La infraestructura sanitaria está mejor preparada para una eventual nueva ola y las vacunas están disponibles para inmunizar a la población. Ahora, cumplir con los cuidados corre por cuenta de los ciudadanos: ya hora de que el país retorne 100% a la normalidad y que el objetivo prioritario de Paraguay vuelva a ser el desarrollo económico y social de su población.
La declaración de la pandemia de Covid-19 generó una terminante alteración en la marcha regular de las actividades, tanto del Estado como de la sociedad en su conjunto. De hecho, para hacerle frente de forma más efectiva, el Poder Ejecutivo emitió el 16 de marzo del año pasado el Decreto Nº 3.442, por el cual se declaró el “Estado de Emergencia Sanitaria” en todo el territorio nacional, otorgándole un importantísimo -y hasta entonces inusitado- radio de acción al Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPyBS).
La situación fue asumida con la seriedad que el caso ameritaba por parte del Gobierno nacional: el sistema de salud pública se fortaleció de manera sustantiva, se incrementaron las camas de terapia intensiva, así como los hospitales con este tipo de cuidados; se adquirieron equipos médicos más modernos y eficaces para afrontar la crisis, se nombró un importantísimo número de personal de blanco y, lo más importante, se adquirieron millones de dosis de vacunas contra el Covid-19.
De más está decir que gran parte de la inversión pública realizada hasta el presente debe ser mantenida, e incluso fortalecida, en los años venideros, mediante la asignación de partidas presupuestarias acordes con la magnitud de la inversión efectuada.
Las medidas requeridas por esa hora crucial fueron adoptadas. Ahora, como lo mencionábamos en un editorial anterior, es hora de que la ciudadanía se pliegue, con responsabilidad y conciencia, al esfuerzo realizado por el Estado y acuda a recibir los biológicos que le permitirán desarrollar una vida pública lo más normal posible.
Probablemente el futuro próximo, tal como está registrándose en varios países de Europa, dependerá en altísima medida de lo que acontezca entre el margen de la población vacunada y la no vacunada. Y es precisamente para cerrar esta brecha que el MSPyBS ha iniciado esta misma semana una fuerte campaña de vacunación a domicilio, así como otra destinada a menores escolarizados.
Ahora bien, es menester recordar que, en concordancia con el artículo 33 de la Constitución, la conducta de los ciudadanos constituye un ámbito exento de intromisiones por parte de la autoridad pública, salvo en situaciones de suma urgencia que exijan decisiones ineludibles para el beneficio común. Motivo por el cual, habiéndose controlado en cierto modo la afectación al orden público, consideramos que es necesario que tanto el Estado como la sociedad vayan recuperando la normalidad necesaria.
Estamos convencidos de que así lo entiende el propio Gobierno y por esta razón, en octubre pasado, había establecido un Plan de Levantamiento Gradual del Aislamiento Preventivo General en el Territorio Nacional por la Pandemia de Coronavirus. Este plan estará vigente, en principio, hasta el próximo 30 del corriente.
En este marco, ya son escasas las medidas restrictivas, pero sería necesario ahondar la aplicación de este plan hasta darlo por concluido, en el más inmediato corto plazo. Las políticas preventivas han de mantenerse, fundamentalmente en lo que atañe al lavado de manos, el uso de mascarillas en espacios cerrados, ventilación de los ambientes y el distanciamiento físico. La concienciación sobre eso, a estas alturas, ya debiera ser objeto -así como la campaña de vacunación-, de políticas comunicacionales impulsadas desde el Gobierno.
Estimamos que es necesario que el goce de los derechos fundamentales sea garantizado de manera plena y que todo estado de emergencia sea, por el momento, suprimido. El sector público ha de recuperar su completa regularidad, así como el privado, para seguir trabajando de manera abierta y sostenida por el crecimiento económico y el desarrollo social.
Es preciso que el Ministerio de Salud retorne al ámbito de acción que le es propio y deje de tener los plenos poderes que, en virtud de la grave situación sanitaria que atravesó la República, se le habían otorgado. Es hora de enfocar los retos que nos plantea el año 2022, con toda la amplitud de miras necesaria en sacar el país adelante y retomar los lineamientos y las políticas que impulsarán la completa inserción del Paraguay en las grandes avenidas de la modernidad.