Paranaländer le dedica un modesto koan al ensayista suizo Roland Jaccard (1941-2021), suicidado el pasado lunes 20 de septiembre en París.
«un suicidio exitoso es mejor que un coito fallido» (Roland Topor)
Tengo que escribir un koan para Roland Jaccard. Antonio Laje no lo haría. Laje hasta una video-reseña ha hecho del coreano estrella Byung Chul Han. Autoayuda oriental construido sobre Baudrillard. Le espantaría el escritor suizo-franchute. Incluso Jaccard era amante del budismo, del taoísmo. Mas lo suyo es el pesimismo, el nihilismo, el cinismo, el dandismo, el bonvivantismo… “Estamos acá para burlarnos de todo”, como le dijo Cioran una vez que un amigo le pidió le firmará sus libros. Estamos acá para levantar koans contra la vida.
Jaccard casi muere sin ser traducido al español (idioma de mierda, totalmente periférico culturalmente). Para tener una idea de su fama: delicada, opaca, amable. Los títulos de sus libros ya dicen la mitad de su ser: Topologie du pessimisme, Le Cimetière De La Morale, La tentation nihiliste (1989), Sexe et sarcasmes (2013), L’ame est un vaste pays (1984), Ma vie et autres trahisons (2013), Dictionnaire du parfait cynique (Versión illustrée por Topor de 2014, 1 ° edición, 1982), L’Exil interieur (1975), Cioran et compagnie (2004).
Se mató, usando barbitúricos, el lunes 20 de septiembre (dos días antes de cumplir 80 años, edad exacta en que también se suicidó su padre). Su último posteo de Facebook: la decadencia grotesca de los programas de entretenimiento de la tv franxute. De Polac al actual Hanouna. Finaba con una frase lapidaria: “la hora de cierre ha sonado definitivamente en los jardines occidentales”. Sí, veía un poco la vida, o la civilización gala, como un pub o una brasserie.
Amaba el cine americano (John Ford, Louise Brooks-lectora teen de Schopenhauer, y de quien gustaba de citar como un adagio que: “todos estamos perdidos»). La sabiduría eufórica de Buda. El principio de enantiodromía, enunciado por Heráclito, que declara que todo bien trae consigo el correspondiente mal y todo mal el correspondiente bien. Negaba a Lacan, no es que no hubiera relación sexual, sino que “no hay placer sexual”. Vindicaba el antinatalismo de Thomas Bernhard. Clamaba que “Una estética del suicidio es la única respuesta posible a las sutilezas de lo incurable de la vida”. “Nobleza obliga” (1949), peli de Rober Hamer, le hace concluir: “A decir verdad, la humanidad nos obliga, nunca nos faltan motivos para desear la muerte de los demás”. Su mantra: 4 versos de De Vigny: “Lamentar, llorar, rezar también es una cobardía/Haz tu larga y pesada tarea con energía/en la forma en que el destino te ha llamado/luego, como yo, sufre y muere sin hablar». Vivió siempre, como diría Takuboku, mirando de refilón la larga marcha planetaria unidireccional. La auténtica posición del poeta-sabio. Quizá el lunes 20 de setiembre repitió las últimas palabras de Hiang-Ma Tsang, monje budista del siglo VIII: «Es urgente para mí, viejo podrido que soy, volver a la verdad correcta». Tenía mucho del egoísta stirneriano descrito por Calasso: “El egoísta de Stirner es el desarraigado que, por primera vez, se reconoce como tal. Vaga por la ciudad como un completo extraño, para todos y para todo. Las palabras que invaden su mente, los deseos que lo asaltan, todo es para que él lo use o lo deseche, no es más que el acto de tomar o apartar de sí”. Y lo aplaudimos hoy por suscribir a Arthur Schopenhauer, que escribió poco antes de su muerte: «Bueno, lo hicimos bien: la noche de mi vida es el día de mi gloria y digo, tomando prestadas las palabras de Shakespeare:» Señores, hola, apaga las antorchas, ¡se acabó el bandolerismo de los lobos! «. “Escupió: El único sacramento ante el que el dandi se inclina es el suicidio”. Su petit decálogo de disgustos estaba acuñado por un chino, Lu Xun: “Desprecio las almas caritativas;/ lo que tengo para ofrecer: disgusto, / desconfianza, odio. / Hay algo que no me gusta en el paraíso, no quiero ir;/hay algo que no me gusta en el infierno, no quiero ir:/ hay algo que no me gusta en tu futura edad de oro, no quiero ir/». Dedicó uno de sus libros “a todos los coleccionistas de repulsiones”.
Interviú con subtítulos en español con su editor mexicano: Entrevista Roland Jaccard – YouTube
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