A casi un mes de las elecciones presidenciales de abril, Paraguay está inmerso en un clima político en el que la oposición se encuentra dividida, pero no únicamente entre los candidatos, sino entre los propios electores.
Lo que sucede es que la identidad y las preferencias de quienes votarán por una opción opositora son heterogéneas, casi incompatibles.
Por un lado, están los que buscan que se dé la alternancia en el poder político, es decir, que se produzca el desplazamiento de la ANR en favor del PLRA, con la finalidad inmediata de que haya un nuevo reparto de cargos y recursos para la dirigencia liberal. Aquí se ubican los afiliados al PLRA y aquellos que empujan el carro de la Concertación.
Sin embargo, hay otro grupo, que no solo no quiere que el coloradismo se imponga, sino que rechaza rotundamente a todos los políticos y exige una opción radical que les represente, más allá de la lógica clientelar.
Finalmente, de forma mas reducida, están también las bases del Frente Guasu, ahora divididas, ya que un importante sector apoya a la fórmula que encabeza Euclides Acevedo, con Jorge Querey como vicepresidente.
En este contexto, Efraín Alegre no logra erigirse en el candidato aglutinador de estas diferentes aspiraciones, anhelos y propósitos. Es un candidato que no puede trascender su insuficiente base militante, los ya convencidos, a quienes se limita a fidelizar. Sole Núñez, su compañera de fórmula, asume una tarea casi imposible: interpelar al sector que más rechaza a Alegre, votantes urbanos de clase media alta. Fuera de dicho segmento, Núñez es desconocida.
Es importante no perder de vista que Efraín Alegre es un político que va por su tercera candidatura. Este hecho, sumado a su larga trayectoria política como diputado, senador, ministro, presidente del PLRA, lo posiciona como un integrante atornillado en el establishment político paraguayo, lo que le resta atractivo a ojos de muchos votantes que buscan algo radicalmente nuevo.
Por su parte, Santi Peña ha logrado unir al Partido Colorado. A diferencia del 2008, donde Castiglioni no participó de la campaña y su movimiento hizo brazos caídos, actualmente Wiens participa de todos los mítines y el Movimiento Fuerza Republicana está plenamente integrado a la Lista 1.
Más allá del aspecto institucional partidario, Peña ha sido eficaz en presentar su figura como el símbolo de la renovación del Partido Colorado. El énfasis en su formación y su juventud le ha permitido captar la atención de muchos votantes que desean una opción fresca y novedosa.
Un dato no menor es que a Santi no se le atribuyen hechos de corrupción, mientras que sobre Efraín pesan sospechas de malversación de fondos durante su paso por el MOPC. Más allá de la veracidad o no de esos hechos, ese relato de corrupción se ha impuesto en algunos sectores de la opinión pública. Esto es fundamental a la hora de entender por qué su persona no entusiasma al votante aun indeciso ni a sectores desencantados con la política.
Por el contrario, Paraguayo Cubas es una figura antisistema, que, entre sus propuestas, está la de patear el tablero de la política y barajar de nuevo. Es justamente lo que están esperando escuchar las personas más decepcionadas con la clase política y, por eso, Cubas está hoy fuertemente posicionado.
Los votos de Payo serán difíciles de transferir a Alegre debido a las características propias de sus electores. Sus seguidores son personas que rechazan la vieja política y, en ese sentido, ven en Alegre a un político aún más tradicional que Santi Peña.
Si bien no se puede hablar de una tendencia irreversible, la unidad de la ANR, el perfil de Peña y la fragmentación del electorado opositor indican que el candidato colorado llega mejor posicionado a las elecciones del 30 de abril.