Paranaländer fulminado por una peli de amor tóxico se afana en guaranizar los poemas de exorcismo amoroso de uno de sus protagonistas, el artista expresionista Oskar Kokoschka.
Vi la peli “Alma y Oskar“ (2023), ejemplo paradigmático de amor tóxico entre Alma Mahler (1879-1964), una viuda celebrity (o depredadora egoísta) magníficamente interpretada por la austriaca Emily Cox, y Oskar Kokoschka (1886-1980), artista transgresor total. Se me ocurrió como reacción espontánea guaranizar los poemas del segundo ya que no sabría interpretar las composiciones de la primera.
“El estado de conciencia de las visiones no es aquel en el que recordamos ni percibimos. Es más bien un nivel de conciencia en el que experimentamos visiones dentro de nosotros mismos. Es como un niño no nacido, aún no sentido ni siquiera por la madre, al que no se le escapa nada del mundo exterior. El alma de uno es una reverberación del universo. Una imagen tomará forma para nosotros de repente, a la primera mirada, como el primer llanto de un recién nacido que sale del vientre de su madre. Mi mente es la tumba de todas aquellas cosas que han dejado de ser verdaderas. La vida sale de ellos hacia esa imagen como en la lámpara el aceite es aspirado a través de la mecha para nutrir la llama. Es naturaleza, visión, vida”.
(Sobre la naturaleza de las visiones 1912)
A PRINCIPIOS DE 1913, Gropius acudió a la exposición Secesión de Berlín. Le cautivó un cuadro de Oskar Kokoschka, que vivía en Dresde. Los trabajos anteriores de Kokoschka lo habían dejado frío, pero esta vez una imagen llamó su atención. “La Tempestad” (1913) mostraba a un hombre y una mujer siendo sacudidos en un barco en un mar tormentoso. Pasó un momento antes de que Gropius se diera cuenta de quién era la pareja. La mujer era Alma, “que yacía tranquilamente, confiadamente aferrada a” Kokoschka, “quien, de rostro despótico, irradiando energía, calma las olas montañosas”.
Alma conoció al alto y delgado Kokoschka en el invierno de 1912. El artista hambriento con zapatos rotos y un traje deshilachado la cautivó de inmediato. ”Él era guapo . . . pero inquietantemente tosco. . . . Sus ojos estaban algo oblicuos, lo que les daba una impresión cautelosa; pero los ojos como tales eran hermosos. La boca era grande, con el labio inferior y la barbilla sobresaliente”. Ella había acudido a él para que le hiciera un retrato y él había interrumpido su dibujo para tomarla en sus brazos. Al día siguiente, recibió una carta que decía: “Quiero que me salves hasta que pueda ser realmente el hombre que no te arrastre hacia abajo sino que te levante. …”.
Los poemas de Kokoschka fueron escritos entre 1907 y 1918. Había escrito un poema para liberarse de su obsesión por Alma Mahler. Se titulaba Allos Makar (1913), un anagrama de sus nombres combinados que significa, en griego, La felicidad es diferente. Hemos optado para guaranizar el poema breve “Margarita“ (el nombre completo de Alma era Alma Maria Margaretha Schindler).
Margarita (1920)
Con la mirada entrecerrada
Maña keranándi
La estrella de la mañana ve
mbija pyhareve
Mis extremidades al descubierto
ohecha che retyma
Para que desde mi cama salte.
Apovo tupagui
Mi cinturón desabrochado.
Che cinto poípa
Canto destrozado por ser hombre.
Kuimba’e reko asýva rupi apurahéi.
¡Oh, qué blancura le agradaría a mi cuerpo!
Morotï poräite ohayhune cheretemi
Rojo que le has exprimido.
Pyta mombu.
Una gota del abrazo de otro
Peteï tykyre oañuä
a la camisa blanca.
camisá morotïpe.
Y de donde sale la sangre de las venas, de las heridas.
Pe tuguy osëhágui.
Desde que me envolvió como un sudario:
Che mbosakoi guive omanovarupaicha
Siguiendo rígidamente la daga fuera del dolor.
Kyse añanduyva rapykueri che ratamba
¡Mi amigo! me han matado:
Che kapé, che jukaningo
Todas tus caricias no pueden deshacer eso.
Nde kunu’unguera nikatumoái omonguera
Y fue desde la tarde hasta la mañana.
Kaaruguive pyharepeve oiko.
Fue como si estuviera seguro de tu embriaguez,
Ka’ure reime hina oimene che aimo’a
Fuera de mi copa de vino.
mombyre che kaguy ndehegui.
El pensamiento negro, tu reprobación.
Hümbaitero ahecha, nde pochy chendive.
Oh, deja que eso, amor mío, sea mi esperanza.
Ehejana upéva che kamba taha’e che yboty hovy.
Estoy llorando hasta saciarme para recuperarme otra vez.
Che rasë sororo koánga aikojevyramoguara.