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viernes, enero 24, 2025

Las manos de Mitã Guasu

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Paranaländer identifica la genialidad paraguaya en la música folclórica, y dentro de ella descuella el arpista Félix Pérez Cardozo, mitã guasu que alegra las cuerdas de nuestro tempo.

 

Por: Paranaländer

 

 

El Paraguay del siglo pasado no es epitomizable con su rock, cine, literatura, pensamiento político o arte (pobres). El siglo XX fue más bien pródigo en música folklórica. Pérez Cardozo, parafraseando a Joachim Berendt, arpificó la música folklórica (tal como Coltrane saxonificó el jazz).

Leminski decía que al Mariscal le llamaban Mitãmorotĩ, y a Félix Pérez le conocían sus amigos como Mitã Guasu.

Nació en 1908 en un pueblo llamado Hy’aty (hoy lleva su nombre), a 150 km de Asunción, 10 de Villarrica (mis ancestros son de Loma, una curva fértil a 2 km del pueblo).

A los 15 años empezó a pulsar el arpa diatónica (india, criolla, guarani, paraguaya), armada por él mismo con cuerdas de guitarra, alambre fino y tripa de caballo para completar las 32 cuerdas. A los 18 vino a Asunción al cuartel. Diosnel Chase (1904-1988), cantante villarriqueño del trío junto al guitarrista caazapeño Ampelio Villalba (1890-1937, moriría en Bayres de cáncer de garganta: “total al nacer ya comenzamos a morir”), cuenta que conoció al maestro tocando en una calesita. El trío se mudó a la capital en 1928 y dieron el salto a Bayres en 1931, acompañados por el poeta sanlorenzano Pedro José Carlés (1909-1969), a quien Pérez Cardozo dedicó “Tren lechero”, y es el autor de la letra “Noches del Paraguay”, un estándar de Samuel Aguayo. Félix Pérez dejó dos hijos de distintas madres: Víctor (1930) y Bienvenida (1931).

Pero su hijo más universal es una polca que Ampelio dice que plagió al guyra campana desde una hamaca en Caaguazú y Pérez lo universalizó con su grabación con arreglo para arpa. “Guyra campana” (el sencillo de 78 rpm de Odeon argentina a nombre de Félix Pérez Cardozo y su Trío Típico Paraguay no tiene fecha, quizá de inicios de los 40) hasta fue sampleado por Rolling Stone en 1967 (“dando paso a una especie de polka fuertemente influenciada por la melodía tradicional paraguaya ‘Guyra Campana’”).

Félix Pérez tuvo amistad con pintores como Quinquela Martín, editores (Sopena), presidentes de facto (Gral. Rawson y Gral. Farrell) y especialmente músicos. Entre ellos Atahualpa Yupanqui a quien salvó una vez de la cárcel peronista disfrazándolo de campesino paraguayo con sombrero piri. Políticamente se escoraba hacia la izquierda, sin las estridencias de Flores. Fumaba y bebía mucho como el típico músico trasnochador y farrista. Nadie le podía aguantar el ritmo. Podía pasar días sin dormir o solo se tiraba un rato en la cama. Tenía un coche De Soto alargado como una limusina.

Una pensión de la calle Bulnes 1926 llegó en un momento (1932) a albergar a todas estas luminarias paraguayas: Eladio Martínez, Mauricio Cardozo Ocampo, Félix Pérez, Gumercindo Ayala Aquino…

En 1945 se casó con Victoria Sánchez Dean (su padre era chofer de la presidencia). Tuvieron una hija, Angela Rosa a quien Pérez Cardozo dedicó “Angela Rosa” y “El sueño de Angelita”.

Un Mozart popular sudamericano lo llama uno de sus biógrafos. La SADAIC registra 78 composiciones del genio del guaireño. Félix Pérez tenía un método de composición mozartiano: las melodías estaban antes en su cabeza y luego las interpretaba en su arpa.

Sus grabaciones alcanzan el centenar. Las grabaciones de RCA Victor de los años 30 ya no se encuentran. ”El arriero” (letra de Fontao Meza) y “Che la reina” (letra de Emiliano) fueron las dos primeras grabaciones.

Falleció en su casa de Humboldt y Soler (barrio Palermo) el 9 de junio de 1952 a los 43 años a raíz de un colapso cardíaco, según leyenda abrazado a su arpa. Vida de meteoro la suya al decir de Ortiz Mayans. Hombre bravo, vida breve. Inhumado en la Chacarita hasta su repatriación (enero de 1953, al pueblo natal).

Fue un tipo grandote y pintón de manos delicadas, usaba las uñas largas reforzadas con pega todo, un pegamento de la época, que formaba como una uña postiza que luego se desprendía entera a los 4 o 5 días.

El arpa de Félix Pérez descrito por Lorenzo Leguizamón: cada dos por tres se desencolaba, hasta llegó a tener la caja atada con un pañuelo cerca del encastre del clavijero y entonces él se plagueaba: esta arpa ya no me quiere más.

El arpa misional, construida por indígenas de las reducciones, tenían cabezas de animales adornando sus clavijeros. El arpa intermedia entre el misional y lo actuales se conserva en Villarrica y perteneció a Cristino Báez Monges. Conserva la suavidad de la curvatura del clavijero y el remate con la talla de la cabeza de un caballo.

Después de la expulsión de los jesuitas el arpa diatónica pasó de ser un instrumento litúrgico a un instrumento popular o folclórico.

La primera arpa paraguaya como hoy la conocemos fue construida por Epifanio López en Hy’aty en 1936 a instancias de Pérez Cardozo con la introducción de varias innovaciones como la forma de la curvatura del clavijero, muy parecida al arpa clásica, el centrado de la encordadura con respecto al eje de simetría del instrumento, se añadieron 4 bordonas llevando a 36 el número de las cuerdas, se sustituyeron las 3 costillas centrales de su fondo por una sola curvada que mejora la transmisión sonora.

Félix Pérez o el arpa india.

 

Fuente. Félix Pérez Cardozo. Su vida y su música, Lorenzo Manlio Paris, 2008

 

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