Paranaländer se deja arrastrar por la distinguida pluma del pintor Delacroix, siempre preocupado en no poder pintar sus pensamientos en papel como lo hace maravillosamente sobre la tela.
Por: Paranaländer.
Tres tomos son los diarios del pintor Eugène Delacroix (1798-1863): Tomo III (1855-1803), Tomo II (1850-1854), Tomo I (1822-1849). En ellos ocupa un lugar importante sus ideas sobre la escritura, sobre su dificultad para él (“me da dolor de cabeza”), sobre la facilidad para las mujeres, sobre su inferioridad o no con respecto al arte de la pintura.
«Un día sin escribir es un día que no ha existido».
“Halévy dijo que deberíamos escribir, día a día, lo que vemos y lo que oímos. Lo intentó varias veces como yo, y le había disgustado los huecos que el olvido o los negocios te obligan a dejar en tu diario”.
“Al escribir, no experimento las mismas dificultades que encuentro al pintar mis cuadros.
Es el único arte que ejercen los indiferentes.
Por eso las mujeres escriben tan bien como los grandes hombres”.
“Trabajé mucho en el maldito artículo. Lo mejor que pude, a lápiz, todo lo que tengo que decir, en grandes hojas de papel. Me sentiría tentado a creer que el método de Pascal, de escribir cada pensamiento separado en una pequeña hoja de papel, no es tan malo, especialmente en una posición en la que no tengo tiempo para aprender el oficio de escritor. Tendríamos todas sus divisiones y subdivisiones ante nuestros ojos como una baraja de cartas, y uno se sorprendería del orden alcanzado allí. El orden y la disposición física están más entrelazados con las cosas de la mente de lo que uno podría pensar. Tal situación del cuerpo será más favorable al pensamiento: Bacon compuso, se dice, saltando sobre un pie; a Mozart, Rossini, Voltaire, las ideas les llegaban en la cama; a Rousseau, creo, mientras caminaba por el campo”.
“Aquí es donde sentimos la impotencia del arte de escribir. Con un pincel, dejaré que todos sientan lo que he visto y una descripción no mostrará nada a nadie”.
Respecto a esta dificultad en la escritura, que señala en determinados lugares de su Diario, nos ha parecido interesante citar una página de Baudelaire que es a la vez una apreciación definitiva del talento y las faltas de Eugène Delacroix como escritor: “Tan sabios, tan sensatos y tan claros en tono e intención que nos aparecen los fragmentos literarios del gran pintor, sería absurdo creer que fueron escritos con facilidad y con la certeza de la mirada de su pincel. Por mucho que estuviera seguro de escribir lo que estaba pensando en un lienzo, tanto le preocupaba no poder pintar sus pensamientos en papel. “La pluma”, decía a menudo, “no es mi herramienta: siento que estoy pensando con justicia, pero la necesidad del orden que me veo obligado a obedecer me asusta. ¿Creerías que la necesidad de escribir una página me da dolor de cabeza?”. Es por esta incomodidad, producto de la falta de hábito, que se pueden explicar ciertas frases un poco gastadas, un poco cliché, peor aún, que con demasiada frecuencia escapan de esta pluma naturalmente distinguida”. (Baudelaire, Arte romántico. La obra y la vida de Eugène Delacroix.)