El filósofo César Zapata prosigue su reflexión sobre la filosofía japonesa: «no se trata del mundo de la ideas transfigurado por el mundo de la doxa, como en Platón, se trata del concurso de otra bestia ontológica: la Nada, que comienza a trasvasijarse desde el filosofar del budismo zen».
Al escuchar el toque de sirena tres veces tenías que levantarte y 1- dejar la silla a un costado 2- meterte bajo la mesa 3- esperar que otro rebuzno de sirena te indicara cuando salir debajo del pequeño escritorio o en su defecto aguardar las instrucciones del profe. Prohibido hablar o moverse mucho, de lo contrario coscorrón en la cabeza o tirón de orejas.
Era 1978, o algo así, y Chile podía entrar en una guerra con Argentina y en mi ciudad natal, el corazón de la minería del cobre, había una fábrica de explosivos, por lo tanto se consideraba zona estratégica. Para la mayoría de los niños de la época era lejos lo más interesante que nos podía pasar, pues parecía todo un juego, además nos inyectaban grandes dosis de «patriotismo»: cuando llamaron a los argentinos a reclutarse apenas acudió un 20 %, en cambio los chilenos fueron todos, hasta los viejos, así nomás, pues como todos saben, Hitler antes de morir dijo: “con un ejército chileno, yo, hubiese ganado la segunda guerra mundial”.
Mentiras cómo estas y muchas por el estilo, nos sembraban en nuestros tiernos cerebros. Menos mal nunca hubo guerra entre dictaduras militares, pero a pesar de las operaciones conjuntas de ambas tiranías castrenses para matar comunistas y subversivos, la dictadura de Pinochet, unos años después colaboró con inteligencia y puestos de abastecimiento para los ingleses que querían recuperar las Malvinas (Falkland). Y curiosamente algunos varios años después Margaret Thatcher, no pudo hacer nada para que no detuvieran en Inglaterra a su querido aliado Pinochet, pues contaba con una orden de extradición a España para ser juzgado como aquello que era, un mega asesino. Cosas de la política.
Si me permiten comenzar con la siguiente pregunta, ¿qué papel deben jugar los intelectuales en una guerra? Indudablemente la respuesta depende de la circunstancia histórica desde donde emerge el cuestionamiento. Aquí en este escrito dibujaremos brevemente la respuesta del filósofo nipón Nischida Kitaro, para ello es necesario mencionar algunos hitos de la historia de este notable país.
En 1854 Japón fue obligado a negociar con EEUU, en 1895 Japón, con una tecnología bélica occidental vence en la guerra al gigante asiático: China, en 1905 vence a Rusia, en 1910 anexa a Corea. Estos triunfos fortalecieron el imaginario colectivo de que Japón era el llamado a liderar el proyecto Kokutai: la prosperidad del continente asiático. Aceleradamente el nacionalismo devino en ultranacionalismo y los intelectuales se sintieron interpelados a entrar en la guerra, pues la hegemonía debe tener un correlato en lo intelectual, y es aquí donde comienza a perfilarse el puesto de batalla de unos de los filósofos mas interesante del siglo XX, Kitaro, pues no es posible que unos de los productos culturales mas fascinantes y teóricamente más complejos de occidente no tenga un eco original en Japón, se necesitan soldados intelectuales japoneses capaces de afrontar este reto.
Nihon no tetsugako (filosofía japonesa)
Con casi 50 años de anime japonés en la retina televisiva de los latinoamericanos, no nos es difícil imaginar la cara que habrán puesto los japoneses cuando Nishi Amame (1829 -1897) mandado a Europa a estudiar leyes y economía, pero que finalmente se dedica a aprender filosofía, regresa a su tierra con un juicio taxativo: en Japón no hay ninguna cosa que merezca llamarse filosofía[1].
Qué es exactamente lo que quiso decir Amame, no es fácil saberlo, pero por lo menos hay una coordenada meridianamente clara, la inexistencia de la filosofía en Japón dice relación con la carencia de un sistema de pensamiento emprendido por una racionalidad muy distinta a la oriental, una racionalidad a la que Nischida suele llamar en términos generales: lógica.
Pues bien entremos directamente en materia, para comenzar creo que es muy importante desplazar el sustantivo filosofía por el verbo filosofar, pues en este sentido Amame podría haber dicho que en Japón no existía nada que se pareciera al filosofar occidental, pues el filosofar oriental es muy distinto. Intentemos entender de manera muy panorámica un aspecto de dicha diferencia.
