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domingo, noviembre 24, 2024

El sueño

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El sueño como lo contrario a lo real, es decir, la ensoñación, lo que está en un más allá de la mente, lo que solo puede alcanzar la mente y volverse parte de la realidad cuando se lo piensa. Por: Derian Passaglia

La panadería El sueño queda en la esquina de San Juan y Paseo Colón. Miércoles y viernes a media mañana, cuando tengo hora libre en la escuela, vengo a escribir y leer acá. Tomo siempre lo mismo: café con leche y exprimido de naranja, ocasionalmente una tortita negra o pastelera. Hay varias chicas que atienden, y hace poco incorporaron un par de chicos. No siempre queda claro. Por la cara de las chicas pareciera que no pagan bien y que lo hacen obviamente en negro. A mí ya me conocen y yo a ellas, pero nunca me pongo a hablar con ninguna más allá de los «buenos días, cómo estás?». Debo resultarles un misterio. Quizá se imaginen que escribo sobre ellas. Esta vez tienen razón.

Hay gente que viene siempre: viejos con bastón, señoras que traen su propio frasquito de alcohol en aerosol, trabajadores de overol, sucios, cansados, manchados de grasa y pintura. Entran y salen los chicos de delivery de aplicaciones con cascos y mochilas enormes en la espalda. Últimamente están viniendo mucho a desayunar los trabajadores del tránsito de la ciudad, porque en Paseo Colón el gobierno rompe la calle con grúas y máquinas enormes con sus negociados de obra pública. Son inconfundibles los trabajadores del tránsito: pecheras fluorescentes y camperas celestes. Están tristes. Los escucho de mesa a mesa. Se cuentan sus problemas y lloran.

La otra vuelta, andando en bici por la ciclovía de Tacuarí, pensé que el sueño era una característica propia de geminianos. El sueño como lo contrario a lo real, es decir, la ensoñación, lo que está en un más allá de la mente, lo que solo puede alcanzar la mente y volverse parte de la realidad cuando se lo piensa. Soñar es como hacer real los pensamientos. Por ejemplo, tengo la extraña sensación de que solo puedo escribir cuando tomo jugo de naranja exprimido, y aunque yo sé en el fondo de que no hay ninguna lógica que una «jugo de naranja exprimido» y «escritura», se vuelve real cuando lo pienso.

Por eso los sueños son otra forma de la lógica, que completan la realidad, no la excluye. Dos momentos del siglo XX: el psicoanálisis y el surrealismo. La manifestación del inconsciente y su disciplina teórica por un lado, la práctica estética de esa mecánica por el otro. Todo el siglo XX y todo el universo entero parece sueño si se les cambia la lógica, si se piensa que no interviene otra cosa más que el azar y los deseos en la conformación de las cosas.

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