La desproporcionada reacción de Milei ante una pregunta del periodista del Grupo Nación Media es quizás parte de una estrategia del presidente argentino para empantanar, aún más, las relaciones entre Argentina y Paraguay y complicar la resolución de asuntos claves para nuestra economía, como la deuda con Yacyretá y el peaje a la hidrovía.
La presentación de un libro del periodista argentino Eduardo Feinmann se convirtió en el foco de una disputa que refleja el deterioro de las relaciones entre Paraguay y Argentina, que se exacerbó desde la llegada al poder de Javier Milei.
El sábado 6 de abril, un evento diseñado para ser un foro de reflexión sobre el populismo tomó un giro inesperado. La presentación del libro de Feinmann contó con la presencia de figuras notables como el presidente de Paraguay, Santiago Peña, y la participación virtual del presidente argentino, Javier Milei. Sin embargo, lo que prometía ser un intercambio “de ideas” se transformó en ataque desaforado del presidente argentino al periodista Jorge Torres.
Torres había formulado una pregunta sobre la viabilidad del proyecto político de Milei, deslizando la posibilidad de un retorno del populismo si sus medidas no tuvieran éxito. Visiblemente alterado, Milei acusó a Torres de tener una actitud “grosera e irrespetuosa”. Supuesto faro del libertarianismo, el presidente argentino no toleró el ejercicio de uno de los derechos centrales de la doctrina que dice promover, a saber la libertad de expresión.
Sin embargo, la reacción de Milei no debería leerse solamente como un ataque a la libertad de expresión, que claramente lo fue. Su real motivación tuvo que ver, probablemente, con una táctica para desviar la atención de asuntos más problemáticos en la relación bilateral entre Paraguay y Argentina.
Las tensiones entre ambos países solo han empeorado con Milei en el gobierno. En el círculo cercano del presidente argentino se contempla la posibilidad de dejar de pagar a Paraguay por cesión de energía, violando abiertamente el tratado de Yacyretá. Para la retórica «antipopulista» de Milei, los derechos que tiene Paraguay por «cesión de energía» son simples «subsidios» que se deberían eliminar. Además, resurge en Argentina la polémica idea de privatizar la hidroeléctrica binacional, un esquema previamente impulsado sin éxito por Menem, bloqueado entonces por la férrea oposición del Partido Colorado.
En continuidad con el gobierno anterior, el gobierno argentino ya anunció oficialmente que continuará violando sistemáticamente todos los tratados internacionales al imponer peajes en la hidrovía, crucial para el comercio y la conectividad regional.
Es imperativo reconocer que el fin último del gobierno argentino es alcanzar un déficit fiscal cero, sin importar los métodos ni las consecuencias. En este escenario, Argentina maneja su deuda con Paraguay como una herramienta más de ajuste, degradando las relaciones entre ambos países.