Con la llegada masiva de vacunas, el gobierno revierte los contratiempos iniciales y se instala un escenario diferente, lleno de optimismo ante la posibilidad de una nueva normalidad.
Después de largos meses de padecimiento por una pandemia que azotó a países ricos y pobres, parece que la luz por fin se puede ver al final del túnel. En ese sentido, la llegada masiva de vacunas genera un ambiente de gran optimismo en toda el país.
De acuerdo a los anuncios oficiales de los últimos días, el gobierno logró revertir los contratiempos iniciales con los los cuales tropezó para conseguir vacunas y acerca nuestro país al fin de la pandemia.
Los agoreros del desastre, los pronosticadores de interminables catástrofes tendrán que buscar nuevas excusas, ya que el Plan Nacional de Vacunación avanza sin pausa.
Es más, mientras en países vecinos recién van por el rango etario +45, Paraguay será uno de los pocos países de la región en vacunar personas desde 18 años en adelante.
Debe advertirse que la falta de vacunas a nivel mundial sigue siendo un grave problema. Ningún país, a excepción de las grandes potencias que producen inmunizantes, consiguió grandes lotes de una sola vez. Algunos avanzaron más que otros, pero el promedio de inmunización a nivel mundial se ubica en alrededor del 23% de la población.
En un contexto de escasez mundial, no son pocos los que haciendo gala de profunda ignorancia, se rasgaron las vestiduras denunciando que el Paraguay “estaría rogando por vacunas”. A tamaño cretinismo habría que preguntar: ¿Qué país del mundo no lo está haciendo? ¿Qué país del mundo no querría recibir millones de vacunas donadas?
En medio de enormes problemas de abastecimiento de las vacunas, es aún más loable que el Gobierno paraguayo haya obtenido millones de dosis por medio de la cooperación entre países.
En vez de denostar contra aquello, se debería destacar la diplomacia paraguaya, las gestiones personales del Presidente de la Republica y la posición geopolítica del Paraguay que le permite ser reconocido por las grandes potencias, símbolo indiscutible de nuestra inserción en la comunidad internacional.
Nuestro sistema de salud aguantó más de un año gracias a inmensas obras de ampliación y fortalecimiento, sin las cuales no hubiese podido ser posible sobrellevar un solo mes de pandemia, ya que al inicio sólo contábamos con poco más de 200 camas de terapias de intensivas.
Las últimas semanas fueron muy duras para el país, por la cantidad de fallecidos y el nivel de contagios. Las cifras comienzan a desacelerarse y es de esperar que el colapso sanitario que afrontó nuestro país durante un mes y medio vaya siendo superado.
Lo cierto y lo concreto es que -para dolor de los que hicieron demagogia con el luto del pueblo- la luz puede divisarse al final del túnel. Además de las las vacunas donadas por el Gobierno de Joe Biden, este mes comienzan a llegar semanalmente el lote de las vacunas Pfizer adquiridas por el Estado paraguayo. A esto debe agregarse la llegada de más vacunas procedentes de Rusia y un importante lote desde India.
La vacunación masiva que lleva adelante el gobierno de Mario Abdo Benítez está poniendo fin a uno de los periodos más difíciles en nuestra historia, trayendo un nuevo tiempo, el del reencuentro y la esperanza.
Con la inmunización de la población se consolidarán logros cuyo único beneficiario es el pueblo paraguayo: la inédita ampliación de nuestro sistema de salud pública, las grandes obras de infraestructura en todo el territorio nacional y la gran resiliencia que viene mostrando nuestra economía, la de mayor crecimiento este año en la región.