El presidente electo de Guatemala, el progresista Bernardo Arévalo, ratificó su promesa de recuperar la confianza en la democracia, al celebrar un amplio triunfo electoral.
Pese a la gran ventaja de Arévalo sobre su adversaria y exprimera dama Sandra Torres en el escrutinio, la atención rápidamente viró hacia si el presidente electo podrá asumir el cargo, en medio de esfuerzos de la Fiscalía General de revocar la personería jurídica de su partido.
Con el 100% de los votos contados, Arévalo, líder del Movimiento Semilla, obtuvo el 58% contra el 37% de Torres, que disputaba su tercer balotaje, aunque los resultados oficiales aún deben ser certificados por las autoridades electorales del país centroamericano.
«Sabemos que hay una persecución política en curso que se lleva a cabo por medio de las instituciones y fiscalías y jueces que han estado cooptados corruptamente. Y nosotros sabemos que eso está en curso», dijo esta madrugada Arévalo en conferencia de prensa.
«Quisiéramos pensar que la contundencia de esta victoria va a hacer evidente que los intentos de descarrilar el proceso electoral no van a tener lugar. El pueblo de Guatemala ha hablado contundentemente”, añadió.
Arévalo, de 64 años, contó que el presidente saliente, el derechista Alejandro Giammattei, lo llamó para felicitarlo y le dijo que ambos comenzarían a planificar la transición al día siguiente de que sean certificados los resultados del balotaje de ayer.
La promesa del mandatario saliente llega luego de que, una hora antes de que se certificaran los votos de la primera vuelta electoral de junio, el mes pasado, la Fiscalía dijera que investigaba las firmas que había recogido Semilla años antes para registrarse como partido.
A pedido de la Fiscalía, un juez suspendió luego la personería jurídica de la agrupación de centroizquierda hasta que una corte superior intervino y dejó sin efecto el fallo, que había generado dudas sobre si Arévalo iba a poder competir en el balotaje.
Torres, del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), no ha reconocido aún su derrota.
En un comunicado, el comité ejecutivo del UNE se declaró «en sesión permanente» por lo que definió como «acontecimientos registrados con el conteo de votos» por parte del Tribunal Supremo Electoral (TSE).
Aunque el partido dijo respetar el Estado de derecho, afirmó que fijará «una postura definitiva cuando se esclarezcan los resultados con total transparencia».
El TSE deberá certificar el resultado de las elecciones en las próximas horas para allanar el camino para la asunción de Arévalo el próximo 14 de enero por un período de cuatro años, en sustitución de Giammattei.
«El pueblo de Guatemala ha hablado contundentemente», «basta ya de tanta corrupción», dijo Arévalo a la prensa en Ciudad de Guatemala tras ganar el balotaje presidencial con un fuerte discurso contra la corrupción, un mal endémico en el país.
«Ahora, unidos con el pueblo de Guatemala, lucharemos contra la corrupción», añadió, acompañado de su compañera de fórmula, Karin Herrera, informó la agencia de noticias AFP.
El presidente electo contó que lo llamaron para felicitarlo y hablar de una agenda común los presidentes de dos países vecinos, el mexicano Andrés Manuel López Obrador y el salvadoreño Nayib Bukele.
«La victoria de Arévalo significa una derrota de la vieja política, del oficialismo y de los nostálgicos de la Guerra Fría. Se inicia una época distinta para nuestro país y habrá que estar movilizados para una transición en paz», dijo a AFP el analista independiente Miguel Ángel Sandoval.
Hijo de un mandatario que dejó huella, Arévalo era el favorito del balotaje. Su holgado triunfo es atribuido a que generó esperanzas de cambio en un país sumido en la pobreza, la violencia y la corrupción, que inducen cada año a miles de guatemaltecos a emigrar.
Pero es visto con aprensión por la élite política y empresarial que dirige el país, acusada de corrupción, y los palos en la rueda puestos por la Fiscalía a su campaña se interpretaron como intentos de marginarlo del balotaje para impedir su llegada al poder.
Miles de simpatizantes de Arévalo celebraron su triunfo en plazas de la capital y otras ciudades.
Los embajadores de Estados Unidos y de la Unión Europea (UE) expresaron su disposición a trabajar con Arévalo.
«De parte de mi gobierno, la posición es que dejen a los que fueron electos gobernar y asumir el poder», dijo el embajador estadounidense, William Popp, a la televisión guatemalteca.
«Lo que va a ser importante ahora es un consenso a nivel nacional para garantizar la gobernabilidad», indicó el representante de la UE, Thomas Peyker.
Torres, de 67 años, tuvo el apoyo silencioso Giammattei y de la poderosa élite empresarial aliada del gobierno. Su partido, UNE, era de centroizquierda en sus orígenes, pero en los últimos años ha girado hacia la derecha.
Torres venía poniendo en duda desde el viernes el proceso electoral y pidió a la justicia que garantizara la limpieza del balotaje.
La candidata recibió también el apoyo silencioso de varios partidos de derecha, pastores evangélicos y de la fiscalía.
Sociólogo, filósofo y diputado, Arévalo es hijo del primer presidente elegido democráticamente en Guatemala, Juan José Arévalo (1945-1951), y promete seguir la senda de su padre con una fuerte agenda social y de cambio.
Analistas señalan que Guatemala vive un retroceso hacia el autoritarismo como reacción del establishment a la Cicig, un ente creado por la ONU que investigó la corrupción gubernamental entre 2007 y 2019.
En 2019 el entonces presidente derechista Jimmy Morales cerró la Cicig, y Giammattei no quiso resucitarla.
En un país fuertemente conservador y religioso, Arévalo descarta legalizar los matrimonios igualitarios o el aborto, que solo está permitido si hay riesgo para la madre.
Su llegada al poder marcará el fin de 12 años de gobiernos de derecha.
Fuente: Télam.