Martín Duarte nos presenta tres análisis que explican cómo fue desarrollándose el capitalismo en el sector rural, constituyendo lo que se conoce como «acumulación originaria», fundamental en el origen, expansión y auge del sistema capitalista actual.
Hay diferentes tipos de análisis sobre el desarrollo del capitalismo en el agricultura. En lo que concierte a la tradición marxista clásica, existen tres vías clásicas, que luego tendrán una gran importancia teórica para diferentes sociedades rurales: las de Lenin, Kautsky y Marx, que designan, respectivamente, la vía “farmer”, “junker” y “clásica”.
Como introducción, se mencionará aquí la vía clásica, analizada por Karl Marx (1818 – 1883) en el capítulo XXIV de El Capital.
Recordemos que para el pensador alemán el capitalismo procede de un vasto proceso de acumulación originaria, es decir, de expropiación de los productores directos por medio de mecanismos extra-económicos. En palabras de Marx: “el proceso que crea a la relación del capital, pues, no puede ser otro que el proceso de escisión entre el obrero y la propiedad de sus condiciones de trabajo”.
Este proceso de separación violenta se desarrolla a lo largo de siglos, consistiendo en una expoliación de las poblaciones rurales que disponían de sus medios de subsistencias en las antiguas relaciones de propiedad de la era feudal. Así, una vez que el capital incorpora al suelo en el proceso de su autoreproducción, resquebraja las antiguas relaciones de propiedad, que si bien eran opresoras, garantizaban al trabajador campesino el dominio sobre sus medios de subsistencias.
Ahora bien, ¿qué ocurre con los distintos actores resultantes de este proceso de acumulación originaria?
Por un lado tenemos al terrateniente, cuyo monopolio sobre la tierra se traduce en la renta que percibe. Por otro lado tenemos al arrendatario capitalista, contratante de fuerza de trabajo asalariada para extraer plusvalía, es decir, ganancia media. Por último, tenemos al asalariado rural, cuyo fondo de subsistencia lo percibe bajo la forma salario.
Entonces, la estructuración social de clase queda compuesta por un terrateniente ausentista -que no participa del proceso de producción-, un arrendatario capitalista -que paga parte de la ganancia media en concepto de renta al terrateniente y parte del costo de producción en salario para el trabajador- y, por último, el asalariado rural, quien solo puede vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario.
De este modo, vemos que, para Marx, la penetración del capital en el campo reestructura las relaciones de propiedad, configurando nuevas formas de apropiación del producto del trabajo colectivo.
La segunda vía mencionada es la vía junker. En tanto continuador, editor y figura gravitante del marxismo en el siglo XX, Karl Kautsky (1854-1938) continuó pensando la cuestión agraria dentro del paradigma marxista. Él analiza el modo en que, en Alemania, se desarrollaron las relaciones capitalistas de producción en el sector rural.
Kautsky sostiene que dicho proceso no puede separarse de la gran industria urbana, ya que su desarrollo está directamente vinculado a la creación de mercados de alimentos para la creciente demanda urbana. En este marco, las antiguas formas de producción, en las cuales cada familia campesina formaba una unidad económica autosuficiente van siendo trastocadas por las nuevas condiciones del mercado. Los terratenientes se ven impulsados a ampliar sus producciones en vistas a los precios de los alimentos, puesto que su demanda está en crecimiento a la par que se desarrolla la gran industria urbana.
También en este caso se puede constatar un proceso de expropiación de tierras comunales antes disponibles para el uso común que, en vista de las condiciones favorables del mercado, pasan a ingresar al aparato productivo destinado al mercado. Es decir, tierras antes disponibles para las familias campesinas son transformadas en parcelas privadas para la producción mercantil. En palabras del autor:
La nobleza victoriosa empezó a producir ella misma mercancías de un modo que constituye una curiosa mezcla de capitalismo y feudalismo. Empezó a producir plusvalía en grandes explotaciones, empleando casi siempre, no el trabajo asalariado, sino el trabajo forzoso de carácter feudal. Su política forestal, así como su explotación de pastos y de la tierra, redujo el territorio de cultivo de los campesinos y arruinó el equilibrio del sistema de cultivo en tres amelgas.
Se observa un paralelismo con el proceso descrito por Marx, es decir, el desenvolvimiento de un proceso gradual de apropiación de las antiguas formas comunales de gestión de los recursos, a fin de destinarlos a la producción de excedentes para el mercado.
Por otra parte, el autor nos muestra también cómo la rentabilidad de la cría de ganado lanar condujo a los señores feudales a transformar los pastos comunes en propiedades privadas. Así, en La Cuestión agraria, Kaustky comprende este proceso como la relación entre un mercado que va extendiéndose y prácticas cada vez más capitalistas incorporados por los mismos señores terratenientes: “donde se formó un mercado para los productos agrícolas, quisieron los señores feudales producir estos productos en sus propios dominios […] Se necesitaban menos tierras suplementarias, pero más fuerza de trabajo suplementaria y ciertas inversiones de capital”.
En este mismo proceso, el campesino deviene indigente, puesto que le fueron arrebatados los espacios comunes de los que dependía su reproducción biológica.
