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sábado, abril 12, 2025

Ignacia, una Naná yrei

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Paranaländer lee la novela novecentista Ignacia.La hija del suburbio (1905) del escritor patagónico José Rodríguez-Alcalá 1883-1959).

 

Ignacia. La hija del suburbio (1905, reeditada en 1983) de José Rodríguez-Alcalá (1883-1959) empieza queriendo ser la Naná (1880, novela de Émile Zola) parawayensis,  sobre todo con ese conato de determinismo o pesimismo social al clavar a la protagonista al suburbio en el titulo, y por tener también 14 capítulos como la novela franxute.

Pronto vemos que aquí no hay verdadero determinismo genético, apenas un hinduísmo para el pueblo, pues prevalece una suerte de karmayoga que culpa de la suerte y el destino a las debilidades de cada individuo. Ignacia recae en la vida prostibularia una y otra vez abandonando su máquina de coser. Y a diferencia de su modelo francés,  que no desea nunca el amor sino dinero y una vida de lujos, anhela machaconamente -durante su agotadora existencia plañidera en la novela- afectividad. Tiene la sensibilidad,  diríamos, más de una burguesita que la de un carácter proletario acostumbrado desde la infancia a soportar sinsabores.

Hablando estrictamente de la narración,  ella usa de un narrador diegético innominado. Un ejemplo de maestría de este tipo de narrador-personaje lo encontramos en Nick Carraway de El Gran Gatsby. Nos cuenta su historia antes de entrar en materia. Conocemos bien al contador que cuenta el cuento.En el caso de nuestra novela novecentista, el narrador sigue a Ignacia hasta su rancho, suponiéndolo en principio con intenciones licenciosas, mas,  al ingresar al interior de la casa, no ocurre ninguna fornicación sino que la joven, de manera inverosímil, cual sádica Sherezade,  le cuenta la triste historia de su vida mercenaria! A un total desconocido!

Tampoco parece muy parawayensis nuestra novela: sí,  las calles nos suenan, Palma, Antequera, los sitios también,  plaza Uruguaya, el diario se llama Paraguay, la revista satírica donde su amante Cabral publica sus poema-postales es Cri Kri, la boda es en La Catedral, pero a la puta no se la tilda de banda sino de bacante o cortesana, el bajo no es la Chacarita sino el suburbio, el guaraní hace su comparecencia fantasmal recién en la página 120! (No en una frase, diálogo,  canto o descripción,  sino que se menciona que una correveidile se dirige a alguien en guaraní, se nos dice).

El guaraní mutis por el foro, ídem el narrador diegético, que sabe y nos cuenta todos los detalles de esta historia galante antes que de crítica social (hasta el monólogo interior de Cabral nos hace tragar).

Si hubiera pretendido una novela de tesis podría haber mostrado la prostitución generalizada de lo social, por usar la expresión de Marx.Ignacia vende su cuerpo, pero su concubino también se prostituye por los 3 mil pesos de la dote de la joven huérfana. Podría habernos mostrado a algún político prostituyéndose por un cargo público, etc.

Sospecho que pintar un cuadro tan sombrío del nuevo Paraguay tras el golpe liberal de 1904 no era muy recomendado.  Eso queda claro si nos ponemos a hojear su siguiente libro: Paraguay en marcha (1907), obra oficialista, propagandista hasta el bostezo, que delira con la marcha acelerada del Paraguay liberal hacia el progreso y la modernidad, a estar destinado a transformarse de forma ineluctable en unas décadas en una Suiza sudamericana. Bueno, algunos viajeros extranjeros, amantes de lo primitivo y el buen salvaje, que visitaron nuestro país en esa época le dan cierta realidad a sus profecías modernizantes,  como el checo A.V.Frič̣, que en un artículo de la prensa argentina a la vuelta de 1910 hablaba que en 20 años la capital se había echado a perder y prefería por eso las aldeas de la campaña.

Para terminar,  el final es banal, yrei,  soso, nada qué ver con la tragedia que se vislumbraba al inicio.

 

 

 

 

 

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