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viernes, noviembre 22, 2024

Las cosas de la vida

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Una de las últimas películas de Paul Newman en un pueblito frío y nevado de Estados Unidos, Bruce Willis con pelo y sin un arma en la mano, una historia de padres e hijos. Por: Derian Passaglia

 

En la plataforma de streaming QubitTV hay una película de la que nadie habla, ni va a hablar, pero que es increíble. Las cosas de la vida es el título adaptado de Nobody’s Fool, un título que no tiene nada que ver con su traducción. Las cosas de la vida es más general y va más con el tono de la película, y además resuena una novela corta del escritor alemán romántico Ludwig Tieck, traducida al castellano como Las cosas superfluas de la vida. Como quería Flaubert para la novela, o como la serie Seinfeld, la película trata sobre “nada”, pero en esa nada, justamente, radica su genialidad.

La película es de 1994, estrenada en la mejor década de la historia, y el protagonista es Paul Newman: un viejo ya casi jubilado que vive en un pueblo de provincia de Estados Unidos. Claro, Paul Newman es fachero, y es una leyenda del cine. Esa imagen, como la de Marlon Brandon pelado en Apocalipsis Now, se aprovecha para crear un personaje que parece derrotado, sin esperanzas, amargo y rutinario y que es humillado por su jefe, interpretado por Bruce Willis. Caso raro en la historia del cine, debe ser una de las pocas películas, si no la única, en que Bruce Willis no tiene en ningún momento una pistola en la mano. Bruce Willis es un “nepo baby”, como le dicen ahora a los hijos de los ricos con herencia, que explota a sus trabajadores de la construcción, entre ellos a Paul Newman. ¡Paul Newman es un obrero de la construcción!

Pero en realidad la trama secreta es la que pasa entre padres e hijos. Es una película de padres e hijos, donde Paul Newman debe redimirse de sus errores del pasado, cuando abandonó a su familia. Ahora se reencuentra con su hijo, que a su vez tiene un hijo chiquito. Paul Newman es abuelo y conoce a su nieto de cuatro o cinco años. En este trío de relaciones (padre, hijo, nieto), la película crece en escenas que parecieran no tener importancia, con seres humanos reales que sufren, aman, trabajan, odian y engañan a su marido. Melanie Griffith es la esposa insatisfecha de Bruce Willis, que tiene deseos ocultos por la estrella de Hollywood más emblemática de todos los tiempos quizá, interpretando a un abuelito seco y harto de todo, ya en sus últimas.

¿Hay redención para un hombre que vivió toda su vida como quiso, sin importarle nada de nadie, ni los demás? La película deja esta pregunta en suspenso, junto con los sentimientos de los personajes, que se mimetizan con el entorno: no hay un solo día que no nieve, y esa nieve penetra el espíritu y se vuelve un personaje más, antes que un decorado, que modifica lo que piensan y sienten. El frío y la blancura traspasan, como se dice, la pantalla.

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