Finalmente, como resultado de este proceso, quedan dos grandes actores económicos: el terrateniente devenido capitalista y el asalariado rural. El terrateniente percibe a la vez renta y ganancia media, es decir, es él mismo el poseedor de capital y quien decide incorporar capital al proceso productivo en vistas al mercado de los productos agrícolas. Al mismo tiempo, en calidad de detentor del monopolio sobre la tierra, también percibe renta.
El tercer y último análisis es la llamada vía farmer , trabajada por Vladímir Ilich Uliánov, más conocido como Lenin (1870-1924). El líder de la revolución rusa analizó, a partir de datos censales, la distintas configuraciones de las explotaciones agrarias en el norte, sur y oeste de Norteamérica. Surge la categoría de «colono» como actor económico fuerte.
Lenin analiza el proceso de incorporación de nuevas tierras, principalmente en el oeste, auspiciadas por políticas públicas gubernamentales. Es un proceso de colonización, configurado en su mayoría por el sistema de “homestead”, es decir, de distribución gratuita de tierras no ocupadas. Mediante el acceso a tierras destinadas gratuitamente por el gobierno, se configura un tipo de explotación de la tierra en la que el propietario es a la vez el capitalista y el productor directo. La singularidad del farmer (productor granjero) consiste, pues, en que encarna a la vez la figura del propietario de los medios de producción, del capitalista y del trabajador directo.
Cabe aclarar que, para Lenin -en debate con otras concepciones-, el farmer constituye un modo capitalista de explotación de la tierra, dado que no se trata de la extensión física como parámetro de medición de su carácter capitalista o no, si no de la cantidad de capital que se incorpora en el proceso productivo, y de la presencia de las relaciones asalariadas de producción. Es decir, Lenin refuta la idea de que la agricultura basada en el trabajo familiar (tal es el caso del farmer) sea un modo no capitalista de producción.
Ahora bien, de estas tres vías podemos deducir un elemento común operando en todos los casos: se trata de la renta. Por eso es importante comprender su significado y el modo en que opera.
En primer lugar, surge la pregunta de cómo la tierra – medio de producción irreproducible ni producido- que no tiene valor, que no es producto del trabajo, pasa a adquirir cualidades similares a las de una mercancía, e incluso a funcionar como capital. Para develar el carácter «enigmático» de la renta es preciso primeramente entenderla siempre como producto de relaciones sociales. Es necesario, pues, la expropiación de los productores directos de sus medios de subsistencia para que la renta capitalista pueda operar.
Podemos definir la renta de manera vasta, como la parte del producto del trabajo social que es apropiada por el propietario de la tierra en virtud del monopolio que ejerce. Es decir, la renta puede ser entendida como la valorización de la propiedad de la tierra. Se trata de un debate extenso que tiene a David Ricardo como exponente principal en la teoría económica. Dicho autor se aboca a describir los factores que inciden sobre la distribución del ingreso entre las tres clases principales de la sociedad: trabajadores, terratenientes, capitalistas.
En su artículo La renta de la tierra en la economía política clásica: David Ricardo, Ricardo Teubal afirma que la teoría de la renta ricardiana es una teoría de la renta diferencial:
«Surge cuando se cultivan porciones de tierra con una fertilidad decreciente o diferencial (o debido a una localización diferencial) […] El precio del trigo se establece en la última unidad (marginal) de tierra (la menos productiva) y rige para la economía en su conjunto. Como consecuencia los dueños de las tierras más fértiles perciben una renta (ganancia extraordinaria) que crece a medida que- por efecto de una mayor demanda de alimentos debido a aumentos poblacionales- se incorporan tierras cada vez menos fértiles al proceso productivo para aumentar la producción.»
Vemos, entonces, que la renta diferencial depende de varios factores. Primeramente, de la propiedad privada de la tierra como medio de producción. Luego, de la incorporación de tierras menos fértiles al proceso productivo. Además, depende de la presión demográfica que se traduce en mayores demandas del mercado de productos agrícolas.
Otro punto a tener en cuenta es que el precio del producto en el mercado quedará determinado -en gran medida- por la tierra menos fértil, lo cual se traduce en una sobreganancia para las tierras más fértiles que pueden vender a un menor precio que el costo de producción. Tal como lo expresa Kautsy: “Esto significa que en la agricultura no son los costos de producción necesarios en un terreno medio los que determinan el precio de producción, sino los costos de producción necesarios en el terreno peor”.
Habiendo definido la llamada «renta diferencial», se describirá la «renta absoluta», estrechamente vinculada al monopolio de la tierra. Ésta se funda en la propiedad privada de un medio de producción, el cual no deja libre la afluencia de nuevos capitales: el propio terrateniente se embolsa la renta en virtud de su título de posesión frente a un mercado en expansión. Puede, así, retener tierras cuyo efecto será la producción de una renta por efecto del mercado.
De esta manera, se entiende que la renta absoluta no se funda en el carácter diferencial debido a diferenciales en fertilidad o cercanía al mercado, sino en el monopolio de la tierra como medio de producción limitado frente a un mercado en expansión.
Estos tres tipos de análisis efectuados por diferentes autores de la tradición marxista dan cuenta de cómo el capitalismo va penetrando en el campo, incorpora la tierra al capital y, a través de la renta capitalista, una parte del producto colectivo es apropiado por una determinada clase social.
La renta, pues, no puede ser entendida sin los procesos sociales de acumulación originaria que constituyen la prehistoria del capital.