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sábado, noviembre 23, 2024

Escritores a veces mentirosos

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Paranaländer recibe de ofrenda parisina un ejemplar febrerino de Le Canard Enchainé directamente de la cornucopia cosmopolita de la antropóloga Gloria Scappini, primera acreedora del programa de residencias en humanidades «Branislava Susnik», Medvode, Eslovenia.

 

En la edición del miércoles 8 de febrero del año 2023 (número 5335, año 107, precio, 1, 50 euro), sección Lettres ou pas Lettres, del semanario  “Le Canard Enchainé”, leemos una reseña del impagable escritor satírico Frédéric Pagès.

Esta columna ya ha oído hablar de él, usando el seudónimo de Jean-Baptiste Botul, perpetrando esa desopilante obra titulada “La vida sexual de Emmanuel Kant”, donde unos discípulos del filósofo alemán deciden fundar una colonia kantiana en Paraguay, regida por los ideales éticos ultra austeros de su maestro, bautizada como Nueva Konigsberg.

Aquí Pagès se limita al modesto trabajo de reseñista (recordamos que en 2022, hace un año, le pillamos que reseñaba un libro sobre Madame de Staël).

Realizamos una traducción acelerada y semi cleptómana kosztolanyiana de la reseña con la inestimable cooperación de google translate, considerando que es una joya caída del cielo de febrero.

“A Stendhal no le falta aire: una de sus ‘Crónicas italianas’, un diario de viaje que se supone que relata una experiencia vivida, está firmada desde Palermo, ciudad que nunca ha pisado.

En «Roma, Nápoles, Florencia», se quedó sin aliento ante las ruinas de Paestum: «Habría demasiado que decir sobre la arquitectura de los templos de Paestum y cosas demasiado difíciles de entender». Tiene razón en no decir nada al respecto, nunca ha estado allí.

Vayamos hacia el norte. La Chaud-des-Fonds, ciudad relojera hermana del Jura suizo, ha visto nacer un «jactancioso» de primera categoría. Freddy Sauser, también conocido como Blaise Cendrars. Sufriendo de complejo cantonal, odiando la tibieza suiza, atraído por las luces de París, Cendrars se acomoda voluntariamente con la realidad. A un lector amigo de «La Prosa del Transiberiano», que le preguntó si realmente había tomado el famoso tren, le respondió correctamente: «¿Qué te puede importar si yo te llevé hasta allí?».

A estos 23 escritores, Roulet los admira y los defiende, sigue a algunos de ellos sobre el terreno, señalando algunos «engaños» rápidamente perdonados.

También salva la fuerza fuerza imaginativa que los propulsa. A orillas del lago Lemán, va en busca de Proust, de vacaciones, en Evian-les-Bains, donde, hasta los 34 años, el joven Marcel acompañaba a su padre y su madre al Hotel Splendid.De Ginebra a Evian, el gusta tomar el pequeño tren que hacía un alto en Amphion, donde podía saludar a la poetisa Anna de Noailles.De esos recuerdos Proust hará su miel, fusionará el Splendid con el Gran Hotel de Cabourg en Gran Hotel de Balbec, como si el Léman tuviera un perfume de océano: “Solo redescubrirá el sabor de su vida junto al mar cuando regrese cerca del lago”, comenta Roulet.

En las mismas orillas, no olvida dibujar el retrato de Nicolas Bouvier, el escritor viajero, hijo y nieto de universitarios ginebrinos, de prestigioso pero pesado linaje. «Mi nicho académico estaba casi preparado», escribe el autor de ‘El uso del mundo’, “con cuenco y paja, y no quería que me llamaran Médor». Él toma la lección y huye a la India al volante de un Fiat Topolino extenuado.

Otros suizos tienen el honor: Jacques Chessex, Robert Walser el solitario -amante platónico de Frieda, a quien  escribe una sola carta por año, en Navidad-, Agota Kristof, de origen húngaro (“Ella se apoya en pocas palabras. Ella las quiere sólidas como las piedras de un vado”).

Completan esta compañía cosmopolita, James Baldwin y Roger Vaillant pasando una cabeza.

El invitado sorpresa se llama Friedrich Nietzsche, En 1882, casi ciego, él está entre los primeros clientes de la “bola Hansen”, máquina de escribir danesa con teclado surrealista en forma de coliflor.Después de unos inicios prometedores, la máquina termina rota.Desamparado el gran Fritz, se pone en busca de “una joven persona inteligente y bastante cultivada que pueda trabajar con él”. ¡Bello como el reencuentro de un filósofo y de una estenodactilógrafa!”

 

“PORTRAITS CLANDESTINS”, Daniel de Roulet, La Baconnière, 192 p., 20 euros

 

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