El politólogo y especialista en partidos políticos de Paraguay, Dr. Fernando Martínez Escobar, analiza en esta entrevista exclusiva para El Trueno los últimos acontecimientos políticos del país.
[El Trueno] Referentes de Honor Colorado catalogaron como una “traición al Partido Colorado” el pacto entre los diputados oficialistas con la oposición para remover a Pedro Alliana, presidente de la ANR. ¿Cuál es tu lectura de lo ocurrido?
Fernando Martínez Escobar: Los acuerdos de los movimientos internos del Partido Colorado (ANR) con la oposición son la constante y no lo atípico. En este sentido, luego de Stroessner, ninguno de los movimientos internos de la ANR volvió a monopolizar el poder político institucional. Por lo que lo invariable ha sido la disputa entre fuerzas débiles que, para ganar posiciones, tanto dentro de la ANR como por fuera, se alían con partidos de la oposición. Este tipo de disputa pluralizó el poder político en todas las instituciones del Estado y no sólo en las cámaras.
Entonces, lo que ocurrió la semana pasada en la Cámara de Diputados , me recuerda a cuando en septiembre de 1989 los grupos internos del Partido Colorado con bancas en el Congreso, conocidos como “ex Contestarios” y “Generación Intermedia” impidieron que los miembros del Movimiento Tradicionalista Colorado copasen la Junta Electoral Central (JEC) –lo que ahora se llama Tribunal Superior de Justicia Electoral- con el apoyo de 11 votos del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y 2 del Partido Revolucionario Febrerista (PRF). Años más tarde, durante la constituyente de 1992, el Movimiento Tradicionalista Colorado también se alió a la oposición para impedir la reelección presidencial de Andrés Rodríguez. En consecuencia, lo que vimos en la Cámara de Diputados antes que una anomalía nunca vista, es en realidad un hecho que se repite de manera recurrente, es la forma usual en la que funciona el sistema de partidos en Paraguay.
[ET] Varios analistas políticos afirman que el actual enfrentamiento colorado no tiene nada nuevo. ¿No se debería evaluar como algo inédito que dicho enfrentamiento hoy sea entre dos proyectos de continuidad? ¿El del gobierno de Cartes contra el del gobierno de Mario Abdo Benítez?
FME: Creo que bajo una primera mirada lo inédito en esta disputa es la vigencia del liderazgo de un expresidente con proyección nacional, quien además está al frente de uno de los principales movimientos de la ANR, con la posibilidad de ganar elecciones a través de sus propios candidatos. Esto lo intentaron varios expresidentes desde 1989, pero ninguno logró proyectar su fuerza política para convertirse en uno de los principales movimientos políticos nacionales más allá de sus propias presidencias. En general la regla de la no reelección debilita a los expresidentes. A nivel nacional Cartes ha sido una excepción a esta regla; el Movimiento Añetete lo está intentado con la candidatura de Velázquez. Aunque no podemos dejar de preguntarnos si una hipotética victoria de Velázquez, en las elecciones presidenciales, mostrará la continuidad de Mario Abdo como líder del Movimiento.
Fíjense que hablo de la continuidad del liderazgo nacional de un expresidente, con posibilidades de mantener el liderazgo de un movimiento político, capaz de ganar las elecciones y no simplemente de un liderazgo nacional con continuidad en el tiempo, es decir, que no haya ocupado la presidencia; como lo fue por ejemplo Luís María Argaña. Tampoco me refiero a casos de continuidad política de expresidentes que luego de sus periodos presidenciales lograron cuotas de poder más reducidas como Nicanor o Lugo, ya que el haber sido presidente reduce la fuerza y la continuidad en la dirección de un movimiento político con capacidad de conducir la ANR y el país. En este sentido, lo novedoso es que Cartes se movió por fuera de estas reglas.
Lo que ocurrió la semana pasada en la Cámara de Diputados , me recuerda a cuando en septiembre de 1989 los grupos internos del Partido Colorado con bancas en el Congreso, conocidos como “ex Contestarios” y “Generación Intermedia” impidieron que los miembros del Movimiento Tradicionalista Colorado copasen la Junta Electoral Central (JEC) –lo que ahora se llama Tribunal Superior de Justicia Electoral- con el apoyo de 11 votos del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y 2 del Partido Revolucionario Febrerista (PRF). Años más tarde, durante la constituyente de 1992, el Movimiento Tradicionalista Colorado también se alió a la oposición para impedir la reelección presidencial de Andrés Rodríguez.
[ET] Nos gustaría conocer tu lectura de los últimos acontecimientos ligados al operativo “A Ultranza Py”. ¿Cómo interaccionan las reglas formales e informales de la política con el financiamiento narco? ¿Qué papel juega el desbloqueo en todo eso?
FME: El desbloqueo incentiva la utilización de mayores recursos individuales, dentro de un sistema de competencia en el que el control del financiamiento político ha fracasado. El narcotráfico tiene las puertas abiertas en la política paraguaya.
Por su parte, el sistema de reglas informales en combinación con las formales está en pleno funcionamiento. De hecho, esto es lo que ha mantenido vigente al movimiento de Cartes, quién valiéndose de recursos económicos e institucionales como la justicia o el Ministerio Público, ha mantenido su propia bancada multipartidista en el Congreso. A partir esto ha logrado en varios momentos tener el control de los juicios políticos sobre el Poder Ejecutivo. Lo cual implica que Honor Colorado ha manejado voluntades políticas en el Congreso con capacidad de remover al Poder Ejecutivo y que además lo ha utilizado como elemento de negociación para mantener al Ejecutivo en su cargo bajo la amenaza de removerlo.
