El pico de la pandemia pasó en Europa y la vida, de a poco, vuelve a la normalidad. Las tiendas de ropa y de belleza volvieron a abrir sus puertas y las personas fueron masivamente a comprar: se vieron largas filas de gente esperando para entrar en comercios respetando el distanciamiento social. La economía reprende su actividad y la esperanza en la reactivación.
Los comercios considerados «no esenciales» (es decir, todo aquello que no sea alimentos, limpieza, farmacia y ferretería) volvieron a abrir sus puertas esta semana en muchos países de Europa. Largas filas -con distancia de 1,5 m entre cliente y cliente- se vieron en las calles de las principales capitales del Viejo Continente.
Las tiendas deben adaptarse a las nuevas condiciones sanitarias, limitando la cantidad de gente dentro de sus locales y ofreciendo elementos de higiene personal a sus empleados y clientes, así como tapabocas y otros insumos descartables.
Los salones de belleza suprimieron la gentileza del café y las revistas para consulta de los clientes en sala de espera y solo trabajan con turnos marcados. Por su parte, las perfumerías debieron prohibir los probadores de productos («tester»).
Aun así, los negocios europeos están llenos, tratando de compensar el cierre obligado de los últimos meses. Los clientes confían en que sus proveedores de confianza cumplan las reglas y se adapten a los nuevos tiempos.