Paranaländer se encarama del péndulo sesentero para leer cómo se leía a Murena entonces en nuestra city virginal.
Appleyard, patio de manzanas sosas, es un autor que siempre he rehuido, por su aire kitsch antes que por prejuicios más frívolos.
Hete aquí que, por fin, ha llegado la hora de dedicarle un tiempo en donde podría demostrarnos sus quilates ocultos.
El motivo, una impensada reseña appleyardiana de Murena.
Murena, parte del olimpo lingüístico que venero con devoción constante y creciente.
La reseña de “El demonio de la armonía”, H. A. Murena (Sur, Buenos Aires, 1964) por José-Luis Appleyard apreció en la revista Péndulo (p. 34, año 2, n° 4, Asunción, Paraguay, enero-febrero-marzo 1965. Revista trimestral de cultura. Literatura, arte, ciencia).
En la primera frase insinúa nuestro reseñista que es lector asiduo de Murena.
Desgrana las ideas-fuerza del poeta argentino: búsqueda de trascendencia, desencanto.
lámpara votiva de la esperanza, versos irregulares.
Y cita versos del libro verdaderamente “demoníacos”:
“La vida siempre para nada”.
“más te valdría
no haber nacido”.
“Igual
-a una rata-
lo viviente
-con terror cava-
hacia la oscuridad…”.
“Pero aquellos
a quienes una vez
de verdad amamos
para siempre
están en nosotros,
una comarca
de nuestra sangre
son…”.
Así avanza nuestro compatriota por el libro de 99 páginas y 23 poemas de Murena.
Da fuertemente la sensación de que no comprende del todo la obra mureniana.
Lo tilda de pesimista, de usar una forma que no ayuda al pensamiento, pero vindica su contenido por otro lado, sobre todo habla de autenticidad, sinceridad, valor testimonial, blablabla…
¿Qué otras verdades sacamos de esta nota de hace más de 50 años?
Que la editorial Sur distribuía su catálogo en Asunción o que Appleyard viajaba a Bayres a proveerse de las novedades bibliográficas porteñas.
No mucho más.
Quizá quedaría para una ulterior investigación: ubicar donde aparcó la biblioteca de Appleyard y hurgando en ella quizá encontrarse con este ejemplar de 1964. Descifrar las marcas de su lectura, año de adquisición, estado de conservación, si trae notas marginales, objetos marchitos, amarillentos, etc.