Paranaländer quiere iniciarse en la etnoficción, género híbrido entre la novela y el estudio, y que ya consideramos uno de los legados que nos ha dejado el antropólogo Marc Augé, lamentablemente muerto en el inicio del día de hoy.
“En Francia, también imaginé la etnoficción, me interesó lo ordinario urbano e imaginé como objeto de estudio la exploración en el metro, un lugar tanto de identidad como de alteridad, de memoria y cruce”. Esto dijo el etnólogo franchute Marc Augé (1935-2023) quien ha fallecido la noche del 23 al 24 de julio.
¿Qué es la etnoficción para Augé?
En Journal d’un SDF. Ethnofiction (Seuil, 2011) y THE WAR OF DREAMS EXERCISES IN ETHNO-FICTION (Seuil 1997) define su sentido y objetivos:
“¿Por qué etnoficción? En los últimos años, trabajadores sociales o miembros de organizaciones benéficas han denunciado la aparición de una nueva categoría de pobres: tienen trabajo, pero ingresos insuficientes para pagar el alquiler. Se quedan donde pueden, en un albergue, con amigos o incluso en su coche. En algunos municipios, la administración los designa con las siglas SDS, “Sans Domicile Stable”, es decir, ‘sin domicilio estable’, fórmula que se supone que los distingue de las personas sin hogar en sentido estricto. El fenómeno no es raro y se está extendiendo. Verónica Vasseur, director médico, lo enfatiza en una de sus obras, “À la rue2 (Flammarion, 2008). Traté de imaginar el viaje de uno de estos nuevos vagabundos en este libro, que no es ni un estudio ni una novela, sino una «etnoficción». ¿Qué es una etnoficción? Una historia que evoca un hecho social a través de la subjetividad de un individuo en particular; pero como no se trata de una autobiografía ni de una confesión, es necesario crear este personaje ficticio «desde cero», es decir, a partir de los mil y un detalles observados en la vida cotidiana”.
“¿Por qué este recurso a la ficción? Lévi-Strauss señaló en su “Introducción a la obra de Marcel Mauss”, sobre la noción de “hecho social total”, que para comprenderlo en su totalidad, sería necesario poder integrar la visión subjetiva de cada uno de los que participan en él. Estoy haciendo aquí lo contrario: estoy describiendo una situación individual y una subjetividad particular, y dejo al lector imaginar la totalidad social que expresa a su manera –y de la que él mismo, además, se forma una idea más o menos precisa a lo largo de los días a partir de los periódicos, las noticias y los intercambios que tiene entre sí. Los efectos, los caminos en la conciencia individual de una situación inducida por un fenómeno general cuya medida tomamos con palabras hechas (crisis, desempleo, moral doméstica, etc.) y estadísticas objetivas, debemos tratar de imaginarlos. Esto es también lo que hacen los “encuestados” cuando contestan los cuestionarios diseñados para ellos. Los sociólogos que recogen sus respuestas las transforman en datos objetivos. Pero la selección de elementos y la explotación de las respuestas enmascaran narrativas que nunca verán la luz del día. Imaginar una de estas historias es una ficción, como lo es cualquier historia de vida, incluida la historia autobiográfica, que es ante todo una reconstrucción.
La verdad no es la transcripción literal (suponiendo que sea posible) de los elementos de la realidad. Los novelistas están convencidos de esto, pero a veces toman como punto de partida, antes de escapar, un tema, una palabra o un concepto tomado de la antropología. El antropólogo aquí hace lo contrario: usa el modo de exposición del novelista para sugerir la suma de carne, de emoción, incertidumbre o angustia que ocultan los temas que ha privilegiado, las palabras que ha utilizado y los conceptos que ha tratado a desarrollar, por ejemplo, en este caso, las de lugar y no lugar”.
“La etnoficción podría definirse de acuerdo con estos dos puntos de vista: por un lado, un intento de analizar el estatus de la ficción o las condiciones de su emergencia en una sociedad o en un momento histórico específico; por otro lado, un intento de analizar los distintos géneros ficcionales, su vinculación con las formas del imaginario individual o colectivo, con las representaciones de la muerte, etc., en distintas sociedades y en distintas coyunturas”.
Marc Augé, antropólogo formado en universidades francesas, ha estudiado y escrito abundantemente sobre las culturas del norte de África. Mientras enseñaba y dirigía seminarios en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, es autor de numerosos estudios de cultura contemporánea, incluidos El cruce de Luxemburgo, Haciendas y castillos, y No-lugares: una introducción a la antropología de la sobremodernidad.