Paranaländer escribe sobre el libro “Descripción histórica de la antigua provincia del Paraguay” (1957, Ediciones Nizza, Asunción), de Mariano Antonio Molas, y nos deja algunas estampas de la época descritas por el prócer estando en prisión.
Por: Paranaländer.
“Descripción histórica de la antigua provincia del Paraguay” (1957, Ediciones Nizza, Asunción) de Mariano Antonio Molas. Reza Tercera edición en su portadilla porque la primera la publicó el argentino Carranza en La Revista de Buenos Aires en 1965 y luego en forma de libro en 1868. Tiene prefacio y notas del poeta (suponemos no sea un homónimo) Oscar Ferreiro, que trata de enmendar las inexactitudes pro-porteñistas que han tenido las ediciones anteriores. Este libro es un tour de force para los trabajos de temas históricos vidriosos. No solo porque el autor Molas escribió la obra estando preso por el Dr. Francia, que ya le da toda una pátina controversial a su escrito, sino porque la primera edición se realiza en Argentina en momentos en que el Paraguay está enfrascado en la Guerra de la Triple Alianza. Un dato: en su prefacio de 1865, Carranza cuenta que fragmentos del libro fueron adelantados en el panfleto antilopizta “El grito paraguayo”, donde era columnista el proto-legionario Recalde, quien había conseguido una copia del original conservado en el Archivo del Instituto Histórico y Geográfico del Brasil. Es más, en una de sus notas Carranza tiene el tupé de desautorizar al propio autor, de forma ingüeroviable, cuando éste da como cerebro de la revolución del 15 de Mayo a Francia (que debemos creer sea fiel a la verdad, pues qué sentido tendría que su enemigo mintiera en tal sentido), el editor antepone otro nombre, argentino en este caso, a tal puesto dirigencial en vez de Francia.
Más allá de este largo preliminar contextual y aclaratorio necesarios, el libro, escrito por un preso de los calabozos del Dr. Francia, es muy ameno y entretenido, tiene momentos incluso literarios, por su fantasía y sátira humorística.
Como se prohibían las importaciones, no había barajas, cuyo juego era el único entretenimiento en la aldea francista, aburrida y kaigue, entonces se les ocurrió a los paraguayos destruir libros del Convento para fabricarlas, coloreándolas luego con uruku. Esto me recordó el cuento de Gabo “En este pueblo no hay ladrones”, donde un malnacido roba las únicas bolas de billar dejando al pueblo sin diversión.
Carranza no entiende al ciudadano paraguayo cuando llora la muerte del Dictador. Ni se le ocurre que sus enemigos eran los hombres de posición y bienes y no el pueblo llano.
Molas, un liberal decimonónico a la porteña, muestra sus colmillos cuando echa en cara al Dictador no seguir el ejemplo de Buenos Aires -que exterminó a los indios de las pampas- y emprender otro exterminio contra los indios bárbaros del Chaco.
Pinta al Dictador Supremo en algunas anécdotas como un personaje beckettiano, quien en su afán de controlar las importaciones las echa todo a perder, o queriendo dar mejoras al obispo, lo termina empujando a la muerte y a la destrucción de la Catedral. Muerte por envenenamiento que niega Wisner por otra parte.
Y ni hablar del affaire yatebu, que, según nuestro autor encarcelado, durante el cual el Supremo mandó diezmar el ganado vacuno contagiado de las estancias del Estado sino la de todos sus enemigos y odiados vecinos, en una paranoia al yatebu demencial, de tal modo que dejó a la provincia sin vacas que faenar y, de paso, en la calle a sus antaño ricos estancieros de la campaña. La plaga del yatebu después derivó en el bicho colorado que atacó a los caballos.
Malvado, monstruo, invasión para auxiliar a los paraguayos, toda la caterva de calumnias contra el Paraguay que se repetirán contra los López ya aparece aquí contra Francia.
También nos baraja las opciones de la nacionalidad del padre del Supremo, carioca, portugués de Porto o francés.
O que su hermana Petrona Regalada vivía de dar clases a las niñas.
Y, por último, compara a Francia con el Pigmalión de Fenelon y con Maquiavelo.