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sábado, noviembre 23, 2024

Julián de la Herrería, mitos en caolín

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Paranaländer rescata un recorte que habla de la primera exposición de artistas paraguayos en Buenos Aires, en plena Guerra del Chaco, entre ellos estaba Julián de la Herrería (1888-1937).

 

Por: Paranaländer.

 

La revista porteña Nosotros, del año 1933, número 288, en su página 111, traía la reseña de una exposición de arte paraguayo (pinturas de Samudio, Modesto Delgado Rodas, Alborno, Holdenjara y cerámicas de Julián de la Herrería), firmada por Porfirio Fariña Núñez, hermano del poeta Eloy (muerto en Buenos Aires, en 1929).

“El arte mágico del ceramista fija en sus platos esmaltados el pasado milenario de su pueblo. Son los dioses menores del fetichismo gentilicio. Guarán, dios padre; Paysandú, señor de la grey; Angüera pyharegua, el alma de la noche; Yacy yateré, lucifer pigmeo; Curupí, mito erótico; estilizaciones del folklore: el rapto de la doncella (Mondá Keraná), Ñanduti, la guerra, la leyenda del Urutaú; pintorescos platos sobre motivos de la campiña paraguaya: la tejedora, la naranjera, la aguadora; multitud de íconos, caciques, tapes, chinas, gentes del pueblo, y sobre todos éstos una soberbia cabeza de indio, realizada con egregia maestría”.

Por la portada del catálogo (reproducido en “Julián de la Herrería. Su obra. Colección Museo Julián de la Herrería, Asunción, AECID, diciembre 2020), vemos que se realizó en la calle Esmeralda 135, con el apoyo de la Asociación Paraguaya y un título iniciático. Primera Exposición de Artistas Paraguayos en Buenos Aires.

En este último libro encontramos más detalles sobre las obras expuestas de Julián de la Herrería.

Pertenecen a la serie con motivos y leyendas guaraníes de los años 1930-1933. Es iniciada en Manises (España), realizada durante dos años, entre comienzos de 1030 y 1931 hasta su tercer viaje a Asunción en 1932, teniendo como principal fuente de inspiración la obra de “Ñande Ypycuéra” |Nuestros antepasados|, Asunción, 1929. Roberto Romero cita una carta de Josefina Plá, esposa del artista, dirigida a Rosicrán, comentándole el estadio de la obra en proceso, y solicitando una versión castellana del poema guaraní para una mejor referencia ideológica. Se conservan hoy en el Museo una veintena de los 80 ejemplares. Utilizan con profusión el reflejo metálico y la cuerda seca sobre platos y otras piezas de vajilla. Es la serie más extensa de todas en la obra del ceramista paraguayo.  También existen esculturas dentro de esta misma temática, que fueron igualmente expuestas en 1933 en Bayres, como son los casos de Ñanduti, Ceibo Poty.

Tres esculturas tituladas como: “Guarán”, que es una cabeza de cacique en barro cocido galvanizado, esmaltado y policromado, cuerda seca. El número 44 de la exposición porteña. Las otras tenían la numeración 40 y 41.

“Yacy yateré”, loza esmaltada y reflejo metálico y policromía bajo cubierta. Era el N° 48 de la exposición Plantié y Cia.

“Ñandutí”, barro cocido esmaltado, reflejo metálico y policromía bajo cubierta. Número 65 de la exposición porteña Plantié y Cia. “Es una figura masculina, en bulto redondo y muy estilizada, representa al afligido Ñanduguasu, de pie, que oculta su rostro como avestruz, de cabellos lacios y negros, con la cabeza inclinada hacia delante y los brazos dispuestos en cruz sobre su pecho. Semidesnudo, cubierto desde la cintura con una tela que le cubre hasta los pies y que reproduce el célebre tejido conocido como ñanduti”. Ilustra una de las leyendas más bellas de la cultura guarani, la de los dos jóvenes guerreros (Ñanduguasu y Yacyñemoñare) que luchan por conseguir el amor de Samimbi y explica el origen del ñanduti.

Tres esculturas tituladas de “Ceibo Poty”, numeradas 43, 44 y 45 en Plantié y Cia.

En barro cocido y engobes policromados. “Representa un busto de india con peineta, dos flores, dos trenzas y el arranque de una blusa que deja los hombros al descubierto, el traje va recamado de motivos geométricos. La carnción va en barro bruñido y los demás elementos con engobes marrones y negros en el primer caso, mientras que en otro ejemplar y para la decoración se empleó el reflejo metálico”.

 

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