Carretera maldita es un canto a la modernidad, a las miserias y falsedades del progreso, y una de las mejores novelas autoficticias del mejor escritor yanqui de la actualidad. Por: Derian Passaglia
Dicen las contratapas, las tapas y las fajas de sus libros que es el “maestro del terror”. Pero esa fórmula no pareciera ser más que el slogan que usan las grandes corporaciones editoriales mundiales para vender la marca Stephen King. Cuando tiene que diferenciarse de las corporaciones no tiene problemas en hacerlo. Según el propio King, sus novelas en realidad son del género “suspenso”, es decir, un género cuyo nacimiento podríamos ubicar en el cine, en los años sesenta, con las películas de Hitchcock. Después de darse una panzada de películas de suspense, en la década siguiente, a mediados de los setenta, King empieza a publicar sus primeros libros.
Carretera maldita es una novela del 81 que escribió con el seudónimo de Richard Bachman. El lector se podrá preguntar cuál es la necesidad de que uno de los mejores escritores y más vendidos del siglo XX publique un libro con un nombre que no es suyo. La explicación es que Stephen King se basa en un hecho que lo toca muy de cerca, en una experiencia personal, y a diferencia de la ficción que se publica hace años, quiere distanciarse de ese hecho. La autoficción es lo peor que le puede pasar a la literatura, y King, más que nadie, lo sabe. Su madre había muerto. Esa situación traumática por la que tuvo que pasar no lo llevó a relatar “La muerte de mi madre”, o ese tipo de libros, sino a desplazar los sentidos, a ponerles cada vez más distancia. Años después Stephen King dijo que Carretera maldita era una de sus novelas preferidas de esa época.
En vez de una madre, es el hijo de una pareja el que se muere. La relación también se desplaza, y es una pareja de mediana edad, a la que se le murió un hijo, la que está en crisis. El protagonista, Barton Dawes, parece sufrir una especie de esquizofrenia, al mejor estilo clásico Jekyll y Hyde, con un narrador que toma su punto de vista. Pero ¿qué tiene que ver la carrera en todo esto? Por encima de su casa, quieren ampliar una autopista interestatal que va a destruir el local donde trabaja y la casa de toda su vida. Le ofrecen que se mude a otro lugar y plata, pero Barton no quiere abandonar ni su viejo trabajo donde es el más antiguo, ni la casa donde conserva los recuerdos de su hijo, cuando todavía vivía. Carretera maldita es un canto a la modernidad, a las miserias y falsedades del progreso y el progresismo, y una de las mejores novelas autoficticias del mejor escritor yanqui de la actualidad.
