La oposición busca acuerdos para unificar una chapa de cara al 2023: más allá de las intenciones, hay algunos inconvenientes que podrían ser difíciles de salvar.
Por: Héctor Gayoso
En el Partido Colorado las cartas ya están sobre la mesa. La fuerte disputa interna, que es habitual, va subiendo en intensidad y los movimientos Honor Colorado y Fuerza Republicana se encuentran atrincherados en pleno combate electoral.
Así como es habitual el enfrentamiento interno en el coloradismo, lo es también el “abrazo republicano”, cuya consecuencia es la recomposición de cuadros postinternas en bases a acuerdos, que quizá implique concesiones de parte del ganador, pero que normalmente, con excepciones, termina con la ANR trabajando unida a favor de un candidato. Si ocurrirá nuevamente, no se sabe, pero hay chances.
En la oposición, sin embargo, la disputa es aún muy difusa. Quizá, como pocas veces, hay varios candidatos que podrían tener un interesante nivel de aceptación ciudadana. Esto, antes que ser beneficioso puede que esté perjudicando la llegada a acuerdos más rápidos.
A mediados de este año, las candidaturas de la oposición son varias y la Concertación parece avanzar a pasos que no acompañan la premura de los precandidatos.
De hecho, los precandidatos, o la mesa de precandidatos que decidieron conformar Kattya González, Martín Burt, Hugo Fleitas, Soledad Núñez y Sebastián Villarejo y Euclides Acevedo, mantiene un abierto enfrentamiento con Efraín Alegre, el candidato con mayor base electoral y territorial que tiene la oposición.
Ahí está uno de los dilemas de la oposición hasta el momento: ¿cómo elegir al candidato?
Efraín ya afirmó varias veces que será a votazo limpio. Elecciones y el ganador se lleva la chapa. A la idea de la elección vía votos se suma Soledad Núñez, que también ya había afirmado que no se puede elegir candidato por encuestas o entre cuatro paredes.
Sin embargo, Kattya González y Euclides Acevedo no piensan lo mismo. Ellos ya dieron a entender en varias ocasiones que ir a una elección sería dar demasiado ventaja a Efraín Alegre, ya que es sabida la capacidad de movilización y la estructura del PLRA, lo cual lo convierte en el principal favorito a quedarse con cualquier elección donde no esté el coloradismo.
Kattya propone encuestas, apelando a un novedoso, pero no por ello menos extravagante discurso, por el que los instrumentos de medición de la estadística tendrían mayor legitimidad que el acto eleccionario. Es que la diputada maneja guarismos ciertos que certifican que es la mejor posicionada en intención de votos, aunque incapaz de traducir dicha intención en votos por su carencia de estructura política.
Sin embargo, Efraín se mantiene en su posición, que al parecer primará sin mayores sobresaltos en la Concertación, ya que incluso está definida la integración del Tribunal Electoral Independiente.
Los partidos de la oposición, por fuera del PLRA, no están habituados a las contiendas electorales como mecanismo para legitimar sus candidatos. De hecho, fuera del PLRA, las internas son casi nulas, por ende no desarrollan ningún músculo electoral que pueda ayudarlos a juntar votos. Esto hace que con seguridad se imponga el liberalismo en algunas de sus formas (Efraín, Burt o Fleitas).
Pero el dilema de la oposición no se agota en la forma de elegir un representante. Es aún mayor a lo hora de llegar a acuerdos pragmáticos sobre la forma en que ejercerán el poder en caso de ganar las elecciones.
Por ejemplo, Patria Querida es uno de los habituales firmantes de los proyectos de ley más fustigados por la izquierda paraguaya. El famoso proyecto “Zavala – Riera” o la reciente intención del senador Enrique Riera de aumentar la pena a los cierres de rutas también fue apoyado por los legisladores de PQ.
La pregunta que se hace la mayoría de los analistas políticos, por fuera de cualquier fanatismo, es cuál será la forma en que sectores de derecha y ultraderecha puedan acordar con grupos políticos de izquierda en temas claves, como el acceso a la tierra, el régimen tributario, las políticas sociales, entre otras cosas.
Es claro que las ansias de poder pueden conseguir acuerdos. Pero el problema se presenta a la hora de pedir votos.
Patria Querida busca representar a electores para quienes cualquier intento de modificar el statu quo en algunos temas puede parecer peligroso, por ejemplo, una eventual reforma fiscal. Ocurriría lo mismo con sectores de izquierda si es que tuviera que salir a pedir votos a sus bases a favor de alguien que proponga el emprendedurismo empresarial como solución a los problemas estructurales del país.
Probablemente la izquierda ya leyó ese problema antes, es por ello que se apuraron a formar su “Ñemongueta” que los aglutina con una candidatura propia: Esperanza Martínez. De hecho, hay sectores internos que prefieren correr con candidaturas propias a unirse a otros con quienes no hay convergencia ideológica.
Según algunas fuentes, la exministra de Lugo es la que tiene una posición más aperturistas hacia la Concertación, pero sin embargo, el “Ñemongueta” parece convertirse en una especie de refugio por si surja algún candidato que no sea Efraín, con el que tienen mayor afinidad ideológica.
Aun así, con estos dilemas, que no son todos a los que enfrenta una unidad de la oposición, al parecer la Concertación seguirá su camino, pero quedará por saber si los que pierden permanecerán adentro o terminarán consolidando un nuevo tercer espacio.