Lluvia de jaulas es un documental del cineasta argentino César González, estrenado en el 2020, que se puede ver online en la plataforma play.cine.ar registrándose. Por: Derian Passaglia
Se señala que César González nació en la villa, se señala que retrata la pobreza y la marginalidad. ¿Por qué no se señala el lugar de nacimiento de Mariano Llinás, de Agustina Comedi, de Matías Piñeiro, al momento de hablar de una poética, de las características de una película? El lugar de enunciación en César González produce efectos de realismo: filma la villa, desde la villa, como un vecino más que sufre las consecuencias de la marginación.
Filma desde los márgenes, en las afueras de los centros de poder, con lo poco que tiene. Esta diferencia llama mucho la atención en la forma que elige mostrar la pobreza, como si esa forma tuviera que ver también con una política de autor. Mientras que muchos directores baficeros, que reciben subsidios del INCAA, que provienen de una clase acomodada, están ocupados en trabajos de archivos familiares y en historias de aletargado Nuevo Cine Argentino, César González recupera una tradición que ya fue, la francesa de Cahiers du Cinema, las imágenes de Godard, la alta cultura del cine.
César González se comió a Chris Marker. Lluvia de jaulas no muestra la pobreza desde adentro, no se engolosina con la miseria de forma morbosa, algo en lo que puede caer muy fácilmente alguien que decide llevar una cámara a una villa; Lluvia de jaulas usa la alta cultura del cine para elevar sus materiales, para mostrar la belleza en las frases trágicas de los turros, para preguntarse sobre las condiciones que hacen posible las desigualdades en el mundo. Las palabras danzan en la boca de los pibitos con visera, la soledad y el abandono se sienten en el pucho loco del adolescente protagonista, en los miedos de la piba que fue madre prematuramente, en la pelota picando entre charcos de barro bajo la lluvia.
Es la villa de una forma nueva, nostálgica y hermosa, como si la vida se abriera su camino igual, a pesar de los muertos y de los gusanos que corroen por dentro. La acumulación de imágenes produce otro efecto, que se superpone al realismo costumbrista, en el que la yuxtaposición cobra un sentido hipnótico, narcótico, falopero. Van y vienen sin orden, de los pasillos de la villa al tren, del tren a Retiro, a Plaza de Mayo, a la boca de un turro, a un auto abandonado, a un plato de fideos con salsa, a un patrullero a lo lejos, a un pibito bailando en cuero. Esta yuxtaposición cobra un sentido en la comunidad, crea una comunidad de iguales con la que la cámara se identifica. Acá el sujeto solo vale en la comunidad, lugar al que pertenecemos la totalidad de los seres humanos.