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sábado, noviembre 23, 2024

Abatí, nariz de indio

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Paranaländer, turista literario del siglo XIX, se pasea por la Calle Saturno, almuerza nariz de indio, va a una conferencia de Domínguez, trepa un árbol considerado Estado, se suscribe al semanario satírico El Rayo, llora el casorio de una niña de 12 años…

 

La Revista del Instituto Paraguayo fue contemporánea de la “Ley de Matrimonio Civil”, Asunción, 1898, cuyo Capítulo III De los impedimentos, art. 9°, rezaba: “Son impedimentos para el matrimonio:

4° No tener la mujer doce años cumplidos y el hombre catorce.

7° La locura”.

En Octubre de 1896, la Revista del Instituto Paraguayo saca a las calles su N° 1 Año 1, y su contenido incluía:

Niccolo Pellegrini llora la muerte del autor de la ópera El Guarany, Carlos Gómez. Entre las publicaciones de la capital, al parecer recibidas en canje por la Revista del Instituto Paraguayo, está “El Rayo”, semanario satírico y de caricaturas, del 2 de agosto de 1896.

El artículo (IX) “Las cuatro épocas de la historia del Paraguay” (Revista del Instituto Paraguayo, N°2 Año 1,  Noviembre de 1896), suelta esta enormidad: “Primera época “pre-historia”, “época ante española”, “no sabemos donde principia”, dice el culto texto, “pero sí que, todo en ella es barbarie evidente”. ¡Mamita!

El cínico historiador o prehistoriador ignorante sigue durante todo un párrafo vergonzoso: “No hay, ya no en el Paraguay, que esto importaría poco, sino ni en todo el continente Americano, alfabeto, hierro, animales de carga, silla, pan, vino ni moral, cosas todas las más rudimentarias para la civilización”. No sé quién es este tal Dr. M. Fernández  Sánchez que firma tal canallada (sentencia totalmente fake) entonces ya.

En el N° 3 de Diciembre de 1896 de la Revista del  Instituto Paraguayo, Alejandro Guanes de su hogar paradisíaco ubicado en el agreste Tebicuary.

Pero la joya de la corona de este número trata de la leyenda del origen del maíz, el abati (nariz del indio según una etimología apresurada y graciosa, free, ñembo poética).

“Ñandeyara compadecióse, les mandó un abá de luz y éste les ordenó bregasen hasta que uno de lo dos muriera: así lo hicieron: llegada la noche el muerto fue enterrado, pero con la prisa dejáronle la nariz sin cubrir y ¡oh sorpresa! en la próxima primavera, en el sitio en que aquella sobresalía del suelo, nació la primera planta de maíz (abatí, nariz de indio). La fuente que da nuestro delirante historiador es Leyendas de los indios guaraníes de Oliveira  Cézar.

Delirio menor es la desternillante etimología quichua de Paraguay: “lluéveme y verás”..

O esta otra adjudicada al padre de Mirabeau: “El estado es un árbol”.

Adivinaron, el firmante una vez más es el inefable Fernández Sánchez.

EL N° 6 de marzo de 1897, es un dossier completo sobre La Muerte del Mariscal en  Cerro Corá.

“La muerte de López es grandiosa y heroica” (cita extraída de “Syracuse Daily Journal”, abril 23 1879, USA).

El N° 7 de junio de 1897 encontramos un poema (“Lo que desean las lágrimas”) de Catulle Mendes traducido por Alejandro Guanes. Se trata de una lágrima nihilista que después de brotar solo desea la nada.

Memorable es la calle Saturno, en el capítulo Nomenclatura Urbana (época de Don Carlos), que salía, se nos dice, de la plaza de San Francisco.

Otra calle que reivindico, y añoro recorrer, tenía el poético nombre de Calle de la Fábrica de Balas.

Se leía entonces (7 de abril de 1897) en la capital el semanario alemán de 7 páginas  “Paraguay Rundschau” (en las cartas de Bertoni se los suele ver parecer).

El N° 10 de agosto de 1897, se transcribe una conferencia de Manuel Domínguez.

“Dadme el idioma de un pueblo y os diré su altura intelectual”.

Cita a Muratori, Voltaire, Chateaubriand y a un oscuro autor de una obra de sorprendente título “¿Ha muerto Dios?”.

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