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domingo, mayo 18, 2025

Cryptotermes brevis de Ángel Yegros

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Paranaländer descubre, dentro del catálogo de las obras completas hasta 2018, del escultor Ángel Yegros, dos obras que adopta como sus criaturas filosóficas.

 

“Ángel Yegros. Trayecto 1964-2018”, Fondec, 2018, reúne en un volumen de lujo la obra del escultor parawayensis Ángel Yegros (Asunción,  1943), desde los 60’s de Los novísimos hasta “¿Por qué?” (2018). Contiene textos sobre el escultor escritos por Adriana Almada,  Ticio Escobar,  Miguel Ángel Fernández,  Hermann Guggiari, Alban Martínez Gueyraud,  William Riquelme,  Élida Román y Carlos Torres. Y fotografías de Ana Ayala, Martín Crespo, Javier Medina, Juan Carlos Meza, José Antonio Pratt Mayans,  Arapy Yegros, entre otros.

Dentro del espectro amplio y profuso del bestiario en el arte parawayensis (hipótesis de trabajo futuro), me ha llamado la atención dos obras de este catálogo: uno,  titulado “Tao ascendente”, 2004, de madera atacada por kupi’i  y tratada y hierro, que tienen de protagonistas al hierro y al kupi’i (termita dice aquí,  no sabemos si se refiere al Kalotermitidae Cryptotermes Brevis,  que es el kupi’i de madera seca, arquitecto del kupi’i raity, o del Termitidae Syntermes molestus,  kupi’i guasu o kupi’i de tierra o de suelo, demiurgo de los célebres takuru). El kupi’i,  ese insecto lucífugo y gran arquitecto del barro y la saliva, es para mí el equivalente local del Vampyroteuthis infernalis (octópodo de los mares abisales vuelto familiar gracias a la ficción teórica del filósofo checo Vilém Flusser).

La otra obra, no estrictamente parte de un bestiario,  es una escultura pública: “Ysypo”, 2003, material hierro.

(Hay gran variedad de ysypo en Paraguay,  la más famosa, ysypo ka’atī-paje. Tampoco podemos dejar de mencionar al Kurupí-rembo, siolmatra paraguayensis).

Pensar la situación actual del hombre desde el kupi’i  y ocupar el espacio como un ysypo, son los dos intereses que me acercan a la laberíntica obra de Yegros.

El kupi’i y el hierro tienen semejanzas: son indestructibles,  casi, pues el kupi’i solo tiene a las hormigas y el tamanduá mirī (kagwaremiri) como depredadores naturales,  y el hierro tiene de enemigo acérrimo al aire húmedo.

El kupi’i come, corroe,  la realidad,  produce grafismos,  arte matérica,  refugios o habitáculos,  escritura del mal en nuestro entorno.

El hierro no es bestia ni insecto pero es un elemento, nomenclatura tan igualmente terrorífica.

El kupi’i’ corroe el espacio físico,  el hierro es corroído por la herrumbre.

En “Tao ascendente “, una madera atacada por kupi’i y hierro, el wu wei es paradojal. Dejar a la naturaleza actuar espontáneamente,  dejar al kupi’i comer el mundo, es finalmente detenido por el trabajo del hierro,  ese elemento que habita minerales y puede imanar, acaso ascender como el Tao.

Otra paradoja de Yegros,  su ysypo de hierro, naturaleza devorada, corrida, por la estructura cristalina del hierro,  también naturaleza pero como su presencia como útil es tan omnipresente en nuestra cotidianidad pensamos que es artificial,  antinatural, aunque 5 % de la corteza terrestre sea hierro.

El ysypo se recubre de hierro, se viste de hierro, de otra naturaleza, modificada para su maleabilidad, para extender sus lianas,  ascender en el vacío donde oscila el hábitat humano.

El escultor, en este caso Ángel Yegros,  es un kupi’i taoísta ascendiendo como las lianas del ysypo magnético el orden de la vacuidad perfecta donde piensa y mora.

Piensa la vida futura, sabia, desde la visión voraz de arte del kupi’i y el lebenswelt del ysypo.

 

 

 

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