24.1 C
Asunción
sábado, noviembre 23, 2024

La revolución es lo que pasa después

Más Leído

Paranaländer recorre los años revolucionarios de los 30 y 40 del siglo pasado, años de sueños abortados, leyendo la novela autobiográfica inédita del escritor concepcionero Emilio Armele (1915-1994).

 

“Tierra castigada y más” de Emilio Armele Maluf (fondec, 2023) es un libro de 250 páginas que reúne poesías inéditas o publicadas previamente en revistas concepcioneras y asuncenas, artículos varios, la mayoría de “Siria y Líbano” (1946-48), revista mensual fundada por el autor, un fragmento de una novela breve “Vuelos prohibidos”y, sobre todo, la novela de 133 paginas “Tierra castigada”.

Emilio Armele Maluf nació en Concepción en 1915 de padres libaneses (procedían de una región desértica o con  mucha arena -en árabe, raml, y de ahí vendría el nombre que se le dio al que se radicó en Baskinta “El Rmaile” que la fonética francesa en la redacción de los pasaportes transformó en Armele)  y murió en 1994.

“Tierra castigada” es una novela autobiográfica cuya dedicatoria puede ayudar para comprender su cometido: “a las juventudes frustradas de las décadas del 30 y 40”.

Fue escrita o terminada en diciembre de 1962. En ella seguimos la trayectoria vital de Rafael Lateba, trasunto albanés y no libanés de Amele, desde la Guerra del Chaco, la revolución de febrero, el apresamiento en Isla Margarita, pasando por la primavera democrática hasta su regreso al país pos guerra civil del 47.

Es la novela de la juventud de la revolú febrerista, no solo por ser Lateba un excombatiente de la Guerra del Chaco sino porque su afiliación al Club 17 de febrero significó luego un estigma para él.

También es una novela de amor insatisfecho. O imposible como el cambio en Paraguay.

Narrada en primera persona, el gran mérito de la novela estriba en que a través de la mano del narrador viajamos todo el rato en tranvías ruidosos o vamos a la campana en tren humeante y al Chaco en barco por el río Paraguay. Si se filmara hoy, a la producción le costaría un perú crear esa ambientación hoy extinta.

El título de esta columna es solo una parte reducida y contraída de una afirmación más extensa: “La revolución no es el golpe, es lo que viene después”.

A partir de ella se pueden elaborar todo tipo de disquisiciones y especulaciones filosóficas.

Ve el error de sus compañeros de generación que sueñan con el cambio y la revolución en que conciben a ésta como esencialmente como golpe y zarpazo dado sobre el status quo dominante. No piensan en la construcción, la fusión de intereses, pensamientos, discusiones, para alcanzar un programa común auténticamente revolucionario y no mera fiesta golpista de ebriedad y desahogo.

Lateba no es realmente un militante, coquetea con el comunismo, pero no acepta su método caudillista y en el fondo también autoritario.”Yo no trabajo para un caudillo. Busco un partido organizado y que se ocupen en localizarme. Sin organización no funciona ningún partido o movimiento”, le escupe a uno de esos dirigentes personalistas de la revolú  que solo esperan obediencia y disciplina silenciosa de sus cuadros.

El pesimismo del título del libro que apunta a una tierra condenada (porque todos se tomaban contra todos, “colorados contra menos colorados, liberales contra menos liberales, comunistas contra menos comunistas. Febreristas contra todos”) se comprende con las reflexiones que puntean la narración. “Antes cada 18 había borracheras de caña. Ahora el 17 (de febrero) se emborrachan con palabras altisonantes de políticos que imitan el viejo estilo”.

Las radios -las únicas entonces, las argentinas- perifonean woogie woogie y jazz (Santa Paula Serenaders y Barry Moral) y las noticias políticas del país guaraní que la prensa local oculta.Comen en el Germania, compran libros de Levinson (Engels, Marx, Ortega, Ingenieros), leen Tit Bits, beben Sinalco, toman cerveza en el bar La Bolsa, se cortan el cabello en Blanco y negro…

Hay toda una hermenéutica Armele sobre el espíritu revolucionario paraguayo. “El orden del 36 era, para los del 35, desorden. Todo es cuestión de interpretación”.

La escena final, cual peli de época, se cierra, sin embargo, con signo positivo, sobre el descubrimiento impensado de que la mujer que amó, y que le rechazó dos veces, como un ideal revolucionario, murió al parecer amándolo finalmente de alguna manera platónica y también ideal.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Más Artículos

Últimos Artículos