En este artículo te presentamos un análisis de los hechos políticos más importantes de 2021, y las claves para entender el año netamente electoral que se viene. El oficialismo y la oposición definirán sus postulantes para competir por la presidencia del periodo 2023-2028.
Por: Redacción de El Trueno.
En el año 2021, los picos de contagio y los momentos de crisis sanitaria tuvieron un correlato político y social casi simétrico. En marzo, cuando el covid-19 golpeó más fuerte a nuestro país provocando que las terapias intensivas se abarroten, multitudes salieron a las calles bajo la consigna ANR Nunca más.
Sin establecer relaciones causales entre estos dos fenómenos (que nos llevarían a aseverar que la oposición aprovechó los momentos de urgencia sanitaria para intentar golpear al gobierno), podemos sí ver una correlación interesante que necesitaría de más investigación y análisis para establecer causalidad.
En dicho contexto, la oposición vivía con optimismo el panorama político, porque además de las protestas masivas se sumó el hecho de que en junio se celebrarían las internas municipales con la nueva modalidad de listas desbloqueadas y con voto electrónico, dos demandas históricas que se suponía iban a golpear al “aparato” del Partido Colorado.
El Partido Colorado no solamente ganó intendencias en las que ya gobernaba, sino que recuperó otras tantas, batió records en concejalías, convirtiéndose en uno de los pocos partidos políticos del mundo que tuvieron éxito en plena pandemia…
Sin embargo, cuando los contagios empezaron a menguar y el plan de vacunación se aceleró, el desarrollo de las municipales de este año provocó un duro golpe al anticoloradismo en general, dejando mal parado al argumento repetido por décadas que aseguraba que las listas sábana eran determinantes para la hegemonía colorada.
El Partido Colorado no solamente ganó intendencias en las que ya gobernaba, sino que recuperó otras tantas, batió records en concejalías, convirtiéndose en uno de los pocos partidos políticos del mundo que tuvieron éxito en plena pandemia. Estos hechos dejaron al descubierto, una vez más, el escaso conocimiento que existe sobre el modo de funcionamiento del coloradismo, sobre todo en los autodenominados intelectuales y cientistas sociales, gestores del relato opositor.
Finalizadas las municipales, se volvieron a precipitar las internas coloradas. El vicepresidente Hugo Velázquez arrancó tempranamente su campaña, con un doble objetivo. En primer lugar, erigirse definitivamente como el candidato del oficialismo, sofocando ruidos palaciegos que intentaban instalar otros nombres. En segundo lugar, a pesar de los récords en obras públicas, en ampliación del sistema de salud y en transferencias de recursos a los sectores más vulnerables, Velázquez sabe que no es tarea sencilla ser candidato de la continuidad en el contexto de la crisis sanitaria y económica desde principios de 2020, por eso tiene que empezar a caminar el país.
Consciente de que necesita tiempo para posicionarse, se lo puede ver todos los días recorriendo el Paraguay, en distintas reuniones con la dirigencia. De ganar las internas y las generales, Hugo Velázquez será el primer presidente de la democracia que logra ser electo siendo candidato oficialista.
En las carpas cartistas, la carrera tiene largo aliento, porque la realidad es que Santiago Peña, desde que Marito lo venció en 2017, continuó siendo el objeto de una promoción publicitaria sin descanso. Desde entonces, la narrativa cartista, por diferentes canales de difusión, viene intensificando el posicionamiento de Peña como una figura joven, formada, merecedor de una segunda oportunidad.
Mientras que el oficialismo tiene la adhesión de la gran mayoría de los nuevos intendentes y concejales de todo el país, además de varios diputados, senadores y algunos gobernadores, el cartismo cuenta con el apoyo de la mayoría de los gobernadores, diputados y el ya mencionado poder mediático-económico de HC.
Pese a que corrían versiones de que el candidato de Honor Colorado sería otra persona, HC ya declaró en múltiples oportunidades que Peña será el candidato de su movimiento, ya sea porque su líder considera que es la pieza más leal que tiene o porque el exministro de Hacienda demostró ser el candidato más competitivo electoralmente, según diferentes encuestas que maneja el grupo Cartes. En todo caso, el cartismo juega fuerte y ya realizó un golpe de efecto político, arrancándole al oficialismo algunos líderes importantes. Sin embargo, ellos prometen que la sangría oficialista será realmente dolorosa desde marzo en adelante.
