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sábado, noviembre 23, 2024

Surrealistas serios hasta el bostezo

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Paranaländer reseña el primer y único número de la revista Imán, que se editó en Paris en 1931, por Elvira de Alvear, escritora argentina y musa de Borges. Su secretario de redacción fue el renombrado autor cubano Alejo Carpentier. En sus páginas publicaron personalidades como Vicente Huidobro, Henri Michaux, Hans Arp, Georges Bataille, entre otros.

Por: Paranaländer

 

El n° 1 de Imán, de abril de 1931, la revista trimestral editada en Paris (5, Avenue Frédéric-Le-Play, Paris VII) por Elvira de Alvear (secretario de redacción: Alejo Carpentier) es imperdible.

En ese número colaboran Huidobro (poemas de “El ciudadano del olvido”), Michaux, Torres Bodet, Giono, Lascano Tegui, Léon-Paul Fargue (traducido por Asturias), Xul Solar (en su neocriollo que recuerda nuestro yopará o el portuñol salvaje: ”Xu fuego es vita, i a maior incendio más palacio senancha i crece”), Desnos (sobre Lautréamont traducido por Carpentier), Asturias, Fondane (un poema titulado “Ulises” que memora su visita a Argentina y del que se me pegó este verso: “el hule de la Nada”, traducido por E.A., suponemos iniciales de la directora argentina), Uslar Pietri, Arp, Dos Passos, Pilniak, incluso un Kafka póstumo con una versión en español de “La sentencia” firmada por Arqueles Vela…

La editorial de la directora es una amable carta al lector que reza así: “La brújula actual del mundo entero ha perdido su imanación: no sabemos a qué escuela corresponde nuestro concepto íntimo”.

Mas el meollo de este primer número se encuentra en la sección “Conocimiento de América Latina”, una sorprendente y aburrida encuesta de Imán lanzada a la joven literatura centralizada en París de entonces, es decir, eminentemente surrealista: Desnos, Leiris, Bataille, Soupault, Vitrac, Ribemont-Dessaignes, Mehring…

Ribemont-Dessaignes habla de los tangos argentinos, del café brasilero, de las revistas peruanas y mexicanas, pero sobre sobre todo de la destrucción final de Norteamérica.

Desnos pide una evolución social para América Latina, del cual México con su revolución agrarista es un modelo a seguir. Pide menos frases, menos lirismo. Su pesadilla es el monstruoso capitalismo yankee. “El estado futuro de la clase trabajadora de América Latina nos interesa”.

Bataille sueña con una purga anticlerical, poner fin al influjo de los curas en América Latina. Liberación sexual de la mujer maniatada por el cristianismo. Y concluye que tales cambios solo vendrán a través de una revulsión violenta.

Leiris redunda y reitera toda la gazmoñería revolú de los anteriores, que América Latina caiga bajo las garras del capitalismo yankee sería lo más catastrófico para su destino, blablabla. Bueno hay que acotar que Leiris al final se sale de  tanta solemnidad europea seriota (no digo que ya parezca que el encuestado sea o parezca un poeta loco surrealista, pero ya da) y suelta una ristra de frases disparatadas de borracho prostibulario que les cito con sádico gozo: “que las cabezas cortadas, momificadas y reducidas, que preparan los indios Jíbaros, son encantadores objetos para adornar una chimenea; que el Anaconda es la serpiente más larga que se conozca; y que, según mi amigo Jacques Baron, que era antaño marinero y por ello ha viajado un poco, las más bellas casas de prostitución del mundo son las de Pernambuco”.

Soupault ya reconoce que Europa se está desmoronando. América Latina debe dejar de mirar el Viejo Continente como en un espejo modélico, paradigmático, ejemplar. Reivindica la Navidad soleada y tropical de nuestras tierras. Pero le desanima la distancia remota de este universo extraño.

Walter Mehring nos cita: “Uruguay y Paraguay emiten bellísimos sellos de correo, cubiertos de paisajes y animales extraordinarios”.

Vitrac: “Paraguay, prisionero de los ríos y de las cruces”.

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