Paranaländer recibe de su Cronista Norteño el perfil de un infame borgiano de los tiempos de los mensús llamado Alika.
Leyendo un artículo en francés titulado «Dysfonctions mécaniques dans les interstices de l’infrastructure.Ethnographie Mbya Guarani et Paĩ Tavyterã/Kaiowa entre Paraguay et Brésil » (disponible online) descubro la historia de un personaje casi olvidado de la época de los yerbales: la de Julio Tomás Allica. Cuenta el artículo que en la plaza central de Curuguaty hay un viejo y oxidado tractor Fiat Pavesi de los años 30 que para algunos es un viejo carro de la época de Mariscal López. Sin embargo otra versión dice que es el tractor de despiadado yerbatero Alika o Allica. Este nombre sale en algún comentario de Gregorio Gomez Centurión quien que se trata de un patrón despiadado de la época de los yerbales y que en el Alto Parana subsiste como topónimo. Justamente, el artículo menciona que uno de los autores descubre la historia del tractor cuando acompaña a Curuguaty a un joven líder indígena mbya-guaraní de la comunidad que tiene el nombre de Alika-kue, «lo que fue de Allica».
El artículo señala que si no se sabe con precisión si Allica estuvo o no en la zona comprendida entre Curuguaty e Yhu, se sabe que este despiadado patrón se estableció en las márgenes fronterizas de Brasil, Argentina y Paraguay. Se instaló a orillas del río Paraná, en el estado brasileño del mismo nombre, y desde su propiedad en Puerto Artaza (o Puerto Alica), justo enfrente del lugar conocido como Alika’i en el distrito de Puerto Adela, Canindeyú. Recuerdan los autores del articulo que Allica facilitó la navegación del alto Paraná entre Foz de Iguazú y las cataratas del Guairá en la época en que la empresa Mate Larangeira, que dominaba los yerbales en Brasil, instalaba un tren Delcavile para sortear las Cataratas del Guairá para transportar yerba a Argentina. Allica estaba allí para aprovechar este lucrativo comercio. Ya en 1918, Allica exhibía sus progresos mecánicos en sus operaciones: su automóvil «Hispano-Suiza» y las lanchas que prestaban servicios en el puerto que mencionan Lutz, Araujo y Fonseca en el libro Viagem scientifica no Rio Paraná e a Assuncion com volta por Buenos Aires, Montevideo e Rio Grande, de 1918. A pesar de ello, Julio Tomás Allica es sobre todo recordado como jefe tiránico que no dudaba en matar a sus empleados mensúes cuando surgía algún desacuerdo y citan como fuente un libro de José de Lima Figueiredo titulado el « Oeste paranaense ».
Saltando a esta otra lectura aprendemos que en la oportunidad que José de Lima Figueiredo tuvo que visitar las tierras de Allica, pudo conocerlo. Éste le ofreció en una ocasión un “drink” sabrosísimo, con un gusto agridulce. “Mais tarde fui sabedro – dice José de Lima Figueiredo- de que a gostosa bebida, preparada com uva e cana, para adquirir o sabor indefinivel que senti, era mistér que un pato morto fosse mergulhado nela por algumas horas”. Pero esta receta alcohólica no es la única barbaridad que Lima Figueiredo menciona: recuerda las sufridas por los “mensús”. José de Lima Figueiredo recuerda que el capanga de Allica era su cuñado de apellido Santa Cruz, bajo cuyo mando trabajaban cerca de dos mil mensús. A la mañana temprano los chicotes hacían madrugar a los pobres hombres que solo se alimentaban de “locro” y de “terere”. Según otras versiones de la alimentación de los mensús, esta dieta sería un lujo puesto que se suele decir que éstos consumían casi exclusivamente reviro.
Continúa José de Lima Figueiredo diciendo que Santa Cruz “era un verdadeiro monstro. Ali naquele belo recanto, êle tiranisaba pobres empregados, prostituindo esposas, estuprando muitas meninas de 8 ou 9 anos de idade, vergastando a chicote as faces dos seus mensus, muitas das vezes quasi mortos de fome”. Pero el capanga es emboscado y asesinado en el arroyo Quatro Pontes donde fueron colocados clavos para que el automóvil en el que se desplazaba Santa Cruz quede inmovilizado. El capanga se había bajado del auto para reparar el desperfecto cuando fue derribado inopinadamente por un golpe dado con una barra de hierro: “Caíu agonizante, sendo então sua morte consumada a faca. Quatro homens experimentaram o fio das suas facas na carcaça do tirano que morria.”
Según versiones, Julio Tomás Allica terminó sus días en Encarnación, viejo, pobre y oxidado de olvido. Sería bueno revivirlo para honrar la memoria de sus víctimas.