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sábado, noviembre 23, 2024

Wanda Hanke y los guayaqui 

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Paranaländer resume los datos que la investigadora de lengua alemana Wanda Hanke hizo en un artículo de los años 30 sobre los misteriosos guayaqui de las regiones central y oriental de la mesopotamia paraguaya.

 

Por: Paranaländer

 

Wanda Hanke (1893-1958) recorrió en 1938 varios meses el Chaco paraguayo, antes, 1934 y 1935, estuvo con los cainguá del centro de Paraguay (los mbyás), también visitó a los de Alto Paraná. A continuación, algunos datos relevados durante su visita a los guayaqui.

Describe entonces (años 30) tres grupos de guayaqui (según Vellard, solo dos grupos según Mayntzhusen): los del sur, cerca de Tabaí, Yopara hasta la costa del Paraná. Son más oscuros y ya no tan ariscos por más que aún moran en los montes profundos; los del norte, del Ñacunday y Monday, más blancos y de tipo japonésido. El tercer grupo, se los supone en los alrededores de Caaguazú, Ajos y San Joaquín. Vellard solo encontró allí unos toldos abandonados y a una niñita cautiva. Wanda Hanke, en cambio, en un primer viaje, encontró 4 cautivos, dos niñas y dos mozos. Quedó tan sorprendida que pensó incluso que no eran indios. Cuando conoció al grupo norteño, vio que no había diferencias con este tercer grupo de Caaguazú. Por eso ella coincide con Mayntzhusen en dividir a los guayaqui solo en dos grupos.

Su descripción del grupo norteño, el menos desconocido entonces, lo hace con un grupo escapado del monte y refugiado por hambre frente al Puerto Victoria, sobre el Paraná, en Misiones. Allí contactó con los siguientes guayaquis: dos hombres y mujeres adultos, dos muchachos y una muchacha entre de 10 a 14 años y una niñita huérfana de 4 años.

Son, Chinigy -su nombre significa víbora- tenía tres hijos, que su patrón (húngaro) ya vendió o regaló a otro.

Ynambugy, que significa perdiz. También tuvo hijos, pero los mató a la primera semana de vida. Las dos tienen tatuajes: 4 o 5 líneas en las regiones del bajo y de las pantorrillas.

Cranagy (mono colorado) se llamaba la muchacha, Su patrón la llama Anita.

Los guayaqui (esta costumbre aún se conservaba cuando Sebag los visitó en 1963) tienen la costumbre de dar a sus hijos el nombre de un animal que la madre comió después del parto. Al nombre del animal se le agrega la sílaba gy, para significar que se trata de un ser humano.

Los hombres usan el tembetá como los guaraníes, sus tatuajes se lo realizan con una piedra filosa con la que se cortan el tegumento.  En la herida colocan ceniza caliente. Las mujeres previamente se la untan con miel. Cinco líneas oblicuas a cada lado del pecho, el tatuaje del hombre adulto típico.

Sus arcos y flechas son más grandes y fuertes que los de los guaraníes.

Fabrican con barro pipas para silbar no para fumar.

Llevan al cuello collares de dientes de animales y sombreros de cuero adornados de colas.

Usan flautas de bambú que hacen sonar con la nariz.

Emplean piolas gruesas de fibras de palma, pelo de mono y cabellos de mujer.

Por temor a los espíritus muertos, atan de pies y manos a los cadáveres.

El Ñacanendi de los guayaqui es muy parecido al Yazy Yateré de los guaraníes.

La diferencia es que el segundo es único, mientras el primero forma toda una clase de ser peludo y chico.

 

 

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