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viernes, noviembre 22, 2024

Glosolalia

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Paranaländer va en busca del lenguaje primordial, paradisíaco, conocido como glosolalia.
Poetas (Eliot, Bely) y santos lo han hermanado con la lengua de los niños, de los pájaros o, aun, de los ángeles.

 

Por: Paranaländer.

 

Si la música es reductible al tarareo o, al llamado, estilo scat, podríamos postular que toda poesía en esencia es nada más que glosolalia. Hay poetas que han sido asiduos de ella: Eliot, Poe, Artaud, Panero, Stephen Malkmus…La locura y el misticismo les suelen prohijar. Wowee zowee ulalume o kayá panturá Wallala leialala Datta. Dayadhvam. Damyata Kikakoku ekoralaps wiso kollimpanda opolosa Rouarghbande. Pero muchas veces no es tan visible. Faltaría un detector de poetas glosolálicos. Lo intentaremos aquí. Andrei Bely compuso en Berlín en 1922 “Glosolalia. Poema sobre el sonido”.

Glosolalia es un término técnico, que de manera más general se refiere a ese carisma espiritual que en las religiones se define como «don de lenguas», y que se expresa en la capacidad de hablar en diferentes idiomas o de hablar el idioma de los ángeles o el idioma de los animales, y en particular de los pájaros, y del cual podemos encontrar constantes referencias en los textos sagrados y en la vida de los santos en cualquier época y latitud.

La glosolalia ha sido relacionada con la legendaria lengua primordial. Para los hindúes éste sería el sanscrito, para los judíos el hebreo o arameo, para otros el siriaco, el árabe, etc.

El comentario del Génesis del obispo Teodoro de Mopsuestia (m. 428), establece que Dios le habló a Adán en nabati, que es el más puro de los dialectos suryani (siríaco), utilizado por los habitantes de Babel hasta a la confusión de idiomas, y trae otra tradición, según la cual un ángel le enseñaría al primer hombre cómo escribir suryaniyya.

Algunas tradiciones islámicas luego hablan de un libro o de algunos libros (sahifa, pl. suhuf) que Dios envió a Adán, que consta de 21 hojas o 10, 21 o 40 volúmenes según otras tradiciones. Contenían la ciencia de las letras y algunos mandatos divinas, y fueron dictados por el ángel Gabriel y transcritos por Adán en el idioma suryaniyya, mientras que otras tradiciones afirman que Dios le enseñó a Adán los nombres de las cosas en Siria para ocultar este conocimiento a los ángeles.

En el Rasaʾil del Ikhwan al-Safa ‘(segunda mitad del siglo X) encontramos un interesante desarrollo de la misma concepción. En el capítulo titulado «El conocimiento de las letras primordiales», los Ikhwan afirman que Dios le enseñó a Adán nueve signos (‘alamat) o letras (huruf), un lenguaje sintético del que luego derivarían todos los demás idiomas, y estos nueve signos no eran otros que los nueve números del uno al nueve, que según el Ikhwan habían sido transmitidos a los árabes por los indios.

Finalmente, Ibn al-Hajar al-Haytami (d. 1566) informa la opinión de algunos eruditos musulmanes según los cuales el interrogatorio que el creyente tiene que afrontar después de la muerte está en el idioma suryaniyya.

Junto a esta concepción de suryaniyya como lengua primordial y como lengua histórica en la que se confunden el arameo, el siríaco y el nabateo, la concepción según la cual el suryaniyya primordial hablado por Adán sería el mismo idioma a través del cual se comunican los santos (awliyaʾ) de la jerarquía esotérica. Esta capacidad de entender y hablar el suryaniyya a veces se relaciona con la cualidad de un santo de ser ummi, es decir, no haber tenido una formación regular en lectura y escritura, característica que el Corán atribuye en particular al profeta Muhammad, y que alcanza más de un tipo de revelación espiritual que se define ʿIlm laduni’, la ciencia infundida que proviene directa y exclusivamente de Dios, quien desciende sobre los profetas y sobre algunos santos.

La ciencia que contiene los secretos del lenguaje en el islam se llama en cambio ʿilm al-huruf, la ciencia de las letras, y es análoga a la ciencia asiria babilónica, y más tarde cristiana judía y medieval, llamada «gematría».

El primer místico musulmán a quien las fuentes atribuyen la habilidad infundida de leer lenguas antiguas, en particular los jeroglíficos egipcios, llamados en árabe qalam al-tayr, «el lenguaje de los pájaros», además de entender suryaniyya, es Dhu-l-Nun al-Misri (m. 861).

Numerosas referencias a suryaniyya y glosolalia de santos musulmanes se pueden encontrar en la obra de ʿAbd al-Wahhab al-Shaʿrani (m. 1565), el principal discípulo de ʿAli al-Khawwas, un famoso erudito y sufí.

Al-Shaʿrani relata que su maestro a veces comenzaba a hablar en un idioma incomprensible que pareciera hebreo o siríaco de la misma manera que otro maestro suyo, Muhammad al-Sarawi, quien cuando estaba en un estado espiritual intenso, falaba hebreo, siríaco y persa.

Al-Shaʿrani declara que el famoso santo Ibrahim al-Dasuqi (m. 1296) también habla siríaco, hebreo, persa, etíope y todos los idiomas de aves y animales salvajes, y luego transmite los escritos que al-Dasuqi habría dejado a sus discípulos, letanías intercaladas con palabras en un idioma misterioso, del que podemos intentar para transliterar un fragmento: «… wa la sataris, wa laʿitafıs, wa la hata mrish, wa la sata mrish, wa la shush arısh, wa la rakash qush, wa la samladnus wa la kitab samtalul al-rus, wala bus ʿakmasus … ». Este es un claro ejemplo de glosolalia transcrita, con un sufijo repetido y rítmico, en este caso en -s, una característica a menudo presente en otros ejemplos de lenguajes misteriosos.

Al-Shaʿrani afirma que otro santo, Muhammad Wafa (m. 1363), habría compuesto unos libros enigmáticos, escritos en un idioma «extranjero» incomprensible, cuando tenía entre 7 y 10 años de edad.

Adam habló con sus hijos a una edad temprana en suryaniyya, y les enseñó los nombres de las cosas en este idioma; luego enseñaron a sus hijos, y así sucesivamente de generación en generación, y algo innato de eso permanece en niños; Además, siempre que los bebés sean alimentados con la leche materna, la suya el espíritu está conectado a las asambleas angélicas celestiales, que sueñan durante su sueño, y así perciben algo de su lenguaje, que es el suryaniyya; algunos de los las proto palabras dichas por los bebés están en suryaniyya.

 

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