En el centenario de su primera publicación, Paranaländer recuerda a la gran revista Guarania, fundada por Natalicio González, quien buscó generar a través de ella un impacto a la vez cultural y político.
Por: Paranaländer
Este año se cumple un siglo de la aparición del primer número de la revista Guarania, que salió impreso un 15 de enero de 1920 como podemos comprobar viendo en la ilustración que acompaña este texto, una captura de su editorial.
Tanto la revista como el género musical (patentado cinco años después por José Asunción Flores, pero cuyo nombre fue una sugerencia de Manuel Ortiz Guerrero) llevan el mismo nombre, Guarania, y es que tanto el fundador de una (Natalicio González) como el letrista del otro (Ortiz Guerrero) son oriundos de Villarrica del Espíritu Santo, y amigos de la infancia.
Incluso se los vuelve a encontrar a los guaireños en la revista porteña La nota, donde publicaron juntos en 1921 (8 de abril), un cuento (El tartamudo) Natalicio y un poema (No, no puede ser) Manuel Ortiz Guerrero.
Consultando con varias personas que están investigando sobre la revista hemos consignado los siguientes datos de interés. Agradezco sobre todo a Andrea Tutte por su mano generosa.
Lidia Frutos Pane, la esposa de Natalicio González, es un personaje interesantísimo y trágico. Era paraguaya, unos años menor que Natalicio. Fue alumna de O’Leary, dio clases en el Gimnasio Paraguayo (institución precursora del Ateneo), corregía los libros que Natalicio editaba, estudió filosofía en Estados Unidos, hablaba inglés y francés… y era la administradora de la revista. Se casó con Natalicio en 1926 y pocos años después sufrió un accidente doméstico que la dejó desfigurada (Germán Arciniegas relata todo el asunto en gran detalle). Se suicidó el mismo día que murió Natalicio.
Guarania tiene dos grandes diferencias con otras revistas culturales parawayensis. En primer lugar, fue una publicación que trascendió lo literario y tuvo una intencionalidad política muy explícita (tal vez no tanto en su versión de 1920 pero sí en sus tres etapas posteriores), lo cual es perfectamente coherente con todo el planteo teórico de Natalicio sobre la relación entre lo cultural y lo político. La segunda diferencia es que Guarania es una revista fuertemente asociada a la persona de Natalicio y no a un grupo o generación literaria.
Cito, a continuación, con gratitud a Mara Vacchetta Boggino -en cuya entrevista con Borges descubrí este poema-, el Credo de Natalo. Solo les pido concentración mental y no reírse a carcajadas para visualizar la escena: la entrevistadora paraguaya leyéndole al ciego de Ginebra este poema ultra-pagano:
Creo en Tupang, mi fuerte Dios nativo y en su poder para abatir al malo y en Curupí, ser rústico y lascivo que arrastra cínico su enorme falo
Mi versión de admirador irreverente sería algo así:
Creo en el kurupi en su descomunal falo ese ysypo –rembó de la lengua patria
Para mí, es una de las cimas tempranas de la poesía parawayensis (Hugo Rodríguez decía no me acuerdo qué). Destacamos que el Museo Andrés Barbero tiene la colección completa de Guarania de la primera época, es decir, la de 1920,