Se registraron protestas “domiciliarias” en las principales ciudades del vecino país. Desde el comienzo de la crisis el mandatario intentó desvirtuar la gravedad de la pandemia, y hasta se molestó con Paraguay por cerrar los pasos fronterizos.
Los medios de comunicación brasileños y de toda la región registran en sus ediciones de la fecha las grandes caceroladas producidas en las grandes ciudades del vecino país en repudio a la negligencia de su presidente, Jair Bolsonaro, en el manejo de la crisis sanitaria generada a raíz de la rápida expansión del Coronavirus.
Cabe recordar que dicho país sudamericano tiene 428 casos confirmados y cuatro muertos. Desde el comienzo de la emergencia –declarada además pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS)- el mandatario brasileño ha intentado sobrevalorar la situación, llegando incluso a calificar de “histeria” la reacción de la comunidad internacional ante la rápida expansión de la enfermedad.
Ayer, sin ir más lejos, declaró que había mantenido una conversación telefónica con el presidente paraguayo, Mario Abdo Benítez, para expresarle una suerte de malestar con la determinación adoptada por este de cerrar la frontera con el Brasil, sobre todo en uno de sus puntos más icónicos: el Puente de la Amistad.
“Las protestas más importantes y prolongadas, que incluyeron proclamas pidiendo la renuncia del mandatario, ocurrieron en San Pablo, Brasilia, Río de Janeiro, Fortaleza, Recife, Belo Horizonte y Porto Alegre, sobre todo en barrios de clase media y alta”, refiere en su edición de la fecha el diario argentino Clarín, aunque también sería preciso recordar que en Curitiba, capital del vecino estado de Paraná, igualmente se realizaron fuertes muestras de descontento.
Luego de que el propio Congreso brasileño declarase el estado de “calamidad pública”, finalmente apareció Bolsonaro junto a sus ministros en una reunión donde intentaba, no precisamente con demasiado éxito, colocarse una mascarilla para dar a entender que había asumido parte de la gravedad de la situación.