Paranaländer debe pasar unos días sin el rostro embadurnado de la vital urucu y para tal trance aburrido debe imaginar un escenario donde las actividades se reduzcan significativamente a cosas que se puedan realizar en la cama.
“El urucu también tiene para los arawetés un sentido de estado normal de los humanos y es es utilizado sólo a partir de determinado estadio de la producción del cuerpo:
Días después del nacimiento […] las criaturas ya comen cará, batata y banana, masticados
por la madre. Mandioca, maíz, otras frutas y carne sólo son introducidas en la dieta cuando
ellas ya están “listas” (aye) – esto es, cuando ya demuestran “consciencia”, después
pasan a gatear, andar, etc. – que es también cuando reciben el nombre, y pueden
ser pintadas de urucu, símbolo del estado normal de salud (dolientes no se pintan)
y de la comunidad de los vivientes”. (Viveiros de Castro 1986: 448-449)
Este precioso extracto sobre los araweté (pueblo tupí-guaraní del Brasil) me da pie para divagar sobre cosas que hacemos o no podemos hacer estando enfermos, achacosos, dolientes, con pire vai, depres, etc.
Leer: en un mundo donde los imperativos de la economía y producción son tan impostergables, uno fantasea siempre en enfermarse para quedarse en cama y pasar los días leyendo. Claro, debe tratarse de una broma de enfermedad, un pie magullado, una gripe leve de antaño, etc.
Comer: en una escena de la película española “Atraco a las tres” (1962), uno de los empleados, complotados para el atraco al banco donde trabaja, se desespera durante los ensayos previos ante la irrupción de un control policial y termina en el hospital operado (33 min). Y la escena lo muestra al hospitalizado, “el pobre Martínez”,recibiendo la visita de sus colegas del banco (y compinches en el plan de atraco). Justo es la hora de la refección y el pobre sueña que lo vuelvan a operar o le den un largo reposo para seguir disfrutando de las suculentas pitanzas del hospital.
Cine Español (Película completa). Atraco a las tres. 1962.
Dormir: es el estado perfecto al que aspira esa suerte de yogui del reposo médico. Largos ramalazos de sueño en bruto sin imágenes.
Beber: recuerdo una vez en mi nativa Lambaré, cruzando despreocupadamente descalzo patios poblados de yuyos y ñuatis, alambrado guyrupi, me picó en un pie cierto insecto, al parecer se trataba de un hermoso ejemplar de lembu toro, esos escarabajos con cuernitos. Me compró unos ñoños y me los tomé viendo hincharse el pei a la medida de los tragos de la cerveza. Medida altamente profiláctica pensé, analgésica, más que inflamatoria, pues el pie siguió un par de días hinchado y luego desapareció solito.
Ver películas o escuchar conferencias filosóficas en youtube: esto también depende del nivel de concentración que permita la dolencia: un dolor de cabeza o fiebre descartan toda posible concentración ante una pantalla.
Meditar o elaborar un poema mentalmente un poema en la cama: es el estado ideal, la del enfermo, para escribir largos poemas de denuncia de la crueldad o estupidez ínsita de la humanidad, sobre la crueldad de la existencia, la inutilidad de nuestros proyectos vitales, etc.
Hablar por teléfono o WhatsApp: hay gente que te llama estando enfermo de covid o dengue y te suelta interminables monólogos y perotas telefónicas whatsappeadas. La excusa, hacer terapia gratirola, desahogarse de la angustia que le perturba e inquieta.
Oír música melancólica: esto no sé si es factible cuando el doliente también está depresivo, en que su malestar le sume en realidad en una profunda depresión y desgana, que solo cierta música blue, triste, puede sanar o exorcizar.
Elaborar una,lista de métodos infalibles de suicido: esto es muy recomendable para pasar el rato pero a la vez para entrenar la imaginación y por ende recuperar la vitalidad decaída por el morbo.