Derian Passaglia publica hoy en El Trueno un poema en el que se presenta un extenso catálogo de perfiles de Tinder.
*
El celular ensordecedor entre mis manos aullaba.
Altas, petisas, flacas, gordas, chetas, rochas, hippies:
todas las pibas en ocho kilómetros a la redonda
pasaban por el dedo índice arrastrando el like.
Las que posaban con boca de pato
las que reían en un boliche junto a sus amigas
las que se describían con la frase:
“lo esencial es invisible a los ojos”
las que viajaban por Venecia o por Bangkok
las que mostraban el culo en tanga
las tetas apretadas en bikinis
las que ofrecían su sonrisa en primer plano
las que se habían teñido el pelo de violeta
las artys-cool con los brazos tatuados
las que sostenían un cartel orgullosas
bañadas en huevo y harina y yerba
las que confiaban en el horóscopo
las que se describían como locas
como sinceras, como atípicas
las que dejaban bien en claro
desde un primer momento:
“si buscás sexo, seguí de largo”
las que nunca miraban a cámara
con la vista fija en el horizonte
en el mar, en una montaña
las que venían de otros países por algún tiempo
a practicar español, a completar un máster
a pasear por la capital exótica de un país exótico
las que estudiaban en la Fundación Barceló
curiosamente la mayoría brasileñas
de hermosos y tupidos rulos
las que avisaban que eran chicas trans
y no por eso había que sarparse
las que mentían con la edad
las que se sacaban fotos frente al espejo
las que buscaban una relación seria
las que aparecían con lengua y orejas de perro
bellas ninfas con lengua y orejas de perro
quebrando la cintura ante el lente
vestidas con sus perfectos jeans blancos
las pocas que estudiaban en Filosofía y Letras
las muchas que iban a la FADU
las que hacían teatro, danza o circo
las que se sostenían en el aire colgadas
de un caño de pole dance
las que se mataban en el gimnasio
las que avisaban: “me hice Tinder para no usarlo más”
las que felices se mostraban
con la camiseta de su equipo de fútbol
con el impresionante marco de una hinchada
una bandera, un césped verde detrás
las que modelaban en alguna agencia
las que consignaban su estatura para filtrar gente
uno setenta y siete, uno ochenta, uno ochenta y cinco
las que fumaban faso, las que no tomaban
las que usaban una vincha
las que preferían el pasto y el aire libre
las que tenían uno o dos hijos pero advertían
que no querían hablar de sus hijos
las que despreocupadas vestían crocs
las que fumaban con los ojos cerrados
los pelos al viento y una latita de speed
las que andaban en rollers por Palermo
las que acariciaban un perro enorme de raza
las que miraban al gato de soslayo
las que sostenían un libro abierto
las que se sostenían la cabeza
con una mano en la pera
las que coincidían en intereses comunes:
El mató, Bestia Bebé
Vin Diesel, Eterna Cadencia
Frank Kafka, David Lynch, Los del fuego
Las aventuras del Gato Moncholo
La mágica, Breaking Bad
las que segregaban personas
según su identificación política:
“votantes de Macri, abstenerse”
“si sos kirchnerista mejor ni lo intentes”
las que vivían a menos de una milla de distancia
las que meditaban sentadas
con los ojos cerrados y en canasta
las que posaban con el título
las que posaban con el sobrino
las que posaban con una hamburguesa de tres pisos
las que estaban más buenas que un feriado puente
las que estaban más fuertes que el aguinaldo
las que utilizaban como un recurso
la segunda persona del singular:
“no me interesa tu plata”, “no me invites
al boliche, invitame una cerveza”
“charlame y vemos qué pasa”
“me chupa un huevo tu signo zodiacal”
las que eran fans del cine de terror
las que eran gamers
las que jugaban juegos de rol
las que jugaron en Nueva Chicago de cinco
las que careteaban con que eran colgadas
las que clavaban mate, sonrisa y gorrita de New York