En la primera parte de este ensayo, habíamos mencionado que el filosofar chino en su intento por servir de iluminación ética, clausuraba la aspiración metafísica por explicar la estructura de la realidad, pues bien es justamente en este punto donde vamos a introducir el bisturí de la escuela de Kioto [2], ya que en ella emerge una restauración fascinante de la metafísica.
Sinyata (nada) Ku (firmamento ilimitado) non natum (no nacido) Nada
Uno de los descubrimientos más increíbles del filosofar occidental es el Ser, los llamados por Heidegger pensadores mañaneros: Parménides y Heráclito levantan el velo que cubre a los entes y se dan cuenta que tras ellos hay algo que los hace posibles, cada cosa en el kosmos es justamente cada cosa, porque Es algo, no hay existencia o entidad que escape al Ser.
Pero al mismo tiempo que el humano griego devela el Ser su pensamiento produce un aborto: el No Ser, criatura no deseada, como lo hemos nombrado en ensayos anteriores. El No Ser se constituye como una verdadera bomba que dinamita la armonía, Parménides fue totalmente consciente de ello e inmediatamente advierte que el No Ser es una vía intransitable, aun así no pudo evitar que Gorgias abofeteara a sus discípulos con este inviable.
Pero, ¿el No Ser equivale a la Nada?
El No Ser es negación del Ser, en estricto rigor es un término correlacional, pues solo se puede entender en relación al Ser, ahora bien la Nada no es en relación al Ser, la Nada es la entidad nula, la entidad que al no poder individuarse es no nacida al Ser. La Nada muestra que el pensamiento sabe algo que los occidentales no descubrieron del todo, el pensamiento que concibe la Nada tiene primacía respecto del Ser que el mismo pensamiento constata en la realidad [3].
“Desde hace mucho tiempo tengo la idea de que la verdadera realidad debe ser el mundo tal como es, y que el llamado mundo material es algo conceptualizado y abstraído de aquel” (octubre de 1936, en un prólogo a las ediciones posteriores de Indagación del Bien)
Nischida se asoma en un primer momento a la Nada como Experiencia Pura. Cuando vivimos una experiencia justamente suponemos que somos nosotros quienes la ejecutamos, es decir suponemos que la experiencia surge del individuo, por ejemplo, la experiencia de un ser humano determinado contemplando un atardecer, y en verdad así sucede, pero, para Kitaro, a la vez existe una experiencia primordial que justamente hace que el individuo pueda vivir su propia experiencia, esta es una experiencia que transtraciende (Masao Abe) al individuo y al objeto, dicho de una forma mas intuitiva, pero algo inexacta: cuando el sujeto conoce a un objeto, al mismo tiempo el objeto conoce al sujeto, cuando contemplas un atardecer, el atardecer también te contempla.
La experiencia pura no es privativa del sujeto que la vive, pues no es él quien la ejecuta, sino que es la interacción entre el sujeto y el objeto. Es la Nada como Kü, como el firmamento en donde aparece el Ser, el Ser no podría aparecer sino es en el espacio (no nacido) de la Nada. La Nada es condición de posibilidad del Ser, y el Ser o la realidad aparece ya como una figuración posterior, como una segunda experiencia construida por el sujeto.
Aquí nos vamos acercando poco a poco a los puntos expuestos en la primera parte de este ensayo: la consciencia o sujeto no es el motor del impulso intencional que se acciona sobre el mundo, sino que mundo y consciencia se relacionan porque ambos emergen de la Nada que circunda al Ser, y le otorga sentido. Occidente se ha centrado sobre todo en la segunda experiencia, la que ejecuta el individuo que la vive, pero al poner el acento en el individuo ya estamos concediéndole el poder de construir una realidad y por ende ocultando la realidad realmente real.
No se trata del mundo de la ideas transfigurado por el mundo de la doxa, como en Platón, se trata del concurso de otra bestia ontológica: la Nada, que comienza a trasvasijarse desde el filosofar del budismo zen.
Referencias
[1] También se suele atribuir idéntico juicio a Chomin Nakae (1847-1901)
[2] Nischida Kitaro (1870-1945) Tanabe Hajime (1885-1962) y Nischitani Keiji (1900-1990) Son considerados los principales representantes de la llamada escuela de Kioto en Japón.
[3] Raimond Panikkard (España 1918-2010) emprende una reflexión muy interesante al respecto en el prólogo al Libro: Los filosófos de la nada de James Heisig. Herder 2002. Barcelona.