No hay temas originales que se puedan probar en el terror. Están las casas encantadas, los zombies, los fantasmas, los payasos asesinos, los locos sueltos con máscaras blandiendo una motosierra… Por: Derian Passaglia
Cuando aparezca Talk to me en alguna de las tantas plataformas de suscripción online acuérdense de esta humilde nota y de este humilde reseñista. Desde Australia viene llegando el género de terror. De ahí salió, por ejemplo, un hit como The Babadook, que fue furor mundial en su momento. No debe haber amante del género que no lo haya visto, o al menos que no lo conozca. Talk to me, estrenada el año pasado, fue dirigida por dos hermanos: Danny y Michael Philippon.
No hay temas originales que se puedan probar en el terror. Están las casas encantadas, los zombies, los fantasmas, los payasos asesinos, los locos sueltos con máscaras blandiendo una motosierra por una casa de campo y el tema de Talk to me, tan viejo como el género mismo: las posesiones. ¿Pero cómo encarar un tema que tiene un antecedente clásico, icónico, como el clásico de El exorcista? Quizá sea la película de terror más famosa de todos los tiempos.
Talk to me lo resuelve fácil: más pop, menos terror; más liviandad, menos sustos. Las posesiones son en realidad un juego de adolescentes aburridos con iphone. Se juntan a la noche, alrededor de un sillón y una mesa ratona, y ponen una mano embalsamada en el medio, con la que juegan a una especie de Ouija. Alguien, entonces, toma la mano embalsamada y es poseído por una entidad, o un espíritu, durante el rato que agarra la mano. Los demás miran riéndose, filman y suben a las redes. Las posesiones los divierten.
Siempre se asocia el terror, lo que asusta, con la metáfora, como si fuera la única figura retórica que pudiera desprenderse del género. Por ejemplo, Halloween contaría en realidad la pérdida de la virginidad de la protagonista. El Enigma de otro mundo hablaría de la paranoia política en plena era Reagan, y todo así. En general son metáforas psicológicas. Si hubiera que pensar una metáfora para Talk to me habría que remitirse a las drogas y las redes, o mejor, las redes y las nuevas tecnologías como una droga que se apodera de nuestro cuerpo y nuestra mente.