Ese mes es el elegido por Mario Abdo Benítez para decidir si será candidato a presidente de la ANR o si le cederá el espacio a otra persona de Añetete. En 2022 la disputa será realmente interesante porque el adversario a vencer es nada más y nada menos que el expresidente Horacio Cartes, con todo lo que eso implica. HC quiere presidir el coloradismo y son pocos los líderes en el partido que tienen los recursos para ir a una batalla que, en cualquier caso, será desigual, si consideramos el inmenso poder económico y mediático del expresidente. Con las credenciales de haberle cerrado el paso a la fallida enmienda reeleccionista, de haberle ya derrotado en las urnas y con el comparativo de obras entre ambos gobiernos, es más que probable que Marito decida nuevamente ser el que le diga no a Cartes.
El éxito electoral del coloradismo en las municipales no debería tomarse como garantía de un triunfo fácil en 2023, no solo porque las disputas locales son diferentes a las contiendas nacionales, sino porque se deberá ser lo suficientemente creativo para seducir con dos proyectos que se sustentan en una cierta idea continuidad, ya sea del actual gobierno o del anterior.
Las internas coloradas serán una verdadera guerra de aparatos políticos. Mientras que el oficialismo tiene la adhesión de la gran mayoría de los nuevos intendentes y concejales de todo el país, además de varios diputados, senadores y algunos gobernadores, el cartismo cuenta con el apoyo de la mayoría de los gobernadores, diputados y el ya mencionado poder mediático-económico de HC. Así, a un año de las internas, es mucho más interesante observar cómo se va distribuyendo la presencia territorial de los movimientos en pugna, antes que sacar conclusiones apresuradas de los guarismos de “intención de voto”.
El éxito electoral del coloradismo en las municipales no debería tomarse como garantía de un triunfo fácil en 2023, no solo porque las disputas locales son diferentes a las contiendas nacionales, sino porque se deberá ser lo suficiente creativo para seducir con dos proyectos que se sustentan en una cierta idea de continuidad, ya sea del actual gobierno o del anterior.
En este punto, volvemos a las filas opositoras y al tema que dio comienzo a este texto: la consigna ANR Nunca más fue ruidosa pero breve, como aquellos aleteos de gallinas que toman impulso sin levantar vuelo. La consigna desapareció incluso de las redes sociales, donde fue tendencia durante varios meses en un capítulo más de esterilidad épica. Por eso, los diferentes partidos de oposición consideran hoy como una necesidad salir del clivaje coloradismo/anticoloradismo, para empezar a priorizar el de cartismo/anticartismo, con la esperanza de una polarización más transversal, capaz de convocar sobre todo al votante colorado crítico del cartismo.
Será un desafío encontrar la manera de que los sectores y diferentes partidos nucleados en el Frente Guasu se sumen a esta iniciativa [la concertación], teniendo en cuenta que sus principios se oponen de manera explícita a los de Patria Querida, que ya está en la Concertación.
El problema con esta apuesta opositora es que tiene como fundamento una excesiva confianza en la victoria de Peña en las internas, con el riesgo de que vuelva a ocurrir lo mismo que en 2017 cuando quedaron sorprendidos con la derrota del delfín de Horacio Cartes. Si es cierto que la oposición podría estar leyendo de forma precipitada unas internas que siguen estando abiertas en su desenlace, no es menos válida la intuición que sustenta dicha lectura: el cartismo, por simbolizar una suerte de simbiosis entre el poder económico, político y mediático, puede funcionar como factor de unificación, cohesión y abroquelamiento de amplios sectores sociales, políticos y empresariales que se sienten amenazados por el eventual retorno al poder de HC.
En este sentido, luego de la mala experiencia en las municipales, la oposición parece estar avanzando en la superación de su fragmentación política. Diferentes partidos políticos impulsan la figura de una Concertación, con la esperanza de consensuar procedimientos claros no solo para la fórmula presidencial de 2023, sino de manera permanente como modo de institucionalizar sus diferencias internas. Será un desafío encontrar la manera de que los sectores y diferentes partidos nucleados en el Frente Guasu se sumen a esta iniciativa, teniendo en cuenta que sus principios se oponen de manera explícita a los de Patria Querida, que ya está en la Concertación.
El año 2022 será un tiempo de definiciones, tanto para el oficialismo que se encamina a una interna vibrante, como para la oposición, que buscará la manera de unir las diversidades que la componen.