Hoy Paranaländer presenta a los lectores de El Trueno su catalogo de definiciones sobre Dios, repasando las elucubraciones de filósofos, escritores, antropólogos y otras voces sobre lo divino.
Leyendo la definición del virus del año, el covid-19, caigo en la cuenta de que coincide con la vieja definición de Dios («Deus est sphaera infinita cuius centrum est ubique, circumferentia nusquam» (Anónimo medieval).)… A raíz de tal cercanía he realizado un mejunje con las ideas afines o no de Dios, droga, mundo dominado y regido por drogas o dioses, causas sin Dios, dios como poeta, como hilandero, como lo opuesto al necrófilo, como dictadura de un dios llamado Zarathustra-Nietzsche, o incluso, en la zonas de influencia amazónica, como numen mentium…
En Rousseau, la inquietud femenina se convierte en el tema de las disputas religiosas. Antes de Marx, atribuye a M. de Wolmar la fórmula según la cual la religión es «el opio de las mujeres».
«Dios ama a los pobres y da a los ricos» (Proverbio judío).
Tito (personaje principal de Cocaína‚ novela de 1921 de Pitigrilli‚ seudónimo de Dino Segre) jalando coca en su habitación del Hotel Napoleón tiene la idea de que Dios es una forma de cocaína: «dio vida al hombre Él que sopló el aliento de vida en su nariz”.
«El Dr. Fausto parla con el Diablo. El Dr. Freud parla con Dios. Descubrió el lugar donde se encuentra Dios, donde se encuentra el alma» (Bagatelles pour une Massacre, Céline).
El dios de Rigaut, Dios que se hace cada vez más amargo, envidia la mortalidad del hombre.
Dios: «gigante refrescado con vino» (tanquam potens crapulatus a vino.) David, Salmos apud Léon Bloy.
Gott Gegenwart und Kokain (Dios.Presencia y cocaína), libro del poeta expresionista y médico Eduard Trautner, amante sado berlinés de Colette Peignot, la Laure de Bataille.
Droga: La filosofía, al igual que la medicina, tiene muchas drogas, muy pocos buenos remedios, y casi nada de específicos.
Soma: La novela y las drogas biopolíticas ficcionales: Soma de Huxley, Serotonina de Houellebecq, la masoquina de Aymé, Kallocaína de Karin Boye, y la pastilla Murti-Bing de Witkiewicz.
Nichts: «Yo no he fundado mi causa sobre la nada». No «sobre la nada» (auf das Nichts), sino precisamente «sobre nada» (auf nichts). El tenor blasfemo del rechazo stirneriano de todo fundamento resulta claro, si se considera que la expresión «Yo no he fundado mi causa sobre nada», fue introducida por Goethe en la poesía Vanitas! Vanitatum vanitas!, invirtiendo el título de un canto eclesiástico de Johannes Papus (1549 – 1610) que recita Ich hab’ mein’ Sach’ Gott heimgestellt -que se traduce como «Yo he confiado mi causa a Dios» (Volpi, 1996).
«Dios es el poeta. La música es de satanás. Todo es música. En el principio era el Do y el Do hízose Re‚ etc. La vida es una gran ópera. Este planeta es el teatro especial» (Don Casmurro‚ Machado de Assis).
«A trame ourdie, dieu envoie le fil», la trama urde, Dios envía el hilo (Nioque de l’Avant-Printemps, Ponge).
Filósofo-necrófilo: «uno es filósofo y necrófilo, que justifica sus gustos en filosofía y no piensa nada mal, pretende que la muerte es la medida de nuestras pasiones lo mismo que de nuestros afectos, que unos hombres inmortales no amarían nada y no sabrían amarse los unos y los otros, es la sombra de la nada lo que da un sentido al ser y confiere a la vida un encanto aun más soberano porque está amenazada. El necrófilo haría al hombre el más amoroso de todos y, como tal, el más amable, su gesto es una protesta y merece el respecto, ningún crimen llamado pasional tendría tanta fuerza, es Prometeo que revive entre nosotros para disputar a la nada una carne empollada por el deseo al estado desnudo. El necrófilo sería el rival de Dios. El filósofo, lleno de máximas, no ha osado ponerlo en práctica, platoniza a su manera, que muchos intelectuales son impotentes» (Suplemento a la Psychopatia Sexualis, Caraco).
«En Alemania, por ejemplo, el mito del super-hombre y la destrucción de la tradición impregnan la acción de jóvenes poetas y novelas inspiradas en sus temas alcanzan gran repercusión. Como En purpúreas tinieblas (1895), de Michael Georg Conrad (1846-1927), donde se narra la historia de un pueblo que, después del fin de una catastrófica guerra mundial, lleva una vida subterránea totalmente artificial en la cual llamados religiosos y místicos se mixturan a un control técnico-mecánico de la existencia. En esa tierra se venera a un único dios: el mártir Zarathustra-Nietzischki, cuyo nombre solo puede ser pronunciado una vez por año». (Nihilismo, Rossano Pecoraro, 2012).
Curupira (nuestro Kurupí nativo) o numen mentium, divinidad del pensamiento o de las pasiones, en Métraux.