Dicho de otra manera, el juicio político es un recurso institucional que se utiliza en base a una regla informal de voluntades políticas que formalmente se traducen en votos en el Congreso y que tienen poco que ver con la causa formal que motiva el juicio político. A su vez estas voluntades políticas están en proceso de ahondar su individualización y dependencia como consecuencia de las nuevas reglas electorales. Dicho de manera rápida, se multiplican las posibilidades de la utilización de financiamiento del narcotráfico en la política.
Entonces, el operativo UltranzaPy, si bien, también golpea al ejecutivo, permite debilitar a Honor Colorado y a su vez hace que el Movimiento Añetete se mueva de una situación de subordinación frente Cartes -expresada en los intentos de juicios políticos y en la “operación cicatriz”- hacia la disputa por un nuevo punto de equilibrio, cuyo resultado aún es incierto, pero que en el presente le concede a Añetete mayor libertad para competir por una nueva distribución del poder. Esto es algo que hace un año atrás parecía imposible.
[ET] Finalmente, ¿cómo ves las chances de la oposición frente a la ANR para el 2023? Recientemente el Frente Guasu y otros sectores de izquierda abandonaron la Concertación. ¿Se podrán unificar criterios para las futuras elecciones presidenciales?
FME: Todos sabemos que un archipiélago de candidaturas a la presidencia de la oposición, o unas pocas con buen arrastre electoral, benefician al Partido Colorado en un sistema sin ballotage. Aún así, cada sector de la oposición juega sus cartas. Cada sector pide lo máximo para luego negociar cierta unidad posible, esa es la base sobre la que están intentando dialogar y negociar.
En términos electorales el Ñemongeta Guasu es un intento del Frente Guasu por generar fuerzas desde las bases y reeditar la experiencia de 2008. Estos encuentros le permitieron a Lugo entrar en contacto directo con las bases del PLRA y otras fuerzas políticas más, para luego presionar a la cúpula del PLRA para que reconozca su candidatura. Lo que Lugo y Sixto Pereira llamaban “la insubordinación democrática de las bases”. Pero ahora no hay “un Lugo” que sobresalga entre sus pares. En el caso específico del Frente Guasu, ellos primero tienen que definir quién será su candidato o candidata, eso no está definido, no está cerrado. Ahí todavía existe una competencia interna importante que se extiende hacia sus candidaturas para las cámaras.
Pero, además, ¿puede una candidatura a la presidencia ser exitosa sin una estructura? Como ejemplo podemos ver que la candidatura de Lugo se montó sobre dos grandes estructuras: la Iglesia Católica y el PLRA. Ustedes recordaran que en el año 2008 Fernando Lugo decía que la izquierda era una linda pileta, pero que estaba vacía y él no quería tirarse a una pileta vacía. El Bloque Social y Popular (en ese momento se llamaba así) y otros sectores de izquierda lo presionaron para que sea su candidato sin el resto de los sectores de la oposición, pero por supuesto, no lo hizo. Lugo se fue con el PLRA en un momento en el que los principales líderes del PLRA pasaban por su peor momento en las encuestas. Recuerdo que en las encuestas de Alejandro Vial de 2006 y 2007 todos los líderes del PLRA juntos no llegaban al 4% de la intención de voto. Pero el PLRA tenía estructura, tenía base y Lugo era la figura que les faltaba. Ahora el escenario es un poco distinto, Efraín Alegre aparece con mayor apoyo electoral sustentado en su estructura partidaria.
Entonces, ¿cómo se posicionan el resto de los actores ante eso? ¿Lazan sus candidaturas para negociar la presidencia, la vicepresidencia o lugares en la lista al congreso? A simple vista hay tres escenarios: en el primero, todos compiten aparentemente por posicionar sus candidaturas a la presidencia, pero a la vez todos saben que en la medida que aumenta el número de candidaturas con arrastre electoral en la oposición, sus posibilidades de ganar las elecciones bajan y por lo tanto manejan un escenario “B” y “C”. Ahí aparece el segundo escenario; las candidaturas a la presidencia compiten por la vicepresidencia. Cada actor juega sus cartas con diferentes estrategias. Kattya González se lanza en el Este del país mirando la alianza con la oposición, pero a la vez envía el “mensaje Prieto”, es decir, que se puede ganar las elecciones por fuera de los partidos más grandes. Por su parte, el Frente Guasu se va de la mesa de presidentes de la oposición de manera “temporaria” para posicionar y definir sus candidaturas, es decir, como vía para mostrar fuerza. Renuncia con piolita. Finalmente, en el tercer escenario algunos jugaran su carta “C” en la confección de las listas para el Congreso.
Fernando Martínez Escobar es Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA); Máster en Acción Política y Participación Ciudadana en el Estado de Derecho por la Universidad Rey Juan Carlos, la Universidad Francisco de Vitoria y el Ilustre Colegio de Abogados de Madrid-España; y Abogado por la Universidad Nacional de Asunción (UNA). Profesor de Ciencia Política del Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires, y de Líderes y Liderazgos de América Latina FSOC UBA. Participa en grupos de investigación CLACSO, UBACyT, GESP, entre otros.