Paranaländer realiza la simulación de participar en el Congreso del Partido de la Federación Africana (1959), leyendo el Reporte del futuro presidente del Estado de Senegal (1960-1980), Léopold Sédar Senghor (1906-2001).
Por: Paranaländer.
En el Congreso constitutivo del Partido de la Federación Africana (PFA), realizado en Dakar, 13 julio de 1959, el líder senegalés Léopold Sédar Senghor presentó un Reporte sobre la Doctrina y el Programa del Partido.
El socialismo es un humanismo.
Senghor proclama su amor al socialismo. Al socialismo científico para repensar los textos de base y confrontarlas con las realidades negro-africanas.
Anti-federalistas.
Lo anti-federalistas han acusado al PFA de ateos, de “marxistas” y de proscribir la religión.
Pura propaganda calumniosa. Buscan un Afro-socialismo no ateo no marxista.
Integrar en el socialismo los valores culturales negro-africanos, en especial los valores religiosos.
“No somos, dice Senghor, marxistas, en el sentido que se da hoy a esa palabra, en la medida en que el marxismo es presentado como una metafísica atea, una visión total y totalitaria del mundo”.
“Marx mismo, prosigue Senghor, ha dicho un día, en ese sentido: Por mi parte, no soy marxista”.
Somos socialistas. Eso no quiere decir que excluyamos ni a Marx ni a Engels de nuestras fuentes”.
Por una vía africana del socialismo
Los aportes positivos de Marx son: la filosofía del humanismo, la teoría económica y el método dialéctico. El tal humanismo marxista ha sido prontamente devaluado por gente como Althusser.
“Nosotros no somos comunistas, continua Senghor, por una razón teórica: la concepción leninista de la materia es unívoca, de un postulado exclusivamente materialista y determinista”.
Stalin en “Anarquismo y socialismo” lo refrenda.
“Nosotros no somos comunistas por una razón práctica: la fuente de la dignidad humana, la exigencia de libertad -libertad del hombre, libertad de las colectividades- que anima el pensamiento marxista y le da su fermento revolucionario, esta fuente y esta exigencia son desconocidas por el comunismo, y dentro de él, el estalinismo ha constituido la desviación mayor”.
“Nosotros nos apegamos a una vía media, por un socialismo democrático, un socialismo capaz de integrar los valores espirituales, un socialismo que empalme con la antigua corriente ética de los socialistas franceses”.
Finalmente, Senghor nos anuncia: “una tercera revolución está en tren de hacerse, en reacción contra los materialismos capitalista y comunista, que integrará los valores morales, sino religiosos, a los aportes políticos y económicos de las grandes revoluciones”.
En esta revolución venidera, los pueblos de color (sic), los negro-africanos entre otros, deben jugar un papel: ellos deben aportar su contribución a la edificación de la nueva civilización planetaria.
Aquí Senghor alcanza con su oratoria las cumbres de la profecía y la apoteosis cívica. Mostrando que hasta los poetas no son inmunes a la retórica efectista.
Remata con una cita del poeta antillano Aimé Césaire: “ellos no vendrán con las manos vacías a la cita del dar y el recibir”.