Paranaländer vichea al Jaguarovy nimuendajuano en la novela “El tigre azul” (1938) del novelista judeoalemán, convertido al catolicismo para despistar gua’u al nazismo, Alfred Döblin (1878-1957).
“Ha sido anunciado: en el cielo, bajo el asiento del Gran Padre está tendido el tigre azul. Cuando la tierra se envilece, tórnase colérico el Gran Padre y manda al tigre azul a que la destruya”. (EL TIGRE AZUL, ALFRED DOBLIN, FUTURO, 1945, BAYRES)
Esta edición argentina de uno de los libros de la trilogía Amazonas del escritor aleman Alfred Döblin (1878-1957), fue regalo de un amigo (o ex amigo) paraguayo radicado hace más de una década en Haedo. Y lo perdí cuando se lo presté sin devolución a otro amigo asunceno (o ex amigo).
Ahora he accedido a la edición brasileña. “O Tigre Azul. Epopeia dos Jesuítas nas Missões sul-americanas” (Aetia Editorial, 2022, São Paulo | Londrina).
Perseguido por el nazismo por su condición judía y estirpe expresionista, se exilió en París, donde escribió la trilogía, comúnmente conocida por el título de Amazonas, y se convirtió al catolicismo leyendo las tediosas Cartas Anuas.
La trilogía Amazonas está compuesta por las novelas: Das Land ohne Tod (La tierra sin muerte/mal); Der blaue Tiger (El tigre azul) Y Der neue Urwald (La nueva floresta virgen).
Entiendo que la versión (perdida) argentina de Futuro se habrá basado en la primera edición, por la editora Querido (Amsterdam, en dos volúmenes, publicados en 1937 y 1938).
Los manuscritos de la obra se encuentran en la Deutsches Literaturarchiv Marbach (Alemania), y Alfred Döblin ofrece detalles de la génesis de esos textos en el ensayo “Epilog” (Epílogo), publicado en 1948.
Esta traducción brasileña a cargo de Celeste Ribeiro-de-Sousa de O tigre azul, segundo volume da trilogía Amazonas, se basa en la edición alemana de 1963. El tigre azul trata fundamentalmente de la evangelización de los indios guaraníes por los jesuítas, estando apoyado en datos históricos y elementos mitológicos.
Sobre las fuentes consultadas por Alfred Döblin para escribir “El tigre azul», C. D. Godwin en su traducción de Der blaue Tiger al inglés, cita, como fuentes de la novela, la monumental “Histoire du Paraguay” en seis volúmenes (1757), del jesuíta francês Pierre-François-Xavier de Charlevoix; “La religion des tupinambá et ses rapports avec celle des autres tribus tupi-guarani” (1928), del suizo Alfred Métraux, y también “History of Brazil” en 3 volúmenes (1810-1819), de Robert Southey.
Alfred Döblin nunca estuvo en América del Sur.
La figura del tigre azul encuentra, así, paralelo en la bestia del Apocalipsis y, en Döblin, apunta para la esclavización de los indios, el fin de la Orden de los jesuítas en 1773 y para la fatídica ascensión del nazismo (1933-1945).
¿Por qué escogió Döblin la palabra “tigre”, que da título a su novela épica, y no optó por la palabra “jaguar”, usada por Alfred Métraux, fuente de sus informaciones? ¿Métraux, que leyó a Curt Nimuendajú Unkel, y es quien ofrece la transcripción de dos sonidos indígenas – Jaguarový (jaguar azul)?
Nimuendajú es el primer estudioso en pesquisar la mitología de los indios apakokuva-guarani con quien convivirá por largo tiempo, habiendo adoptado para sí, inclusive, un nombre indígena: Nimuendajú. Es de su autoría el texto As lendas da criação e destruição do mundo como fundamento da religião dos Apakokuva-Guarani, publicada en alemán en 1914 En esa obra, Jaguarový (jaguar azul) aparece como elemento cósmico de destrucción. En la mitología guaranítica, Jaguarový, destruirá a la raza humana en el fin de los tiempos. En las palabras del etnólogo alemán: “Jaguarový, el Jaguar Azul, es un demonio legítimo, un ser completamente sobrenatural e inmortal. Su lugar, hoy en día, está debajo de la red o hamaca de Ñanderuvuçú, donde aguarda la orden del dios para lanzarse contra la humanidad”.
La traductora francesa de esta novela de Döblin – Juliette Bruno-Ruby – no sigue a Métraux, pero sí al novelista alemán, y mantiene el título Le tigre bleu. El traductor inglés prefiere quedarse con The blue jaguar.
“Llegada a Guayra. EL gran cortejo alcanzó la provincia de Guayra. Era una extensa región en la margen izquierda del río Paraná, desde el río Iguaçu hasta el río Tietê. Al este, el territorio hacía frontera con los portugueses, al Norte había florestas y ciénagas desconocidas. Las gentes oscuras que vivían – al este, los tayaobas y los ibiraiaras – estaban esparcidas en pequeñas aldeas y cultivaban el suelo. Aquí crecían cedros, pinos, abetos, tamareiras, había cera y miel, y simientes”.
“Asunción estaba rodeada de fuertes empalizadas. En el interior vivían seiscientas personas blancas, la mayoría mujeres de piel oscura. Tanto en el interior como en el exterior de la ciudad vivían familias de color y grupos de trabajo. Además del cultivo de la tierra, también existía la ganadería. Porque los caballos y el ganado dejados por los primeros conquistadores se habían multiplicado enormemente en la infinita estepa herbácea, así como los jaguares, que se alimentaban de ellos, pero la fertilidad del ganado y de los caballos superó el apetito de los jaguares. En este nido vivían deprimidos el gobernador don Álvar y su noble hijo. Era obispo un tal don Reginaldo de Lizárraga, de la Orden de Santo Domingo. De nariz larga, aspecto triste y postura encorvada, parecía un pollo con las plumas chorreando lluvia. Hablaba constantemente de sus problemas digestivos con el gobernador. Asunción era un lugar sucio y podrido, había muy pocas verduras; para comer ofrecieron un buey entero como si las personas fueran leones y además el pueblo todavía era muy perezoso, no deja asar bien la carne; prefieren masticar animales vivos. Además, faltaban trabajadores eclesiásticos. Es comprensible, porque a quién le gusta venir aquí”.