Paranaländer reseña una historieta de Robert Crumb (Filadelfia, 1943) dedicado a Charley Patton, guitarrista y cantante, considerado el padre del «delta blues». Crumb, además de ser una de las principales figuras del cómic underground de Estados Unidos, es músico y compositor.
Por: Paranaländer
“¡Soy un reaccionario de la lengua no un revolucionario!
Guimarães Rosa
En 2004, Robert Crumb -el genio del comic under yanki y coleccionista de viejos blues de 78 pulgadas además de tocar el banjo con la zurda en la banda Cheap Suit Serenaders- homenajea con “Blues” (dibuja el blues en el original) la vida y el tiempo de las canciones que más ama, la de los años 20 y 30. Y para ello nos narra con su lápiz cosmogónico la vida de perro de sus grandes cantores y guitarristas. Aquí me limitaré a comentar la vida de Charlie Patton, quien pasó casi toda su vida en las plantaciones de Dockery, delta del Mississippi, donde su padre, devoto evangélico y esforzado hacendero, le cagaba a palos cuando empezó a flirtear con la guitarra, el bourbon y el blues rural satánico.
La mayoría de los blues grabados en sus primeras sesiones, en 1929, eran celebraciones de la vida turbulenta y ostentaciones de sus aventuras sexuales, mujeres envidiosas, mujeres infieles, borrachas, farristas, lujuriosas. En “It Won’t Be Long” canta “tengo una mujer muy alta, alta como un cerezo, ¡ella se despierta antes del día rayar y viene ya encima de mí!
Oír aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=d2enw85FXAQ
Muchas músicas suyas eran sobre partir, abandonar una mujer, deambular… «Me voy mi mamita, ¿no quieres venir conmigo? Solo Dios puede decir cuando voy a volver» (Screaming and hollering the blues). «Un día de estos, vas a sentir techagau de tu chonguito, sé que me vas a extrañar bebé, sueña con los ángeles, porque me estoy yendo» (Some these days I’ll be gong).
Casi todas las veces cantaba a la diversión «Me gusta pelear y armar quilombo, amo pelear y quilombear, Dios, emborracharse y bailar y vagabundear por las calles a la medianoche» (Elder green blues).
Usaba su voz como instrumento musical, Charlie aullaba como un carayá, gritaba, roncaba, gruñía. Golpeaba su guitarra, tamborileando ritmos pesados por largos periodos, algunas veces hasta por media hora, mientras el público bailaba.
Allá por 1930, la salud de Patton estaba debilitándose, una vida difícil y repleta de bourbon y cigarros estaba comenzando a afectarlo en esa época, cuando andaba recién por los 40 años. Sus canciones comenzaron a adquirir un tono más nefasto y desesperado, En «Bird nest bound» parece buscar seguridad y estabilidad: «Si yo fuese un pájaro, mamá, encontraría un nido en el corazón de la city, y cuando la city quedase solitaria, yo me guarecería en el nido».
Quedó prendado de Louise Johnson, una yiyicita que tocaba un poderoso piano woogie woogie en un bar local durante las sesiones de Grafton, Wisconsin con Son House, con quien huyó. Pero a partir de 1930 vivió con una mujer llamada Bertha Lee, que cocinaba para las familias blancas del vecindario. La pareja vivía viajando y discutiendo. Pero permanecieron juntos y grabaron la ultima sesión de grabación de Patton. En 1934 W. R. Callaway de la American Record buscó a Patton para firmar contrato. Encontró a la pareja finalmente en el pueblito de Belzoni, Mississippi. Están presos por armar quilombo y Callaway los sacó pagando la fianza. Cargó con la pareja salvaje hasta Nueva York, Patton devenido una piltrafa humana, despojado de su curundú y
Groove performativo. En “Poor me” él canta “Mira como la luna es chururu, overa vera detrás de los sauces, puedo ver a Bertha Lee, dios, pero ella no puede verme”.
Ella y él cantaron juntos la song “Oh death”: “alguien me está llamando…, dios, sé que mi tiempo se acaba”.
Charlie Patton murió el 28 de abril de 1934. Su muerte pasó desapercibida para la prensa local y nacional.