génova en 1980) ha sido paulatinamente editado póstumamente, entre esas obras consta incluso una novela “La última noche” (1987; una historia fantástica de vampiros que son víctimas de los hombres). El que ha caído en las manos de quien escribe, también de edición póstuma, es el ensayo “Spartakus, Simbología de la revuelta” (original italiano 2000, Adriana Hidalgo, 2014).
Escrita en 1968 y terminada en 1969, en febrero de 1972 Jesi recupera los originales atascados en la editorial Silva que había prometido dos años antes publicarlo. En suma, nunca editada, es una obra, como dice en su introducción su editor Andrea Cavalletti, donde la Berlín de 1919 de Rosa Luxemburgo es una París del 68 transfigurada. Presenta su punto teórico decisivo, la oposición entre idea e ideología, entre novedad y continuidad, tiempo de la subversión o del mito y tiempo de la memoria.
Define a la poesía (sobre la cual ha escrito hermosas páginas dedicadas a Rilke, Novalis, Pavese y Pound, a quien conoció en la residencia de Castel Fontana y de quien escribió: “la persona de la que más he aprendido en materia de poesía”) como “un solitario acceso a la colectividad del ser”.
Su contraposición de revuelta y revolución parte de Stirner, donde había elementos egoístas él habla de “espacio de pura revuelta”, mientras la revolución es estrategia a largo plazo y se halla inmersa en el decurso de la historia, la revuelta es una verdadera “suspensión” del tiempo histórico. El mitólogo Jesi analiza así el fracaso de la revuelta espartaquista, la epifanía de la novedad interrumpida y la vuelta al tiempo normal.
La categoría de la destrucción, que desde Bakunin define la esencia del fenómeno insurreccional, es restituida a su rol central.
“A la hora de la revuelta la ciudad se siente verdaderamente como la propia ciudad”.
“Nos apropiamos de una ciudad huyendo o avanzando en la alternancia de los ataques, mucho más que jugando, de niño, en sus calles, o paseando luego por los mismos lugares con una yiyi”. Según Agamben, es “de los más bello que se ha escrito sobre la relación entre la ciudad y la política”-
A mi me ha interesado sobre todo la parte final, donde evoca a Dostoievski.
“En 1870, en Dresde, Dostoievski escuchó de su cuñado Iván G. Snitkin, el relato de los entonces recientes sucesos en torno a Serguéi G, Niecháiev, quien había organizado grupos revolucionarios entre los estudiantes del Academia Pietróvskaia de Agricultura de Moscú haciéndose pasar por agente de una prácticamente inexistente sociedad secreta, Naródnaia Rasprava -Tribunal (o venganza) popular”.
Este libro merece estar al lado de sus grandes obras: Mito (1973), Literatura y mito (1968), La cultura de la derecha (1979), Thomas Mann (1972).