las que tomaban sol en la pileta
las que se iban de mochileras por el norte
las que saltaban en la salina
las que eran multidisciplinarias: tocaban el banjo
andaban en bici, fotografiaban la ciudad
como pasatiempo make up
como profesión peluquería
las que abrazaban un kilo de helado
las que abrazaban un oso de peluche gigante
las que abrazaban el aire de Europa
las que casual style caminaban por la calle
las que conocía de la vida real
las que aprovechaban el ascensor como escenografía
las que bailaban tango
las que bailaban danzas árabes
las que bailaban en la comparsa
las que fueron a ver un partido de la NBA
las que tenían puesto un antifaz
las que flasheaban fotos en blanco y negro
las que anunciaban sus gustos
como si compusieran un breve poema:
“arte
dibujo
música
mollo
spinetta
campo
birra
mates
simpsons
asado
chocolate”
las que se tiraban en paracaídas
las que tiradas en la cama simulaban un cuadro barroco
las que recorrían el desierto en motocross
las que besaban la cabeza de una llama
las que salían siempre en el mismo baño
las que paraban en el cordón de la vereda
con una latita de cerveza en la mano
las que cumplían el sueño
de viajar por el mundo hispanohablante
las que debajo del agua no abrían los ojos
las que rasgaban una guitarra apoyadas sobre un árbol
las que misteriosas no mostraban la cara
las que le daban lindo al escabio
las que priorizaban la exhibición de tatuajes
las que apoyaban la suela del zapato
sobre un mural en la Quinta Avenida
las que se impulsaban en una hamaca
las que llenaban de memes su bio
las que pelaban shorcito y guantes de box
las que generaban desconfianza con una foto sin luz
las que abrían la boquita apenas
las que hacían fuck you
las que soplaban una vela de cumpleaños
las que dirigían una orquesta
las que se pusieron un sombrero mexicano
las que enroscaron una serpiente en su cuello
las que paseaban entre girasoles campestres
las que hacían dedo en la calle de un pueblo tétrico
las que desfilaban por una alfombra roja
las que pintaban un cuadro al óleo
las que exigían un chico lindo que les muestre la ciudad
las que enseñaban a los padres
las que vivían de joda en joda
las que me hicieron googlear “piercer” y “serendipia”
las que no revocaban la pared
las que se apoyaban sobre el capó de un auto
las que cargaban en el brazo una tabla de surf
las que pedían silencio con el dedo índice en la boca
las que bajaban escaleras de la facultad
las que no ocultaban su parecido con famosas
las que se calzaban el barbijo y la cofia
las que aparecían en todas las fotos con el novio
las que destacaban alguna cualidad:
el frondoso pelo, los ojos claros, un perfil fino
las suaves manos, las piernas esbeltas y lisas
una nariz respingona, el cuello largo
las que cruzaban a la isla en lancha
las que se divertían tomando champagne
entre pibes musculosos en un yate blanco
bajo el sol caliente del río Paraná
las que obstaculizaban el paso
sentadas en medio de la vereda
las que se expresaban por medio de remeras:
Pink Floyd, Star Wars, Gun’s and Roses
las que tiraban un paso de cumbia
las que apuntaban al cielo con un rifle de dos caños
las que alimentaban un loro de colores
las que cepillaban un caballo de carrera
las que inclinaban el cuerpo sobre una mesa de pool
las que representaban un aborto
sentadas en el inodoro
las que amaban untar la palta
las que acampaban en una montaña
las que cocinaban pasta para otros
las que llegaban a tocarse la nariz
con el dedo gordo del pie
las que escuchaban música en alemán
las que blanqueaban estar de trampa
las que proponían pagar el telo mitad y mitad
las que miraban a través del asa del termo
las lindas, las feas, las capas, las bobas, las veganas.
A todas ellas: ¿no las veré más que en la eternidad?
Ignoro de dónde son, adónde van,
¡yo que las hubiera amado,
y ustedes nunca lo supieron!