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miércoles, noviembre 27, 2024

Paraguay de 1896

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Paranaländer viaja al Paraguay de 1890 gracias las notas de un viajero franxute: encuentra fábricas de aceite, jabón de coco, de harina, de cerveza Herken, de hielo, mujeres mascando naco, gente bañándose en Villa Morra, Asunción iluminada con lámpara incandescentes…

 

Por: Paranaländer

 

“Según el Dr. de Bourgade de la Dardye, la etimología de la palabra Paraguay sería el siguiente: Para-gua-y — Agua donde hay manchas brillantes.

¡Hermoso país! El día anterior, la Sra. D., atraída afuera desde su morada por los gritos de sus aves, vio sobre la arena una serpiente cascabel enroscada en espiral y durmiendo al sol. El monstruo fue asesinado y, a juzgar por las dimensiones de su cola, ¡debe haber sido de buen tamaño! Las serpientes también son muy numerosas en esta parte de América. El señor M. se rió de mí al ver, días después, en la Recoleta, cerca de la Asunción, tinajas en las que se guardaban serpientes de todos los colores. Son amantes de la música, y muchas veces se los ha visto acercarse lentamente desde la casa, atraídos por los sonidos de piano o violín.

El palacio del último de los López, construido a orillas del río, rematado por fuera, espera aún un arreglo interior que el estado de las finanzas del gobierno paraguayo parece postergar constantemente a lejanas calendas; el Cabildo, la Casa de Gobierno, la Aduana, la estación del ferrocarril en la plaza de San Francisco, con sus extrañas formas, el Teatro, la Catedral, son edificios propios de una capital.

Además, poca o ninguna arquitectura especial. Volvemos a ver, hasta la saciedad, estas columnas dóricas o jónicas, estos arcos de medio punto, que hicieron la alegría de los arquitectos de nuestros monumentos oficiales de Europa.

El mercado merece una mención particular por la extrañeza del espectáculo que, a cualquier hora del día, se ofrece a la vista del turista. Los trabajos allí los ocupan mujeres, vestidas con enaguas siempre igual, sin corpiño, la camisa subiendo, casi flotando, en la base del cuello. Sin embargo, si la vestimenta es sencilla, la coquetería no pierde sus derechos. Pendientes, pulseras, peinetas forradas de oro atestiguan sobreabundantemente que estas hijas de Eva tienen alguna pretensión. Algunas son bonitas. Pero la detestable costumbre que tienen de fumar cigarros enormes, que mascan todo el día entre dientes, no está hecho para darles mucho atractivo, al menos a los ojos de un europeo.

La vegetación es extraordinariamente poderosa, y muchas chozas aisladas, cubiertas de gigantescos bananeros, recuerdan las hermosas descripciones de Bernardin de Saint-Pierre.

En las inmediaciones del pueblo se encuentran dos establecimientos: la «Cancha» y la «Villa Morra», donde los habitantes de la Asunción acuden a cenar, por la tarde, en la época de mayor calor. El primero recibió una instalación de gran importancia. Al fondo de una gran sala, se ha construido un escenario en el que suenan las canciones de algún artista perdido en estos remotos lugares de América. Todo está abundantemente iluminado por lámparas incandescentes o de arco, y esta luz alegre, en contraste con las lámparas humeantes de la ciudad, encanta al visitante.

¡Progreso por siempre! La capital, como muchas ciudades argentinas, pronto estará iluminada por electricidad, sin haber tenido nunca una planta de gas.

Villa Morra era, hace varios años, un simple terreno desnudo. Pero el genio perceptivo del dueño pudo descubrir una fuente de agua mineral, y se han construido piscinas en estos lugares, poco llamados sin embargo, por la naturaleza del suelo, a este importante papel. Pero el propósito de una excursión a Villa Morra no es sólo buscar la acción benéfica de estas aguas. Para los que vienen en busca de frescor y sombra, los canteros de naranjos y limoneros cumplen mejor sus promesas. Algunas fábricas de Asunción utilizan productos extranjeros y también del país. Voy a citar el Molino Nacional de MM. Sagnier et Cie donde tres molinos de porcelana, sistema Wegmann, y una piedra de molino se utilizan para producir 2.000 toneladas de sémola y harina al año. Este último, de consumo creciente en Paraguay, se utiliza para hacer un bizcocho (galleta) cuya forma es semiesférica. La fábrica de Sagnier, como muchas fábricas en Argentina, se calienta con leña y se ilumina con luz eléctrica. El nuevo molino de vapor del Sr. Quaranta tiene una producción más limitada que la precedente. Estas dos fábricas, que bastan para el consumo del país, exportan hasta harina a las provincias del Brasil situadas en el Alto Paraguay.

En Asunción se ha instalado una fábrica de hielo artificial y agua gasificada, así como fábricas de pasta (fideos), velas, cerillas de velas del Sr. Manzoni, aserraderos, etc. Una industria muy interesante ha sido fundada en Paraguay por uno de nuestros compatriotas, el Sr. Mendiondou. Al llegar a este país hace unos años, tuvo la idea de aprovechar los frutos, entonces sin uso, de una palmera muy común en estas regiones, la cocos sclerocarpa (Mbocaya). El fruto exteriormente tiene el volumen y apariencia de una nuez verde. El contenido de aceite, es aproximadamente del 60 al 65%, y el producto es apto para la fabricación de jabones de tocador.  Se ha podido exportar hasta Buenos-Ayres y en la provincia de Matto-Grosso en latas que han servido para transportar queroseno.

El Sr. Mendiondou, beneficiándose de un privilegio otorgado por el gobierno paraguayo, fundó una fábrica de aceite y jabón cerca de una pequeño arroyo, el Mburicao, ubicado en las mismas puertas de  Asunción.

Aquí hay un modelo de privilegio otorgado el 24 de septiembre 1887 al señor Pierre Herken, para establecer, en Paraguay, una fábrica de cerveza: “El Senado y la Cámara de Diputados de la Nación Paraguaya unidos en Congreso otorgan y decretan:”Se concede al señor Pierre Herken el siguiente privilegio por el término de cinco años, con miras al establecimiento de una fábrica de cerveza en este país y la libre introducción, todos los años, de las materias primas que se relacionan a continuación: 2.000 arrobas de  cebada. -100.000 botellas vacías de cerveza — 80 arrobas de  lúpulo— 10 arrobas de cola de pescado. -150,000 corchos. — 8 arrobas de alambre- 10 filtros. – 5 arrobas de plomo”.

 

 

fuente: “De Marseille au Paraguay (Notes de Voyage)”, Édouard Deiss, 1896

 

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